Vivimos en la época más conectada de todos los tiempos. Nuestros amigos, compañeros y familiares están disponibles para nosotros 24/7 sin importar en qué parte del mundo estén. Es la era de las comunicaciones.
Imagina que nos quitaran todo eso de la noche a la mañana. ¿Qué pasaría si, en lugar de tener todas esas posibilidades anteriores, solo pudieras llamar a una persona, por un máximo de 2 minutos? Casi imposible de imaginar. ¿A quién llamarías? ¿Qué le dirías?
En el sur de Sudán, esto es su realidad para muchas personas. En el 2013, después de dos años que se convirtieron en un país soberano, lo cual inició una brutal guerra civil en donde las comunidades se dividieron y las familias fueron separadas a la fuerza.
De un momento a otro, cortaron las redes telefónicas y Akobo, como muchas otros pueblos en Sudán del Sur se vieron excluidos del resto del mundo
Al cabo de dos años de conflicto, parecía que la paz había llegado y muchos habitantes de Akobo decidieron mudarse a la capital en busca de oportunidades para estudiar y trabajar.
Incluso en Akobo, muchas familias se separaron, ya que algunos hombres se quedaron para cuidar
sus hogares y tierras, mientras sus esposas e hijos buscaban refugio de las batallas en lugares vecinos. La mayoría pensó que la guerra acabaría en algunas semanas y que luego se reencontrarían.
De un momento a otro, cortaron las redes telefónicas y Akobo, como muchas otros pueblos en Sudán del Sur se vieron excluidos del resto del mundo. La guerra avanzaba y muchos perdieron el contacto con familiares y amigos. Muchos incluso, ignoraban si ellos estaban aún con vida.
Recién en julio del 2014 gracias al programa de restauración de vínculos familiares de la Cruz Roja. La institución les dio a las personas la posibilidad de usar un teléfono satelital. Para muchos, esta sería la primera vez que hablarían con sus familiares después de separarse.
Evitando el sol bajo un árbol y a las afueras del pueblo, los residentes se sientan pacientemente
esperando su turno para usar el teléfono. Se registran unas 200 personas al día, luego esperan. Cuando dicen su nombre por altavoz, sacan un trozo de papel con el valioso número que le entregan al miembro del equipo de la organización. Él lo marca y entrega el teléfono.
Solo se les permiten 3 minutos de llamada.
Es difícil imaginarlo, pero para los habitantes de Akobo, esto es el único nexo con el mundo exterior. En Octubre de 2015, el fotógrafo inglés Giles Duley viajó a Akobo para documentar este proyecto, liderado por Comité Internacional de la Cruz Roja y un grupo de voluntarios de Sudán del Sur.
Liep Wan Loang, 35 años
Liep llamaba a su esposa. No hablaba con ella desde Marzo de 2014. Quería saber cómo ella estaba y pedirle que sea paciente. “Dentro de poco, volveremos a estar juntos”.
Nyiakubo Wiyual, 16 años
Nyiakubo llamaba a su hermano que pensaba muerto en batalla. Ella no sabía nada de él desde 2013. Durante la llamada empezó a llorar. “Lloro porque pensé que había muerto, pero ahora escucho su voz. Estoy tan feliz”.
Nyanchan Maluol Mot, 19 años
Nyanchan llamaba a su hermana. Estaba en un campo de desplazamiento interno de personas en Yuba. No se comunicaban desde 2013. Quería decirle que había encontrado a un familiar en Yuba y esperaba que les pusieran en contacto para que su hermana no estuviera sola.
Chol Lul Walou, 60 años aproximadamente
Chol llamaba a su hija y yerno, con quienes perdió contacto en diciembre de 2013. Ellos viven en Jartum, Sudán. Cuando comenzó la guerra, Chol quedó sola y nadie que la ayudara. Le pidió a su familia que le enviaran dinero y ropa. “Por la guerra no tengo a nadie”.