Convencido de que me enfrentaría a una disciplina sencilla con tintes esotéricos, me llevé una gran sorpresa al descubrir cuan fascinante es el yoga y los cambios inmediatos que produce en el cuerpo y mente de un practicante novato.

No soy una persona deportista, pero sí muy ansiosa. Hablo de ese tipo de ansiedad que se manifiesta durante todo el día, semanas e incluso meses. Esta sensación es de por sí, una mierda, imagínense tener la impresión de estar a punto de recibir una mala noticia durante todo el día (y también durante la noche porque la ansiedad claramente se acompaña de insomnio o sueño intermitente) y no poder sobrellevar aquello.

Pero como hay que hacerse cargo, decidí cambiar mis hábitos alimenticios y conductuales para vivir en paz, y dentro de esa amalgama de aristas que necesitaba incluir (o abandonar) en mi vida, se encontraba hacer deporte.

Recopilé en mi cabeza las tristes e inocuas incursiones en alguna de las muchas disciplinas que practiqué sin éxito durante casi 25 años: desde ese verano en natación en el que con mis amigos íbamos tan solo a comer golosinas noventeras tras salir de la piscina después de un par de piqueros, hasta los meses en tae kwon do que solo agrandaron la billetera de mi entrenador codicioso que cobraba más y más cada clase -sin enseñar nada relevante-.

“Deberías probar el yoga” propuso un amigo exento a mi inmediato escepticismo.

¿Qué sabía yo del yoga? La verdad, es que nada lo suficientemente relevante como para intentarlo. Después de todo, el yoga siempre se perfiló como el equivalente a la quinoa en el mundo del deporte: una disciplina que tiene mucho más que ver con el wellness del nuevo milenio que un trabajo real del cuerpo. Pero que equivocado estuve durante todo este tiempo.

Antes de explicar cómo mi noción del yoga cambió inmediatamente luego de la primera clase, necesito desglosar la fama que se ha ganado el yoga por motivos completamente infundados.

Pensé -como muchos- que hablábamos de una disciplina exclusiva para gente que trajo este deporte desde India luego de un viaje de autodescubrimiento. En películas lo vemos como el hobby de mujeres estupendas que van antes de su happy hour y francamente, nadie fuera de forma parece practicar yoga.

Un ejemplo del imaginario cuico que han construido alrededor del Yoga.

Sin embargo, estas apreciaciones son injustas y todos los prejuicios que tuve respecto a esta práctica se hicieron polvo cuando estuve con los pies descalzos parado en las típicas alfombras-colchonetas que vemos por televisión. Creí que solo me estiraría durante una hora fácilmente, pero acabé mojado en transpiración por el esfuerzo y dedicación que se requiere en tan solo una postura.

Realmente siento que hice el ridículo por mirar en menos al yoga durante todos estos años. Gente que hace CrossFit y que se encontraba conmigo en ese entonces, también estaba impresionada por la forma en que cada músculo trabaja en perfecta armonía con la respiración. Soy sincero cuando digo que desde la primera clase me enamoré de la práctica, porque la cantidad de endorfinas liberadas es comparable tan solo a tener mucho SEXO (sí, con mayúscula)

Existen diferentes ramas del yoga muy diferentes de por sí. Entre ellas encontramos:

  • Hatha Yoga.
  • Iyengar Yoga.
  • Kundalini Yoga.
  • Vinyasa Yoga.
  • Ashtanga Yoga.
  • Acro Yoga.
  • Yoga Nidra.
  • Yin Yoga.
  • Etcétera

En esta oportunidad hablaremos específicamente del Hatha Yoga, que se convirtió en la disciplina responsable de terminar con los prejuicios que tuve frente un deporte que necesita de forma urgente ser reivindicado.


Aquí está todo lo que necesitas saber

Para descontracturar esta disciplina conversamos con Claudia Cortés, Instructora de Hatha Yoga certificada por la Academia Chilena de Yoga y que hace clases a diario en Acción Crossfit. 

“Para mí el enfoque del Yoga es bastante particular porque no realizo un Yoga espiritual o meditativo. Tengo un enfoque más corporal e integral llevando la meditación enfocada justamente, a la conciencia corporal. Para mí ese el principal beneficio del Yoga, más allá de las creencias religiosas que esto implica y justamente es el objetivo que se plantea de forma transversal a sus distintas ramas y prácticas” nos cuenta.

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“Creo que los principales beneficios a nivel corporal es evitar lesiones porque reduce el exceso de tensión en diferentes partes del cuerpo que no estamos acostumbrados a movilizar, y amplía el rango de movimiento al trabajar de manera no habitual el cuerpo”.

Generalmente la gente cuando realiza ejercicios se preocupa de las grandes zonas del cuerpo como el tronco y las extremidades. Sin embargo, uno de los grandes beneficios de practicar Yoga y que no se toma en cuenta al momento de iniciar en su incursión, es que se trabaja de manera no habitual las muñecas y los tobillos otorgando fuerza y flexibilidad en esos focos pequeños que son soportes importantes en nuestro cuerpo.

Otro beneficio, es que la resistencia en la mantención de las posturas fortalece la estructura ósea. Eso no lo hace ninguna otra disciplina física según nos cuenta la instructora.

“Muchos creen que es una actividad fácil y tranquila pero después te ves en la clase transpirando a más no poder. La idea es poder realizar movimientos dinámicos pero bajando el esfuerzo cardiopulmonar. De esa forma se hace más eficiente la toma de oxígeno y en una respiración profunda se puede captar más energía que en varias respiraciones cortas” asegura.

Lo anterior equilibra el sistema nervioso y por esta razón se recomienda a personas que sufren de ansiedad, y con conocimiento de causa puedo dar fe que realmente funciona mejorando la sintomatología de quienes cargamos con este trastorno.

Los beneficios del yoga incluyen perder peso, alivio de tensiones y contracturas, fortalece el sistema inmunológico, mejora la flexibilidad y no se necesita de gran equipamiento siendo una disciplina económica que se puede practicar en cualquier periodo de nuestras vidas. Te recomiendo asistir a una clase y pasar de ser un escéptico a un novato encantado con encontrar una disciplina que se ajuste a diversas necesidades, como ocurrió conmigo.