Chile se ha caracterizado en los últimos años por sus esfuerzos en implementar fuentes de energías renovables y así palear su huella de Co2. Sin embargo, la empresa francesa Engie comenzó las operaciones de la Termoeléctrica Energética Mejillones en base de carbón, materia prima que se ha ido erradicando en el país por ser altamente contaminante.
¿Se acuerdan de lo ocurrido en Quintero? Bueno, al parecer los responsables de la puesta en marcha de esta iniciativa no lo recuerdan y ni siquiera se lo cuestionan.
Claramente, la firma francesa aseguró que el funcionamiento de la infraestructura corresponde a obligaciones contractuales, porque la construcción de la Termoeléctrica comenzó el año 2014, antes de que se decretara la limitación de este tipo de edificaciones el año 2018.
Actualmente quedan 10 termoeléctricas en Chile, y el costo de esta última superó los mil millones de dólares.
Según medios, la empresa en cuestión “se comprometió con los altos estándares ambientales mediante sistemas de reducción catalítica y quemadores de baja emisión para gases de óxido de nitrógeno”, pero dadas las circunstancias conocidas sabemos que estas explicaciones se tratan de puro humo.
La misma corporación entregó un millón de dólares a la Municipalidad de Mejillones para financiar iniciativas culturales y deportivas. Saquen sus propias conclusiones.
El año 2018, un grupo de 21 parlamentarios se reunió con la misión de “descarbonizar” Chile y evitar que ocurran situaciones como las presentadas en Quintero y Puchuncaví. La misión consiste en cerrar las principales termoeléctricas de Chile en un plazo de 12 años. Sin embargo, la empresa mencionada se desligó del acuerdo al presentarse este contrato cuatro años antes de la iniciativa.