A propósito de Weinstein, Von Trier, etc. Cineastas responden: ¿Se puede separar la obra del artista?

Marialy Rivas, Roberto Doveris, Wincy Oyarce y otros artistas más participan de una discusión que se torna cada día más necesaria.

Hay un capítulo en Bojack Horseman con guiños al caso de Bill Cosby y David Letterman: Hank after Dark, donde se explica claramente y paso a paso cómo la industria protege a sus hombres por sobre todas las cosas. Se evidencia, al mismo tiempo, la manera en la que éstos son incapaces de ver sus privilegios.

Marialy Rivas dijo, en la presentación de su nueva película Princesita, que en la vida de las mujeres “hay que construirse dándose cuenta que hay una cosmovisión masculina que siempre te está abusando”, y sirve para explicar claramente lo que sigue.

Beth Winegarner, periodista y escritora, publicó hace unos días una larga lista con los nombres de actores, directores, y personajes del entretenimiento y las artes que han estado involucrados en casos de abusos, violaciones y violencia.

En el reporte aparecen Casey Affleck, Ben Affleck y Roger Ailes acusados de acoso sexyal. Christian Bale, John Barrymore, Brian Bonsall, Josh Brolin, James Caan y Nicolas Cage de violencia doméstica. Gary Busey de violencia doméstica y abuso sexual. Woody Allen por abuso de niños y niñas. Marlon Brando, Jared Leto y Nate Parker, de violación.

La lista es larga. (La puedes ver acá con los links a las noticias de las acusaciones).

¿Qué hacemos en estos casos? ¿Por qué se siguen perpetuando estas dinámicas en la industria? ¿Debemos dejar de ver obras hechas por violadores, abusadores y hombres violentos que han usado sus privilegios para pasar por sobre todos?

Conversé con artistas y cineastas chilenos para entender lo que pasa, o al menos tratar, y aclarar el panorama:

La periodista cultural Camila Mellado explicó que si bien los artistas y estudiosos dicen que sí, ella está convencida de que cada obra tiene significados y resonancias propias. “No se puede separar de su contexto, porque entonces sucede que pierde gran parte de su significado, si no todo”.

Pero esto no quiere decir que la obra deba o tenga que ser evaluada desde la moralidad o que la belleza de ésta dependa de “la moral del artista”, afirma.

 

El director de cine Roberto Doveris (Las Plantas) dice que hay que entender esto de esta manera “Una cosa es la obra, otra cosa es su contexto, otra cosa es el autor que se deriva de su obra, otra cosa es el artista, otra cosa es lo que ese individuo hace o no en el campo de la vida cotidiana”, y que cualquier simplificación en torno a todos esos vectores sería “una reducción injusta y poco atinada”, ya que hay que entender que “autor y persona no son lo mismo”.

Doveris dice que en estos casos de abuso, violación y violencia se debe dejar a la justicia hacer lo suyo “ojalá caigan todos, porque no podemos seguir permitiendo los abusos de poder en ningún ámbito de cosas”. Pero que una obra de arte deba ser censurada le “parece estúpido” porque está en campos distintos.

“Nelly Richard astutamente logró ver que el campo del arte no es equiparable a la vida o al campo de la política, por ejemplo. Cuando se le demanda al arte una acción política en un campo distinto al arte es no entender la complejidad de significaciones que se juegan y se debaten dentro del campo del arte”, continúa.

En las películas misóginas el lector es parte y se hace cómplice “las responsabilidades son compartidas, los discursos se van construyendo entre el autor y el lector. Pero dejar de ver una película porque el director abusó de alguien es confiar demasiado en el mito del autor como un dios todopoderoso que controla el texto que produce”, finaliza.

Por otra parte el director Wincy Oyarce (Empaná de Pino, Otra Película de Amor) dice que si bien este es un tema complejo con múltiples posibilidades cree que de muchísimas obras que nos pueden gustar, ya sea de cine, música o literatura, no necesariamente se conocen los aspectos del artista y un espectador “no tiene tampoco por qué tener esa clase de información para disfrutar de una creación”.

A Oyarce le gusta indagar en las biografías detrás de las obras que lo seducen, para entender los contextos y también para tener nuevas lecturas, “pero no necesariamente para hacer un juicio moral”.

“Lo que sí es claro para mí es que no hay que blindar, ni proteger a ningún personaje sólo por creer que es un gran artista, ya sea un productor poderoso a un artista local con quien trabajar. Y no hay que ser ingenuos tampoco a la hora de premiar u homenajear a abusadores, misóginos o violadores porque este tipo de premios son también manifestaciones políticas e ideológicas y buscan justamente engrandecer los egos de ciertos personajes más allá de su obra y eso me parece inaceptable”, termina.

El cineasta chileno radicado en España, José Pouchucq, cree que el tiempo y la historia ha dicho que sí, que si se puede separar la obra del artista. “Siento que es como comer carne, sabemos de dónde viene el trozo de bistec, pero igual lo disfrutamos”.

“Porque los hijos no son culpables de las bestialidades de sus padres. Pero tenemos que tener ojo. Porque sólo creo que es aceptable en estos casos y no cuando se hace algún tipo de propaganda con la obra”.

Para el artista Felipe Rivas San Martín, activista de la CUDS (Coordinadora Universitaria por la Disidencia Sexual), depende de lo que entendamos por arte. De la forma en que él la entiende es un sistema (del arte), e integra diferentes agentes, procesos y relaciones “entre ellas obviamente el artista”.

Entonces la respuesta sería que no. “Entendiendo el arte como un sistema, no sólo como el conjunto de las “obras de arte”, pero también existen excepciones ya que si se puede separar la obra de un artista “de su propia biografía (…) y en ese caso yo creo que sí”.

Esto sucede ya que “un autor nunca tiene el control total de su obra. Siempre hay un descalce entre el artista y su obra, porque la obra no está determinada sólo por la intención del artista, sino que se determina por muchos otros factores, incluidas las lecturas que hacen los espectadora, la historia o lo que ocurre a una obra”.

Rivas explica que el artista no tiene la autoridad absoluta sobre su obra. Incluso en el caso de artistas que trabajan con su biografía como tema. “Obviamente es importante su vida, pero no es lo único en juego al pensar una obra”.

La historia de la obra, todo lo que le ha ocurrido a ésta, sus conflictos con la sociedad, las lecturas curatoriales que le han pensado, los espacios donde se ha exhibido, las lecturas e interpretaciones de los espectadores “todo eso termina siendo parte de la obra, no sólo la intención del autor”.

Marialy Rivas, la directora de “Joven y Alocada” y “Princesita” por su parte, explica que “tiene dos aristas, la obra que hace un autor puede tener valor artístico independiente de que sea un desgraciado en su vida. Ahora, yo personalmente creo que no hay que premiar a alguien, o sea Casey Affleck se gana el Oscar, nadie dice que su trabajo sea malo, cuando yo digo no debería haberse ganado el Oscar no digo que es un mal actor, estoy diciendo es malo premiar a alguien que tiene esa acusación porque le estás diciendo a las víctimas es: su dolor no vale”.

“Pasa lo mismo con Polanski, su obra es buena, indiscutiblemente es un buen artista, pero como persona es una basura, que se acepte y que se calle quien es está mal”, y agrega “pasó lo mismo con una cineasta, Leni Riefenstahl, que fue la cineasta que ideó todo el mundo de propaganda que levantó a Hitler, uno puede mirar que sus planos son maravillosos, sus encuadres… es una genia, es una genia, pero es una persona que decide ponerse de lado de los Nazis y eso no puede no importar”

Entonces son cosas distintas, el valor artístico de la obra existe de todas maneras, Casey Affleck es un buen actor que hizo una buena performance, pero eso no quiere decir que como sociedad tengamos que premiarlos ni con más trabajo ni con plata ni menos con premios, porque como digo estás silenciando a las víctimas y validando a los perpetradores y eso no puede pasar en ningún escenario”

“Yo personalmente dejé de pagar por ver Woody Allen sabiendo que perdía algo, pero prefiero eso y dormir tranquila”, finaliza.

¿Qué crees tú? ¿Se puede separar la obra del artista? ¿La película del director? 

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