Esta semana se comenzó a difundir un video que muestra como un policía arresta a una niña de tan solo seis años en un colegio de Estados Unidos. El registro que ha dado la vuelta al mundo causó indignación en el país norteamericano y reavivó el debate sobre la detención de menores.

El hecho ocurrió en septiembre de 2019 en una escuela de Orlando. Allí la pequeña Kaia Rolle protagonizó una rabieta por no poder ocupar sus lentes de sol durante una clase. Su reacción obligó al subdirector a llevarla a un despacho de la escuela. “Kaia se volvió agresiva y me golpeaba con las manos en el pecho y el vientre. Yo la sostuve agarrándola por los antebrazos“, sostuvo el responsable de la institución.

En el registro, la niña aparece sentada en una oficina de su escuela, calmada, mientras una trabajadora del centro le lee una tarea de un libro. Luego, llegan al lugar dos agentes que le indican a la mujer que Kaia tiene que irse con ellos. La niña se angustia al ver las abrazaderas de plástico que llevaba uno de los policías y suplica para que no se las pongan. No obstante, el oficial no hecho pie atrás y la condujo a un vehículo policial.

La abuela de Kaia indicó a la BBC que “no solo la metieron en un vehículo policial, sino que la llevaron a un centro de detención juvenil, donde tomaron sus huellas dactilares y fotos de ficha policial y tuve que bajar al centro para firmar su salida”.

Kirkland agregó que el “berrinche” de Kaia se trató de un efecto secundario de la apnea del sueño, una condición médica que hace que la respiración del afectado se interrumpa o sea muy superficial. Durante el día, las personas con esta afección tienden a sentirse cansada, tener problemas de concentración, cambios de humor e incluso sufrir dolores de cabeza.

Dennis Turner, el oficial cuya cámara corporal capturó el incidente, fue despedido después de una investigación interna efectuada por el Departamento de Policía de Orlando, que estableció que el agente no siguió el protocolo correcto.

La normativa establece que un oficial debe contar con la aprobación de su supervisor para arrestar a cualquier niño menor de 12 años.