La pandemia del covid-19 en el mundo ha llenado los diarios de noticias negativas como la muerte de casi 8 mil personas (y sumando), y también hechos positivos como la limpieza del agua en Venecia por la caída del turismo y la reducción drástica de las emisiones de dióxido de nitrógeno en las principales ciudades de china que eran emitidas por vehículos, plantas de energía e instalaciones industriales que dejaron de funcionar en las últimas semanas.
El respiro que ha tenido el planeta de nuestro frenético y enfermizo modo de producción capitalista a causa de las cuarentenas, que se han aplicado en distintos países del orbe, ha sido celebrado por muchas personas, que han agradecido al coronavirus por su incontrarrestable “justicia” ecológica.
Paremos aquí. La pandemia está provocando la muerte de miles de personas ¿En serio estamos felices por eso?
Si eres de las personas que cree que una de las maneras de resolver la crisis ambiental que azota al planeta es la eliminación de un porcentaje de la raza humana, probablemente eres un ecofascista. Así de claro. Si no me crees basta con que veas las propuestas de Dave Foreman, quien formó parte del movimiento ecologista radical Earth First!, quien afirma que sus tres metas fundamentales son “reducir la población mundial a unos 100 millones de habitantes, destruir el tejido industrial y procurar que la vida salvaje, con todas sus especies, se recobre en todo el mundo”.
Aunque todos nos hemos despertado un día deseando la extinción del hombre por su pésimo desempeño durante la historia, la idea de generar un cambio en materia ambiental en el planeta no debería tener como objetivo la muerte de personas, sino que todo lo contrario, deberíamos estar luchando por salvar vidas.
La enorme urgencia que ha generado la propagación del coronavirus en el mundo ha dejado de manifiesto que sí podemos generar un cambio si es que actuamos de manera coordinada a gran escala. El futuro del planeta tiene que ver más con nuestra capacidad de empatía y solidaridad que con la desaparición de un porcentaje de la población.
Las herramientas para solucionar la emergencia climática están más cerca de lo que creemos y no en un virus que nos tiene encerrados en nuestras casas. Hay que tomar esta crisis como una invitación a replantearnos nuestro modo de vida y a actuar en beneficio de toda la naturaleza, y eso nos incluye a nosotros.