Existe una generación de adolescentes que no tiene idea quién es Osama o Pinocho. Mientras les recordamos cosas que pasaron hace años, pienso que desconocer o no ser protagonistas de estas historias pareciera que les permite crecer con mucha más paz, libertad y espontaneidad.
El resto, seguimos atrapados.
Este país bipolar, que se une y se separa de un día para otro, necesita urgente cambiar los hábitos y un par fármacos psicóticos. La unidad que tanto ha manoseado nuestro presidente o el que este de turno, no puede ser un resfrío de tres días para seguir siendo la tropa de ambivalentes que nos gusta ser. No solo se trata de avanzar, si no también de invalidar y bloquear la violencia que no se adhiere a ninguna causa.
Muchos critican al lumpen. Pero de alguna manera todos somos encapuchados, la diferencia es que unos destruyen la calle, pero el resto estamos presos y tapados por falta de autenticidad.
Entiendo la profundidad de la historia, aunque siento mucho más fuerte nuestra inmadurez del futuro. No desconozco los derechos humanos, pero hoy esa misma causa se viola por nuestro auto-desconocimiento tribal, la incapacidad de una educación justa, el exterminio de nuestro propio planeta y el no reconocimiento de la igualdad en cualquiera de los sexos posible. Los derechos solo cambian de nombre y líder, pero es el mismo grito. Esas causas son tan humanas como aquellas que invocamos cada 11 de Septiembre. La novedad, es que estamos en el 2011, viviendo- destruyendo o celebrando- en la dictadura de la Camila que todos llevamos dentro.
Cuando un minero se va a rehabilitación, todos nos vamos. Quienes siguen buscando ciegamente cuerpos bajo el mar, es porque simbólicamente todos buceamos en lo incomprendido. Quien dispara, luego es apedreado a morir. Somos animales chilenos.
Por mientras, seguiremos recibiendo golpes y trataremos de mantenernos de pie mientras tratamos de no ahogarnos en nuestras siglas ( los 33, los 21, 11S, el 27F ) y esperamos la próxima dosis. Todo calza, pero al final nadie parece entender nada. Busquemos sentido más que explicaciones.
Con todo respeto, Allende es una estatua, Osama y Pinochet brindan bajo tierra. Viva Justin Bieber.