“Yo les preguntaba cómo estaba mi compañero y ellos me decían ¿Cuál, el finao’, el que matamos?“, declaró M.A.P.C, de 15 años, testigo clave del caso, a la Fiscalía.

Estos últimos días el caso Catrillanca, como ha sido denominado el asesinato por parte de Carabineros (GOPE o Comando Jungla) del comunero mapuche Camilo Catrillanca, solo ha ido escalando en gravedad.

Se supo que el Gobierno le mintió al país al salir apuradamente a decir que Catrillanca había participado del robo de autos que había motivado la persecución y el posterior “enfrentamiento”, que incluyó hasta helicópteros y terminó con la muerte del joven.

De ahí para adelante todo ha sido pena, rabia y confusión. Han habido marchas y homenajes, el caso escaló a ser tema mundial e incluso en Nueva Zelanda, donde andaba Piñera, fue encarado por manifestantes exigiendo explicaciones por lo ocurrido. También salieron a hablar las profesoras que fueron asaltadas y sus confusas versiones.

El fin de semana el ministro del Interior, el cuestionado Andrés Chadwick salió todo compungido a reconocer que los policías que habían matado a Catrillanca habían mentido en sus declaraciones iniciales al decir que no habían grabado el momento de los hechos. Lo cierto era que uno de ellos, el que llevaba la GoPro (¿No llevaban todos?) había destruido la tarjeta de memoria de la cámara. Se supone. Y hoy se dijo que según él lo hizo porque tenía unas grabaciones personales también.

El tema es que dos altos mandos de Carabineros de la zona de Araucanía renunciaron y cuatro policías del Gope fueron dados de baja. Nótese la sutileza clasista: los jefes renuncian y los “pacos” enfrentan las sanciones más duras y a la justicia.

Ayer, y mientras la selección masculina de fútbol hacía un minuto de silencio por Catrillanca antes de enfrentar a Honduras, contraviniendo la orden de la ANFP de no hacerlo, y que Jean Beausejour usara su segundo apellido Coliqueo en la polera, el intendente Luis Mayol renunciaba entre gatos y medianoche a la Intendencia de La Araucanía, haciéndose la víctima de la oposición.

El tema es que si algo provocó que las mentiras de los carabineros y del Gobierno se vinieran abajo, fue que hubo un testigo de los balazos.

El joven M.A.P.C., de 15 años, iba en el tractor con Catrillanca y 1 de suerte está vivo y 2 es la única persona que puede esclarecer lo que pasó realmente, porque claramente a los carabineros ya no se les puede creer.

Pese a que fue detenido ilegalmente y torturado por los mismos carabineros que mataron a Catrillanca, M.A.P.C. dijo que iba a declarar. Pese a los golpes y las amenazas. Y quizá fue por eso que el Gobierno y la policía dieron vuelta sus versiones iniciales.

El día de hoy se dio a conocer la escalofriante declaración completa de M.A.P.C. ante la Fiscalía, publicada por Radio Bio Bio

La puedes leer a continuación:

“El día miércoles pasado nos encontrábamos en la casa de Camilo Catrillanca Marín. Durante casi todo el día junto a cuatro personas, más mi papá (J.P), Henry Millanao, Jesús Millanao, Nelson Quilape, estábamos trabajando en el piso de la casa.

Queríamos matar un cordero, pero nos faltaba cilantro, entonces el peñi Camilo se subió al tractor azul y me dijo que lo acompañara. Eso fue después de almuerzo, por lo que nos dirigimos a la casa de la mamá de Camilo y cuando ya habíamos pasado la laguna, aproximadamente a unos 10 metros de la casa, Camilo me dijo que nos devolviéramos, ya que andaba el pájaro volando, por seguridad, porque podía pasar algo.

Entonces nos devolvimos y cuando veníamos, como había un corte de camino con árboles, más adelante íbamos a tomar el camino que está por la derecha y justo cuando el peñi Camilo iba entrando vimos tres carabineros y escuché un disparo de escopeta en la parte lateral del tractor; saltó pintura.

Entonces Camilo se echó hacia atrás y se devolvió por el mismo camino que veníamos y vi que desde el otro costado del camino salieron dos carabineros de entre las espinas que hay en ese lado.

Ellos empezaron a disparar a la parte trasera del tractor, eran hartos disparos, se escucha como ráfaga y en un momento mi peñi Camilo me dijo ‘agáchate’, entonces yo me agaché y se escuchaban más ráfagas de disparos.

Después me dijo de nuevo ‘agáchate’ y ahí yo me agaché, mas su voz era más bajoneada, era distinta a como me lo decía siempre y ahí él iba como agachado y después se escuchó otra ráfaga y ahí fue cuando mi peñi se iba en el tractor para el lado. Le salió líquido de la nariz, entonces yo frené el tractor, pisó el freno y dio vuelta la llave quitando el contacto.

Como iba sentado en ese momento al lado y después me bajé del tractor por el mismo lado y con las manos arriba, los carabineros ya estaban cerca y me puse de espaldas a carabineros y le digo que a mi compañero lo habían herido.

Carabineros no tomó en cuenta eso y me empezaron a agredir, me tiraron al suelo. Un carabinero me pegó un palmetazo en la cabeza y me tira al suelo de rodillas. Después uno que le decían el coronel, me dio otro palmetazo y me dice que me ponga de guata y después llega otro carabinero con una uzi y me pegó en las costillas, después viene otro carabinero y empiezan a llegar las tanquetas y me amarró las manos con amarras plásticas y me la apretó más con el pie.

Después viene otro carabinero por detrás y me dice ‘párate, párate huevón’ y el otro le dice ‘páralo’, entonces me pararon y me pusieron contra una tanqueta.

En ese momento mi peñi todavía estaba en el tractor. Al momento de detenerme, carabineros me dijo todas las groserías, me decían ‘para qué se arrancaron cabros culiaos’, ‘la media cagá’, ‘para qué se arrancan maricones culiaos’, me insultaron mucho, de ahí pasó una tanqueta adelante y después pasó otra tanqueta y me suben a esa.

Ahí veo que mi compañero estaba en el tractor y un carabinero le pone algo en la cabeza y le trata de hacer reanimación arriba del tractor…

La primera vez que nos dispararon los carabineros, como dije vi a tres, el del medio disparó con una escopeta y el del lado derecho iba con la cámara que era el mismo que se cambió la cuestión negra de la cámara en la tanqueta.

En el trayecto hacia Ercilla sólo pasó lo que dije y cuando íbamos llegando a Ercilla pasa por el lado la camioneta Dodge con mi compañero herido y ellos se dieron hasta una vuelta a la plaza antes de llevarlo al Cesfam.

A mí también me llevaron al Cesfam y se baja el carabinero que cambió la cuestión de la cámara apuntando a todos los que querían acercarse y uno del Dodge también se baja. Después me llevaron a la Comisaría de Ercilla.

En la comisaría me bajan por detrás y me hacen ingresar hasta los calabozos y ahí me tiran para adentro, yo les pedí que me soltaron las amarras y no me las soltaban. Estuve como 10 minutos esposado en el calabozo.

Yo también le preguntaba cómo estaba mi compañero y ellos me decían ‘¿cuál, el finao’, el que matamos?’.

Yo les pregunté si era en serio, y ellos me dijeron ‘no te estoy diciendo que lo matamos, huevón’. Como 40 minutos después me llevaron a Collipulli porque llegaron más peñis, me llevaron a constatar lesiones y el doctor me preguntó si me dolía alguna parte y yo le dije todas las partes donde me dolía y me tocó donde le dije y me dijo ‘ahhh no tenís nada’.

Los carabineros me pegaron cuando estaba en el tractor y después cuando me bajaron de la tanqueta en Collipulli, no hubo ningún insulto, solamente en Ercilla.

Cuando carabineros le hizo reanimación en el tractor a mi compañero, él estaba con toda la ropa y cuando lo bajaron de la Dodge en el Cesfam de Ercilla él ya venía sin ropa.