Dicen que Roma no ha cambiado nada en 2000 años. Suburra, la nueva serie original de Netflix basa en hechos reales, parece confirmarlo.

Dicen que Roma es ingobernable, que a lo más es posible administrarla o que el caos en el cual se movía hace miles de años se mantiene hasta el día de hoy pero con nuevos intérpretes. Suburra, la nueva serie original de Netflix (y la primera italiana), parece estar en sintonía con esta afirmación.

Esta historia, que se presenta como precuela de la película Suburra estrenada en 2015, cuenta la historia de tres jóvenes que forman parte de esos movimientos turbios que poco se muestran de la capital italiana. Es la historia de Aureliano, Daga y Gabriele, tres jóvenes romanos involucrados familiarmente en mafias de la ciudad y en el tráfico de drogas que, por cosas de la vida, coinciden en un entramado de ajuste de cuentas y corrupción del Estados con la Iglesia, aparte de sus problemas personales.

Estos jóvenes tienen dos opciones, ser fieles a sus bandos y a los intereses de sus familias, o aprovechar la oportunidad siguiendo sus propias ambiciones… eso sí, a costa del riesgo que significa traicionar a los suyos. No es tarea fácil, menos aún cuando las familias de Aureliano y Daga son rivales sumando que Gabriele le debe plata a la banda de Daga por una venta de drogas que no resultó como quería.

La serie hipnotiza desde el primer momento, la acción parece nunca dar tregua y tanto sus historias principales como las secundarias nos invitan a sentir ese grado de suciedad que poseen las grandes ciudades europeas pero que no muestran en sus postales o reviews de viajes. Suburra es una invitación al estrés, a respirar rápido, a vivir esa tensión que gusta de vez en cuando y que puedes prolongar a lo largo de sus diez capítulos de una hora de duración cada uno.

Con una apuesta sin censura y extrema Suburra muestra una Roma oscura, ingobernable sangrienta y violenta en la que no parece sorprender la corrupción, las orgías con curas presentes y la forma de hacer política que nos decepciona cada día más.

Algunos podrían afirmar que esta es la verdadera Roma.