Y seamos honestos, David Simon y su compadre George Pelecanos (The Wire) realmente no fallan.
por Fernando Delgado
Lo nuevo de David Simon en HBO (The Wire) arremete tan adictivo como un espresso con shots dobles de sexismo, racismo y machismo en dosis peligrosas para la salud, porciones de una incorreción feroz que harían sonrojar a los ejecutivos de cuentas de la agencia Sterling Cooper en Mad Men.
Porque estas crónicas de la calle 42 en Nueva York, a comienzos de la década setentera, (dan la idea de haber sido escritas por Dickens pero entre cines grindhouse, muscle cars y cafés de mala muerte y escasa higiene) deslizan sin nostalgia un tiempo pasado donde todo fue peor, -sin dudas- pero a ratos, los bordes que eximen la ficción de la realidad se hacen nebulosos, siendo la pátina de ese pasado previo al estallido disco una capa de óxido moral extendida hasta hoy. Así al menos lo estipula bajo cuerda esta primera temporada, donde los anhelos y vicios de ese micromundo de proxenetas repulsivos, prostitutas curtidas, aspirantes a mafiosos y starlets maltratadas se distancia del hoy apenas por la ausencia de teléfonos móviles y redes sociales.
Los marginados también sueñan, y los de acá lo hacen a gran escala. De seguro en los tiempos análogos era más fácil concretarlos, aunque estuvieran deambulando por el lado salvaje a-lo-Lou-Reed.
La culpa de seguro la tuvieron esas marquesinas seductoras con programas triples y argumentos tan luminosos como transgresores y esquizofrénicos. La tentación entonces estaba a la orden del día –y de la noche- en todo horario. Y no había una salida de emergencia debidamente señalada para que este grupo de enganchados a vivir con furia pudieran enmendar la ruta.
¿Pero estarían dispuestos a hacerlo? Vivir a contracorriente, hasta cierto punto, (o en varios) fascina y enceguece. Demasiado encandilados están los gemelos Vincent y Frankie Martino (James Franco) como también lo está Candy (Maggie Gyllenhaal), un tridente humano destinado a divisarse de lejos, pero eso es suficiente para resumir las tensiones de ese distrito en llamas, crispado por redadas arbitrarias y disparos impunes en los callejones más olvidados. Una Babilonia de bolsillo vista según Simon, quién jamás hace el amago facilista de glamorizar una realidad cruda, crudísima cuando quiere serlo en su miseria sin tapujos. Es en esa vereda donde vive su talento, reflectante de luces ultravioleta entre cuchitriles manchados de sangre y fluidos genitales.
“The Deuce” tambien es el retrato de los albores del cine para adultos, uno existente desde hace décadas y ahora (o ayer, en la serie) grita y gime (mucho), buscando salir del anonimato de los peep show, y reclamando su lugar en la misma vereda donde se estrenaron/reestrenaron las piezas de culto de la contracultura americana y europea. Toda una vorágine de audacia corriendo frenética y con los ojos vendados a los brazos de sus primeros sepultureros; la aparición del sida y la democratización del porno en internet, esa ciencia social clave en convertir en estrellas virales a perfectos desconocidos vía PornHub o RedTube.
Algo se está quemando en la calle 42 y en el Hollywood de hoy, pero sin duda lo de David Simon es un incendio incombustible en su solidez.
https://www.youtube.com/watch?v=1dvpkyRx_ak