El Pripyat Hotel es calificado como excelente o muy bueno y exhibe muy buenas críticas en el sitio de viajes Trip Advisor. Es considerado el mejor hotel de Chernobyl y es que es el único que hay. Los visitantes destacan entre las ventajas de este singular alojamiento, su ubicación y tranquilidad y como atractivo adicional; la prohibición de abrir las ventanas por el asunto de la radioactividad.

En el sector del reactor que sufrió el peor accidente nuclear de la historia (equivalente a la explosión de más de mil bombas atómicas como la de Hiroshima) no te permiten estar a la intemperie más de diez minutos, pero es tiempo suficiente para alcanzar a sacarse un par de selfies y mostrarle al mundo que estuviste ahí.

El “turismo negro” no es nuevo. Se le conoce también como “turismo oscuro” o “turismo de dolor” y se basa en el morbo por la tragedia. Sitios en los que en algún momento se consumaron genocidios históricos, desastres naturales, injusticias, torturas, muertes, etcétera. Son lugares que evocan la muerte, la destrucción y la desesperación ¿Qué tiene eso de atractivo?

A pesar de que no tengo respuestas para esa pregunta, es sin duda una actividad en alza que le interesa a la gente ya sea en forma de cadáveres carbonizados como se pueden ver en Pompeya; en forma de altar o ruina maya para sacrificios humanos o en restos de edificaciones en donde ocurrieron cosas atroces como Auschwitz, la central de Fukushima, el memorial “Choeung Ek”en Camboya, la Zona Cero en Estados Unidos o el Centro Memorial de Genocidio de Kigali en Ruanda; por nombrar algunos.

Conocer estos lugares implica un impacto espiritual gigante y si bien es fundamental conocer la Historia Universal y entender cómo y por qué ocurrieron estas desgracias en diferentes lugares del mundo, no hay que olvidar que la industria del turismo ve este fenómeno como una oportunidad para llenarse los bolsillos. Es una justificación para ampliar las opciones ya disponibles y seguir explorando y explotando el “turismo negro”.

En estos tiempos de inmediatez y conectividad se puede contemplar las tragedias en vivo y/o en directo; las atrocidades que pasan en la actualidad y los lugares en los que hoy se llevan a cabo ataques, bombardeos o masacres, son potenciales destinos para este tipo de turismo.

El campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en Polonia. Aquí fueron asesinadas 1.100.000 personas, principalmente judíos. La Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 1979 como uno de los lugares de mayor simbolismo del Holocausto.
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El Monumento de la Paz de Hiroshima, ubicado en Japón, fue la estructura más próxima que resistió al impacto. Este destino es en honor a las miles de víctimas que fallecieron en el ataque nuclear de 1945.

Ambroise Tézenas es un fotógrafo documental francés del 72 que desde el 2001 se concentró en fotografiar lugares más que personas. Su carrera dio un giro hacia una etapa más contemplativa y profunda y en 2014 publicó un proyecto llamado I was here Tourisme de la désolation” que reunía fotografías del 2008 hasta la fecha que abarcaban espacios abandonados después de catástrofes naturales, genocidios, enfrentamientos y guerras. El surgimiento del fenómeno conocido como dark tourism (turismo negro), el cual convierte estos espacios de muerte y desolación en sitios turísticos debido a su peso histórico.

El nombre de I was here surgió de un encuentro que Tézenas tuvo en una celda de tortura en Camboya con un turista que escribió en una de las paredes “I was here”. Ante ello, el fotógrafo reflexiona sobre el comportamiento que tienen los visitantes en estos espacios, el morbo, homenaje o aprendizaje, así como los fantasmas y la consciencia o inconsciencia.