Si para Ud. Vampiro es significado de Twilight o Patinson, mejor cambie de canal. De hecho, es para quienes a causa de esta reciente – e insoportable – modita de los vampiros, quieren o están interesados en ver algo más fresco o que por lo menos tenga buenas referencias, y qué mejor que una serie proveniente del grandísimo Allan Ball.
Pero ojo, no se confunda, no es que odie a los “vampiros”, en verdad, odio a la gente que desde que a la no tan creativa Stephenie Meyer se le ocurrió escribir Twilight cree que hay vampiros ocultos en cada esquina, que tienen los (perfectos) pectorales de Robb P. y que son multimillonarios.
La serie a la cual me refiero es obviamente True Blood, cuya historia se desarrolla en un pueblo de Luisiana, donde gracias a los avances japoneses ha sido posible crear un tipo de sangre artificial, mediante la cual los vampiros son capaces de integrarse como cualquier otra persona en la sociedad. Los protagonistas principales son Sookie Stackhouse (Anna Paquin), una mesera de Merlot’s, y Bill Compton (Stephen Moyer), un vampiro que desea volver a su vida normal.
True Blood tampoco es la graaan maravilla. En efecto no ha sido el éxito que se esperaba, sin embargo, y como muchas, se toḿo su tiempo al comenzar, para finalmente cautivar a sus pacientes seguidores. Los personajes, tampoco son hitos del cine (a excepción de la archi ganadora del Oscar Anna Paquin), y los capítulos, más que tener la perfección de los Soprano o la exquisitez de los guiones de Six Feet Under, tienen un dinamismo envidiable, lo que convierte a True Blood una serie más entretenida que de culto. Sin embargo, confieso que estoy algo desilusionada de la adaptación que hizo mi ídolo de esos (malísimos) libros, o tal vez hago un mea culpa por esperar algo que esté a la altura de lo que fue la familia Fischer.
Si bien la serie, inspirada en Southern Vampire de Charlaine Harris, no copia 100% al pie de la letra cada texto somo se podría hacer al mejor estilo Pablo “plagio” Illanes (véase donde está Elisa vs la versión española), tiene el plus del misterio y la reflexión que Allan Ball es capaz de otorgarnos en cada diálogo. Por curiosidad, leí el primer libro de esta saga de Charlaine Harris, y debo decir que no me gustó para nada, pero al conocer la adaptación de Allan Ball y el mundo interior de cada uno de sus personajes, se me olvida que la esencia de toda esta historia la escribió una vieja ociosa y caliente, y me hago la sorda para sentir que estoy ante una de las interesantes obras de HBO.
A pesar de que a primera vista tiene más contras que pro, True Blood, es totalmente recomendable para alguien que como yo, compulsivamente tiene un problema de adicción a las series de HBO y además quiere ver algo nuevo de Allan Ball. A todo esto, la su segunda temporada es perfecta para terminar tu Domingo, pues empiza a las 22:00.