Teen Vogue acaba de dar un giro radical en su línea editorial. Sady Doyle explica por qué este vuelco es tan importante en el mundo actual.


En 1791, el poeta inglés Samuel Johnson comparó a las mujeres con los perros, “cuando una mujer predica, es como un perro cuando camina en sus patas traseras. No está bien, pero te sorprende que lo puedan hacer”. A más de dos siglos de aquella frase, el denigrar a las mujeres que se atreven a expresar su opinión se ha transformado en una tradición que nos persigue hasta nuestros días. Ejemplo de lo anterior es lo que ocurre cuando las periodistas se refieren a “temas serios” como la religión, negocios y política.

¿Un caso claro? El tratamiento informativo que la revista Teen Vogue hizo al sector político en este 2016, un movimiento que fue tratado con condescendencia por el resto de la prensa. El pasado sábado, cuando la periodista Lauren Duca publicó una lúcida crítica a la manipulación psicológica que ejerció Donald Trump en Estados Unidos, los medios de aquel país casi se deshicieron en elogios basados en la sorpresa.

Grandes palabras para venir de una revista sobre peinados y chismes de famosos”. “¿Quien diría que Teen Vogue se podría convertir en el futuro de la prensa política? Cobertura inimaginable respecto de las elecciones”. Hubo otros que no fueron tan amables, en todo caso: “Vuelvan a escribir sobre tratamientos para el acné”, exclamó un lector. La revista adolescente no solo merece reconocimiento en base a esta cobertura, sino también a cómo han tratado a temas como el control de armas y al movimiento Black Lives Matter.

El hecho de que sigamos creyendo que este tema es “admirable” refleja cuán segregadora es nuestra sociedad, relegando todo lo producido por mujeres a la sección femenina, como si hubiese una incapacidad para ser universal.

Gran parte de estas piezas periodísticas se deben a la nueva editora jefa, Elaine Welteroth, quien ascendió al cargo luego de ser directora del área de belleza y salud. Solo dos años antes, los artículos más leídos de la revista tenían que ver con noticias livianas sobre belleza y celebridades. Hoy, por el contrario, lo más leído se relaciona con temas como la ley que prohíbe el aborto en Ohio, contrastada con galerías de las parejas más tiernas del 2016 y una reseña de la rutina de cuidado de la piel de la modelo Miranda Kerr.

Sin embargo, el caso de Teen Vogue no es uno en un millón; hace bastante tiempo que las publicaciones a cargo de mujeres han tenido alto valor. El hecho de que sigamos creyendo que este tema es “admirable” refleja cuán segregadora es nuestra sociedad, relegando todo lo producido por mujeres a la sección femenina, como si hubiese una incapacidad para ser universal.

Breve historia de las “noticias para mujeres”

Érase una vez las noticas y…las noticias de mujeres. Tu periódico local (asumamos que estás suscrito, estamos hablando de varias décadas atrás) llega cada día con secciones jugosas como Política y Negocios. Más avanzados los días, quizás el fin de semana, habría una sección extra que contiene noticias que ¡oh!  incluso tu esposa leería.

Se trataba de la sección “Estilo de Vida”, que cubría temáticas que se relegaron a lo femenino sin serlo necesariamente: cocina, moda, belleza, cuidado de los hijos e, incluso, algunas noticias de farándula. El mundo de las revistas no era muy distinto: la gente asumía que en números para hombres, como Playboy, se podían combinar artículos difíciles de procesar y entrevistas en profundidad, pero Cosmopolitan solo podía darte consejos de cómo comerte un donut  desde el pene de “tu hombre”.

Hay que decirlo: esta situación es simplista y sexista. Lo que nos han intentado “enseñar” es que los hombres cubren y leen “noticias de verdad”, mientras que las mujeres….cubren, bueno, cosas de mujeres. Este sesgo aún se refleja en cómo se les asignan pautas a los periodistas. Desde los años 70, las mujeres llevan más tiempo estudiando en las facultades de Periodismo que los hombres. En 2010, el 64 por ciento de quienes se graduaban de periodista en Estados Unidos, eran mujeres. Pese a la cifra, el 65 por ciento de quienes se dedican a la sección policial; 67 por ciento de crónica roja, y el 62 por ciento de quienes cubren economía y negocios son hombres. Incluso la sección de Tendencias no permite que las mujeres doblen la proporción; la brecha de género alcanza una situación de 50/50.

Con este escenario se explica que nadie se sorprenda con los artículos en profundidad de GQ; pero cuando Teen Vogue quiere pormenorizar el pensamiento del vicepresidente electo Mike Pence respecto de los derechos reproductivos y LGBT, a todos les deslumbra.

El auge de la blogósfera femenina

En las últimas décadas, la imagen de las mujeres en los medios ha cambiado. Diversas revistas con mujeres y niñas como público objetivo, desde Teen Vogue a Elle y Cosmopolitan, comprenden que la cobertura de temas políticos y de entretenimiento no tienen por qué ser mutuamente excluyentes. Este cambio se debe, en parte, al éxito de las blogueras.

Este medio se “arriesgó” a combinar la cobertura de noticias políticas con moda y farándula, apostando a que sus lectoras disfrutarían tanto de Hillary Clinton como de las divas del estilo.

La primera publicación exitosa con la fórmula de blog feminista fue Jezebel, de Anna Holmes en 2008. Este medio se “arriesgó” a combinar la cobertura de noticias políticas con moda y farándula, apostando a que sus lectoras disfrutarían tanto de Hillary Clinton como de las divas del estilo. El tráfico del portal rápidamente se tragó a sus competidores y creó un modelo para medios femeninos que sigue igual de relevante que en sus inicios. En 2011, Tavi Gevinson expandió el espectro a las adolescentes con su revista Rookie: en el mismo mes publicaron un tutorial de maquillaje de la primera supermodelo negra y una guía para que las activistas luchen contra la islamofobia.

El éxito de Jezebel empujó a la industria a cambiar el modus operandi. Es obvio, pero por fin comienza a entenderse que las mujeres prefieren ser tratadas como seres humanos inteligentes, no como lactantes obsesionadas con la ropa. El movimiento feminista ha luchado por superar la percepción de que no se trata de un colectivo de personas asexuadas, quemadoras de sostenes y sin interés alguno por el placer o la estética. Ahora que las feministas por fin pueden hablar de maquillaje y de Beyoncé, se las juzga como “blandas”.

En la inminente presidencia de Trump, es crucial que dejemos de darle asidero a la idea de un límite entre el “periodismo de mujeres” y el “periodismo serio”. En tiempos de un presidente que – ante las cámaras – admitió haber acosado sexualmente a una mujer, esas son noticias que sí importan; si seguimos viéndolas como poca cosa, no podremos ser una oposición adecuada para Trump.

El movimiento de blogs feministas y la revolución femenina en las medios a consecuencia de ello han logrado que varios comiencen a darse cuenta de que tenemos que dejar de pensar en qué temas son para quién. Lo que hay que hacer es escuchar lo que ellas tienen que decir.


Traducido desde Quartz