“Normalmente uno en el metro ve caras largas, gente amargada y gente enojada. Los mensajes positivos son una práctica que ayudan a generar alegría y empatía entre los pasajeros”, nos dijo uno de los conductores detrás de esta iniciativa.
Si te encuentras en la eterna transición de dejar de estudiar en la universidad para ser un adulto joven, probablemente pocas cosas pueden arruinar tu día como el momento en el que dejas de tener el pase.
Me encontré en esa situación una mañana, sin previo aviso y sentí el peso de la adultez caer sobre mis hombros. Ya, quizás no tanto, pero si debí mentalizarme a tener que desembolsar una parte significativa de mis ingresos al Metro de Santiago, un servicio colapsado, caro y donde pasan cosas muy raras de vez en cuando como la oportunidad en que un tipo se paseó desnudo por la estación Tobalaba aparentemente bajo los efectos del crack.
Resignado, pude ver en la repleta estación Baquedano, que combina las Líneas 1 y 5, la cara de orto de mis compatriotas apretados como sardinas y la expresión de sorpresa de todos cuando el parlante encargado de decir la siguiente estación de forma monotemática, cambió totalmente su discurso para expresar algo así:
“Estación Universidad Católica, permita bajar antes de subir y recuerde que no hay mejor moda este invierno…que la amabilidad”
Todos nos miramos con sorpresa ante el meloso e inesperado mensaje que no pasó desapercibido. De hecho, la ocasión se repitió con tanta frecuencia que mis amigos le pusieron al tipo tras los mensajes, el hombre excesivamente positivo del Metro de Santiago. O traducido en idioma millennial: el Overly Optimistic Guy (a la chilena sería algo así como el chofer de metro más buena onda del mundo). Quizás hasta sería un buen título para una sitcom en Netflix.
Así fue como nos propusimos como misión encontrar al encargado de intentar llenar de alegría uno de los sitios más infelices de Santiago.
Pero sorpresa, ya que son dos los Overly Optimistic Guys que dicen los mensajes motivacionales durante el día en la línea 1: Felipe Salgado lo hace durante la mañana y Felipe Bustos en la tarde.
“Trabajo como chofer del metro desde hace casi tres años. Para lograr tener esta profesión hay que hacer un curso de cinco meses. La idea de los mensajes partió por iniciativa propia, porque había trabajado como guía de turismo en una agencia de viajes y tenía noción de cómo enfrentarme al público”, nos contó Salgado.
“Normalmente uno en el metro ve caras largas, gente amargada y gente enojada. Los mensajes positivos son una práctica que ayudan a generar alegría y empatía entre los pasajeros”, agrega.
La iniciativa dio resultados según Twitter, que extrañamente se llenó de mensajes de agradecimiento e igualmente positivos. Reitero: extrañamente en Twitter, uno de los lugares con más peleas en Internet.
“Uno contribuye a mejorar el servicio. Es un buen aporte, la gente está a gusto, mucha gente dice que ha tenido el mejor viaje en tren de su vida”, afirma Felipe Salgado que trabaja desde las 7 de la mañana hasta las tres de la tarde todos los días por lo que probablemente lo escuches de forma habitual si transitas en ese horario por la Línea 1.
Felipe Bustos, encargado de entregar mensajes similares pero para el horario PM, se emocionó con la idea de ser chofer del metro mientras trabajaba como cajero del servicio.
“Estudié Automatización Industrial y postulé a Metro, donde me evaluaron durante cuatro meses y quedé. No te voy a decir que voy a ser conductor toda la vida, pero sí puedo entregar un granito de arena a mejorar el servicio. Creo mucho en el universo y las energías, y siento que transmitir mensajes positivos contribuye a mejorar el día a día de la gente”, nos explicó.
También, nos dijo como con su compañero de labores se propusieron esta tarea: “Felipe Salgado es mi partner y literalmente ninguno sabía que hacíamos la misma función pero en diferentes horarios. Pensamos que hemos hecho un aporte, aunque no sea la gran cosa”.
El Metro de Santiago es el servicio de trenes urbanos más caro de Latinoamérica y le cuesta un tercio de su sueldo a alguien que gana el mínimo. Un tercio tan solo en ir y volver de la casa al trabajo, ni hablar de ponerse a pasear. Tampoco está de más mencionar el hacinamiento durante las horas punta que hacen que hasta la persona más alegre pierda la paciencia. Mención honrosa a los ventiladores que tiran agua tibia en forma de rocío durante el verano por los andenes y los vagones calentados en invierno a punta de olor a cuerpo. Vieron, mucha frustración.
Si bien la labor de estos choferes y locutores no es sustancial en mejorar de forma constante y sonante el servicio del Metro de Santiago, su actitud es un ejemplo de cómo sí podemos dejar de andar con mala actitud y agradecer el intento que hacen dos personas extremadamente positivas, sin pedir nada a cambio, en uno de los espacios más infelices de la ciudad.