El fin de semana Vicente Vera fue asesinado a puñaladas en la cabeza por un grupo de bestias que no pudo con la imagen del hombre jardineando junto a su pareja del mismo sexo. Si eso no te da una pena infinita tienes una piedra en el pecho en vez de un corazón.

¿Por qué alguien le tiene que preguntar a otra persona sobre su orientación sexual? ¿Por qué es tan relevante para un heterosexual si alguien es “activo” o “pasivo”? ¿Por qué vivimos tan preocupados de lo que hace el resto y no de nuestras propias inquietudes? Juan Gabriel respondió a esa pregunta con una magnifica respuesta que muchos recordarán por la simplicidad de sus palabras: “Lo que se ve no se pregunta”.

Este fin de semana, mientras algunos aplicaban bloqueadores sobre pieles desconocidas, Vicente Vera de 48 años, luchaba por su vida tras recibir un ataque homófobico en el patio delantero de su casa mientras jardineaba con su pareja, Henry Vásquez.

La vida de Vicente no pudo con las cuatro puñaladas que recibió en su cráneo por parte de homofóbicos que decidieron terminar con su vida frente a su pareja, simplemente porque el cerebro de unos niños de veinte años determinaron que no les parecía correcto que Vicente y Henry tuvieron una vida de pareja ¡En su propia casa sin molestar a nadie! Y así, poner fin con su existencia.

Cinco cerebros básicos, con mucho odio y rabia, hostigaron por muchos años con ataques homofóbicos a la pareja que vivía en La Cisterna. ¿Qué tiene que pasar para que esto deje de pasar? ¿Educación gratuita y de calidad? La responsabilidad influye en todas las áreas de donde un ser humano recibe estímulos diarios: familia, amigos, colegio, universidad, vecinos, transporte público, calle, carretes, etc.

¿Por qué impiden que el resto sea feliz? ¿Tan miserable y básica es la vida de los homofóbicos que no tienen nada mejor que vivir metidos en la vida del resto, fomentando un odio machista que llega a determinar, bajo su propia decisión, si alguien seguirá con vida o no? El miedo ya dio la vuelta completa en la vida de cada homosexual para convertirse en pena. Una pena que un país no entiende, que su sociedad no entiende y tampoco quiere entender. Una pena que supera cualquier tipo de muerte. Una pena que gira en torno a la falta de cultura y las pocas ganas de querer ser seres evolucionados. Una pena que invade la esperanza de crecer en una sociedad que pueda ser mejor, no económicamente, sino en respeto y tolerancia.

¿Por qué los homosexuales tenemos que ser los raros que se comparan con zoofílicos? ¿Por qué los raros no pueden ser la gente que piensa que los homosexuales son los raros? Estas crisis existenciales son las que empoderan a un movimiento que no está solo, y que nunca lo estará. Porque la homosexualidad ha estado presente en todos los tiempos y no es una moda impuesta por el siglo XXI. Ser homosexual no te hace comer, caminar, pensar o respirar distinto. Hacemos las mismas cosas que hace la familia de muchos homofóbicos. Vamos al baño y cagamos con olor a caca. Tenemos olor a boca en la mañana y andamos en metro en hora punta viendo como hombres heterosexuales se sienten autoritarios ante el cuerpo femenino. ¡Hacemos exactamente lo mismo que hace le resto! Sólo nos calentamos con personas de nuestro mismo sexo. Y si nos ponemos hablar de calenturas, créanme que hay cerebros heterosexuales que son mucho más retorcidos que los de un homosexual.

Lo más heavy de todo, es matar a una persona que está enamorada de otra persona de su mismo sexo. El amor es como Dios, omnipresente y de una validez muy personal, como todas las religiones. Si vamos a acostumbrarnos de que heterosexuales maten a homosexuales por vivir del amor de su pareja, empecemos a enseñarle a las personas a cómo sobrevivir sin el amor de tu vida, sobre todo si lo viste morir en tus brazos. Porque ahora la vida Henry Vásquez, la ex pareja de Vicente, será así. Una vida con giro alterado por heterosexuales que viven del odio.