Es fácil encontrar personas que odien lo que hacen, pero en su tiempo libre disfrutan del dinero que ganan para encontrar sus pasiones.

David Iskander

Les millennials han comenzado un viaje laboral tortuoso: los índices de cesantía en Chile han aumentado en los últimos años, los sueldos son bajos y el costo de vida sigue aumentando según avanzan los más desastrosos virus del capitalismo en su máximo esplendor.

La promesa de la educación como plataforma para cementar/solidificar/gestar una base sólida que permitiría a las nuevas generaciones encontrar trabajos, una posibilidad de acción mayor, es una ilusión porque a lo único que se enfrentarán (con una extraña seguridad) es a una alta deuda que ocupará gran parte de tu tiempo posuniversitario y será el causante de un nuevo tipo de estrés al que tu cuerpo no está preparado.

La tasa de desocupación chilena entre jóvenes de 15 a 24 años es del 16,6%, según el Instituto Nacional de Estadísticas.

Van creciendo generaciones sobre estimuladas con altos niveles de confianza, de autoestima y que no temen en reconocerse como los mejores en lo que hacen, pese a sólo tener nociones básicas, por ejemplo. Gente, en resumidas cuentas, dispuesta únicamente a transar dentro de los campos que les competen, imposibilitados por convicción de entrar al mercado laboral que no se ajusta a sus gustos.

Hoy, más que nunca antes, la frase “Encuentra tu pasión” o “Haz lo que te gusta” está fuera de orden. El sentido común, en estos tiempos, debería avanzar a un lugar que proponga la maximización del tiempo libre para encontrarse con estas pasiones o lo que guste.

En este precario entorno laboral, en estas constantes crisis capitalistas que impiden la estabilidad juvenil-laboral, estudiar y/o trabajar algo o en algo que solamente te permita aprovechar tu tiempo libre y te permita ganar la suficiente cantidad de dinero necesario en algún momento es una de las tantas maneras que existen para hackear “el sistema”.

Carol Dweck, profesora de Stanford, explicó que desde 1990 la frase “Haz lo que te gusta” se ha multiplicado por nueve en toda la literatura existente hasta la fecha. La académica cree que dar este consejo es erróneo, está mal ya que “eso significa que si haces algo que se siente como trabajo, significa que no te gusta”, ya que las pasiones no se encuentran, sino que se desarrollan.

Pero más allá de lo que dice la experta, como un paso previo a enamorarse de ser explotado, las personas deben ser lo suficientemente inteligentes como para entender que no siempre van a poder trabajar en lo que aman, que no es fácil sobrevivir en el tormentoso mundo laboral, sobre todo humanistas y personas dedicadas a “las otras ciencias”, o el arte, las letras, la filosofía.

Poder trabajar en lo que amas es un desconcierto constante, una búsqueda interminable y poco lucrativa. Puedes trabajar en lo que amas, pero no necesariamente te pagarán el sueldo que necesitas, por lo mismo es un lujo de algunos, sobre todo con los sueldos del mercado, la calidad laboral o los ambientes fríos y deshonestos.

Sin siquiera contar a las personas que no pueden costear estudios y deben trabajar en lo que aparezca en sus vidas para sobrevivir.