Porque en tiempos de ruido legitimado como sinónimo –y falacia- de una vida social efervescente, urge un retorno a lo simple y lo original. Una premisa por décadas manoseada para vender guías de autoayuda o botellas de agua mineral, acá se convierte en un grato cuento de afectos en medio del post apocalípsis.

Dirigida y protagonizada con destreza por John Krasinski (Jim Halpert en “The office”, versión americana), “Un lugar en silencio” se estrena hoy jueves.

Una familia acechada por monstruos y por un accidente más pavoroso aún, caminan casi en puntillas, descalzos. No hay tablets, ni celulares, ni pantallas de ninguna índole (hay unas cuantas, pero no para subir fotos ni revisar likes).

Viven en un predio agrícola con todo lo necesario para la subsistencia de la prole. Así pasan los días, sabiendo acomodarse a su pesar con ese apremio que se ha convertido en un enigma a nivel global.

Como un capítulo en reversa a la ética de lo enseñado por “Black Mirror”, así funciona este relato con mutismo selectivo. Se habla apenas, haciendo un lip-sync propio y solo cuando la amenaza se encuentra alejada. Regla ejecutada cabalmente por los padres; Lee (Krasinski) y destacando –como siempre- Emily Blunt (El regreso de Mary Poppins) como la matriarca. Acá es Evelyn, una neo scream queen en medio de una paradoja; gritar y liberar la angustia es firmar automáticamente el fin de su gente. Esta vez no es el movimiento, ni la respiración ni el calor corporal; es el sonido, indistinto de su origen el imán de atracción para las bestias despiadadas.

Se hace complicado mantener a una pareja de pre adolescentes en silencio. Cuesta, considerando que (todos) tienen miedo, rabia y frustraciones ante el desastre reinante. No hay causas para explicar el origen del terror, en cambio hay austeridad en la rutina diaria y valoración de los detalles en apariencia nimios. Es esta una de las garantías más evidentes de “Un lugar en silencio”; su fe por la familia.

Da igual si el grupo es mas o menos imperfecto, pero esa será la estructura de salvataje llegado el momento de la catástrofe según lo plantea Krasinski.

Este starter pack de emergencias a gran escala, se inspira en los clásicos por antonomasia; “Los pájaros” (1960), “La noche de los muertos vivos” (1968) y hasta queda tiempo para un repaso en tierra firme de “Tiburón” (1975). Situando su satisfactoria simpleza y bien pensados sustos desde un atalaya pulcro y absorbente. Uno digno de los relatos de “La dimensión desconocida” y de sus metáforas políticas en jerga de ficción televisiva.

Llegó el momento de guardar silencio, no hace falta gritarlo todo. Menos stories de ego, menos exhibicionismo, más escuadrones de monstruos regulando la contaminación visual-acústica y más cine de género como este, por favor.

https://www.youtube.com/watch?v=FlOcVpFri0c