La Belleza de Pensar feat. POUSTA respecto a la película ganadora de La Palma de Oro en Cannes.
Por Marcial Parraguez y Paloma Valencia.
Dos compañeros de trabajo decidieron ir a ver una función especial de The Square, la ganadora Palm d’Or en el festival de Cannes 2017. La sala no habrá tenido más de 30 personas, muchas calzando en el molde exacto de que trataba la película: gente relacionada a las artes y/o el espectáculo. Pero incluso esa presunción está basada en el estereotipo.
Al comienzo de esta cinta, dirigida Ruben Östlund, está Christian, el nuevo director de un museo arte contemporáneo en Suecia, exhausto, tomando una siesta que se le pasó de las manos y se alista veloz para una entrevista con Anne (Elisabeth Moss), una periodista del mundo de las artes y la cultura, insegura, nerviosa y algunas veces tan torpe que asusta a un punto en el que su conducta devela algún tipo de problema de personalidad, y es constante en generar momentos incómodos con cada participación.
Toda la película relata la preparación de marketing, publicidad y comunicaciones de este museo para inaugurar la exhibición The Square, de la artista argentina Lola Arias, una importante mujer del mundo de la cultura en su país, quien negó haber dado autorización para esto.
The Square es un cuadrado en el que todo el mundo se puede sentir seguro, pero básicamente es un cuadrado brillante en medio de la calle con una insignia que explica su significado en caso que nadie entienda la obra.
Para esto se reúnen con un equipo de comunicaciones. Dos hombres jóvenes, que están dentro del mundo de Internet y la acción directa entre el contenido -cualquiera sea- y la reacción -mientras más explosiva, mejor-. Proponen ideas millenials de redes sociales para mejorar las visitas al museo. Y todo les explota en la cara.
Cuando terminó la película, los dos compañeros tomaron bandos en torno a aprobar o desaprobar la película.
A Marcial le gustó y a Paloma, no.
Tomándose de varias escenas de The Square, cargada al diálogo irónico y entrevistas incómodas, se sentaron a hablar de lo que vieron:
Paloma: ¿Por qué te gustó tanto la película?
M: El mundo del arte contemporáneo ha sido blanco de los peores dardos de la crítica. También ha sido protagonistas de las mejores selfies en tu newsfeed de Instagram; en The Square esta es la razón que la mueve.
P: Pero, ¿No es una hipocresía parodiar el mundo del arte moderno cuando el cine es arte per se?
M: Esta película se dispara en los píes constantemente al criticar la crítica, pero le funciona, como también en ciertos aspectos le funcionó a Birdman.
Un mundo burgués, de hombres privilegiados, con miradas de desprecio. Gente que gasta en una tarde comprando arte lo que gana la clase media en un año o más. Parece una cultura que piensa y cuestiona de sobremanera las situaciones en su Suecia, pero es sólo una intelectualidad que no lleva a un plano material su visión tan trastornada de la humanidad; un posmodernismo de principio a fin.
P: ¿No te gustará solamente porque ganó Cannes?
M: No le puedo quitar el mérito al Festival. Fue por este medio que supe de la película. Pero me gusta más por lo demás. Por su exactitud, sobre todo porque me recordó mucho a lo que pasó con Agustina Quiles en el 2016.
Quiles tenía a toda Latinoamérica sin entender nada. Ganó en la categoría juvenil del Banco Central de la República Argentina (BCRA) en la muestra del IX Premio Nacional de Pintura.
¿El motivo? Su cuestionada obra “Sin Título”. No fue cuestionada por el mundo del arte que, al igual que en The Square, parecía entender a la perfección de qué se trataba su serie de trabajos en papel de seda que la artista raspaba para lograr este resultado.
Es que el arte se encarga a diario de hacer entender al resto de las personas que no está en este mundo que no entiende nada, que nada tiene sentido porque aunque no sea el objetivo el mensaje siempre se puede traducir a lo mismo: el arte no es para todos, al menos no este.
Este cuadrado, la mismo tiempo, es el marco del arte, los límites que existen en él. Hay ocasiones en las que se podría pensar que no existen estos límites, y que posicionarnos resignifican la censura o la autocensura.
En este museo se trabaja el arte como un descuido constante. Una de las exposiciones trata sobre gravilla apilada. Son más de diez montículos montados en una exposición, no se explica: sólo se muestra. El encargado de aseo pasa limpiando con una máquina para pulir el piso y se lleva consigo parte de la obra. Para solucionarlo, una de las curadoras propone llamar al seguro, pero Christian le pide fotos y buscar la gravilla en la basura para rearmar la obra. Así de frágil es el arte.
Marcial: ¿No te parece eso interesante?
P: Es interesante, sí, y por lo mismo no le puedo quitar el valor que le ha dado la crítica a esta película. Pero soy un mero espectador burgués, de un grupo similar del que se ríe The Square, pero aún así sé que hay formas más sutiles y claras de parodiar al arte y lo elevado.
Tomemos a Montty Phyton y sus sátiras, que aunque quizá no hayan ganado Cannes, se metieron en la piel de temas tan controversiales como la religión, la sociedad británica, la monarquía y la mala educación, entre otros. Y convengamos que era la última mitad del siglo XX, dónde el Internet no se metía en nuestras vidas. El impacto de este tipo de parodias era incluso más real, más educativo. La comedia, aunque pocos lo quieran aceptar, tiene la obligación de sacarte de tu pequeño mundo y sacudirte entero.
Mencionaste también a Birdman, la cual problamente sea mil veces menos refinada que The Square, por último se mojó el culo y contrató a un cast estelar para cumplir el cometido: llegar a las masas. Lo más ingenioso de todo esto es que además se llevó premio tras premio en festivales alrededor del mundo y que ese público entendiera el snobismo del teatro y el espectáculo, el doble filo de la fama y el exceso de los aires de grandeza de aquellos que algún momento tuvieron fama y la perdieron. ¿Qué mejor que demostrarlo con un personaje que se transforma en superhéroe de su propia existencia?
M: ¿Qué no te gustó en específico? ¿El sentido? ¿Que se dispara en los pies? ¿Que es una burla en si misma?
P: No soy banco ni fondo de inversiones, así que no sé como un proyecto como este logró tener 5,5 millones de dólares de presupuesto. Son esos mismos millones que la película nombra majaderamente que la gente que invierte en arte, esas 291 personas que son parte un porcentaje mínimo de personas con más dinero en el mundo, pusieron de su bolsillo plata para este proyecto.
También dudo que esa recaudación de más de 7 millones de dólares haya llegado a manos de ONGs que le den de comer a los mendigos, ese grupo vulnerable en Suecia y el mundo, u oportunidades de salir de la pobreza.
M: ¿Cómo se debió tratar este mundo de artes burgués entonces? ¿No te parece honesta, al menos?
P: Lo que si me dejó en claro The Square, que quizá no se menciona tanto como la ridiculez de lo que se gaste en arte moderno y lo sin sentido que pueden ser varias piezas, es que el mundo de las comunicaciones muchas veces es tonto. Desprovisto de mirada social, tacto e incluso fuera totalmente del mundo en el que está inserto, es capaz de llegar al nivel de explotar imágenes de gente pobre y desvalida por un viral.
Ah, y que definitivamente la gente rica con la gente de menos ingresos no se van a juntar, simplemente porque le tienen miedo a que esa plata se vaya con tocar una mano que trabaja más duro que curar una exhibición que nadie, pero nadie, va a ver.
The Square se está presentando el martes 19 y 26 de diciembre, jueves 21 y 28, ambas a las 20:15 horas en Sala K, Condell 1307, Providencia.