Básicamente es igual a Amor Ciego (sí, esa de Jack Black) pero en clave feminista liberal blanca.

La película comienza con Renee (Amy Schumer) atravesando una extensa necesidad por dejar de ser quién es, por no conformarse con la vida que lleva siendo. Esto es lo único por lo que existe: para dejar de ser quien es.

Quiere ser linda, verse como una chica de portada de revista, ser más flaca, tener más confianza, ser deseada, ser gustada, ser amada. Es una citadina superficial, lo que de inmediato la transforma en una persona vulnerable, susceptible a los comentarios y a las opiniones del resto sobre su cuerpo con leve sobrepeso.

Esta película es una rutina de su trabajo como comediante, retoma los tópicos de sus películas anteriores (Trainwreck y Snatched) sobre el cuerpo, ser mujer y el espacio público. No hay ningún factor nuevo o de sorpresa más que el recurso del cameo de celebridades y pequeños papeles para modelos y actrices. Ninguna destaca por sobre la otra y se terminan equiparando tristemente.

A medida en que transcurre la historia los personajes se van convirtiendo en un mal chiste de la chica común, la historia termina siendo otra cursi analogía del patito feo que no tuvo que esperar para darse cuenta quién es, sino que esta vez se golpeó dos veces la cabeza para encontrar belleza en ella misma.

Si bien se mantiene graciosa la mayoría del tiempo (hay escenas perfectamente logradas, divertidas, con remates inteligentes y vuelcos interesantes), va decayendo de a poco y si logras entender el contexto te darás cuenta que es Amor Ciego, la comedia gordofóbica de Jack Black, pero bajo líneas feministas liberales blancas.

Esta era una oportunidad para que Shumer mostrara lo que quería hacer tranquilamente, para poder crear un personaje como carta de principios de sus ideales, lo que se ha estado esperando de ella desde Trainwreck sin éxito. Perdió otra oportunidad. No creo que valga la pena seguir esperando por ese momento vanguardista de la comediante en el cine, por ahora es mejor disfrutar de su especial en Netflix o HBO, seguir riendo con su show en Comedy Central, porque en el cine, al parecer, las cifras económicas siguen siendo más importantes y para llegar al público común debe ser poco concreta y volátil.

Esta historia es básica, ya está contada, es poco inteligente, no usa todos los recursos disponibles y las analogías terminan aburriendo. Es fácil entender lo que quiere decir, pero no logra decirlo en una hora y 50 minutos.

Es otra historia graciosa que pasará sin pena ni gloria.