Hombres que buscan sexo, cumplir la fantasía del macho proveedor o incluso comprar compañía porque se sienten solos. Mujeres que ven en esto un trabajo y una oportunidad, aunque se arriesguen a situaciones que atentan contra su propia vida. Así es el mercado de los sugar daddies en nuestro país donde, desde que se decretaron cuarentenas obligatorias en 2020, los usuarios en estas plataformas se duplicaron.
*Todos los nombres de este reportaje han sido cambiados para mantener el anonimato de sus protagonistas
Nicole, de 20 años, actualmente tiene siete sugar daddies. No con todos posee el mismo acuerdo eso sí: a algunos les vende packs (fotos y videos eróticos personalizados), con un par tiene citas y con otros mantiene encuentros íntimos. De hecho, a veces la buscan sólo para hablar por teléfono.
El año pasado, esta joven universitaria entró a Tinder buscando a un hombre que pudiera ayudarla a pagar la mensualidad de su carrera: endeudada con el Crédito con Aval del Estado y ante la incertidumbre de si le iban a renovar este beneficio o no, decidió hacerle caso a los anuncios que veía en redes y adentrarse en este mundo. Ella estaba dispuesta a cobrar por sus servicios sexuales.
Pero lo que empezó como una alternativa para acallar una necesidad, hoy, según ella, es una aventura que además de permitirle darse los gustos que siempre quiso, se volvió un pasatiempo: “El primer empujón fue el miedo a no poder pagar la universidad. Ahora lo hago por mi propia voluntad, porque me gusta”, cuenta desde la habitación que ocupa en la casa de sus padres en una comuna cercana a Valdivia. El mes pasado, sus ingresos sólo por esta actividad alcanzaron los 700 mil pesos en efectivo, sin contar salidas ni regalos.
Un sugar daddy, según la definición del diccionario Merriam-Webster, es un “hombre adinerado, usualmente de mayor edad, que apoya económicamente o gasta generosamente en una amante, novia o novio”. Esta definición es binaria, ya que independiente del género se puede ejercer igual el rol. Aunque famosas representaciones de este mundo en el imaginario colectivo son el italiano Gianluca Vacchi (53) junto a la modelo Sharon Fonseca (27), o la fallecida chica Playboy Anna Nicole Smith casándose a los 26 años con el magnate estadounidense de 89 años, J. Howard Marshall II.
Contrario a lo que sugiere el estereotipo del hombre jubilado que busca a una mujer que podría ser su hija e incluso su nieta, en las aplicaciones disponibles en Chile el rango de edad de ellos -según sus perfiles- va desde los 25 a los 60 años, mientras que para ellas parte desde los 18 y no supera los 30. De hecho, al echar un vistazo a las edades de los papis, la máxima de preferencia que más se repite son los 25 años: “A mí me gustan de esa edad, pero si es linda y simpática puede ser hasta los 30”, admite Carlos, sugar daddy santiaguino de 44 años.
Según las cifras de la aplicación MySugarDaddy, sitio líder del sugar-dating alrededor del mundo con más de 4 millones de cuentas creadas, el promedio de edad de sus miembros es de 23 años para ellas, y de 44 para ellos.
Entre los hombres que están dispuestos a pagar por la compañía de jóvenes como Nicole, está Carlos, de 44 años, recientemente separado. Hace un mes que este contador está en una relación con una joven de 26 años a la que conoció a través de esta plataforma, su primera baby. Gracias a un reportaje que leyó en internet es que llegó a esta aplicación alemana que funciona desde 2010 y que en 2019 estrenó su versión chilena, motivado por la búsqueda de compañía y su naturaleza de galán: “Siempre he sido bueno para regalonear y gastar en la chica con la que esté”, relata sobre las razones de por qué quiso adentrarse en este universo.
¿Dónde están los daddies?
Basta con googlear “sugar daddy Chile” para llegar a lugares online donde se puede encontrar a uno. Además de MySugarDaddy, existen otros sitios como SugarYa.cl -de origen local-, e incluso grupos de Facebook (Sugar daddy/baby Chile) y páginas de Instagram donde los usuarios interactúan con el fin de acordar una relación por conveniencia (@sugar_daddys_chilee).
En la app MySugarDaddy no es tan fácil conectar con potenciales pretendientes. Para desbloquear el chat con cualquier usuario se necesitan 20 créditos, los que pueden comprarse dentro de la misma aplicación (como referencia, los 50 créditos tienen un precio de $16.100 pesos chilenos) y lo deben pagar las sugar babies, es decir, las chicas que prestan este servicio.
Esta plataforma también ofrece la opción de pagar una membresía VIP, cuyos valores varían si es que te registras como daddy o baby: para ellos un mes de suscripción vale $31.100 pesos chilenos, mientras que para ellas la cifra asciende a los $63.000. Lamentablemente, la página sólo le permite a los hombres registrarse como daddies y a las mujeres como babies-. Entre los beneficios de esta versión premium, está por ejemplo el poder enviar mensajes a otros usuarios de manera gratuita.
La plataforma SugarYa, en cambio, exige una membresía premium a todos quienes cumplan el rol de sugar daddy/mommy para poder enviar mensajes. Aquí sí pueden registrarse en cualquiera de ambos roles sin importar su género. Para babies, ofrecen un plan exclusivo que cuesta $4.990 pesos mensuales, y para sugars $24.990. Para verificar tu identidad, poner tu perfil como privado y saber quién visitó tu página, puedes pagar por la suscripción.
Para los más discretos está el Instagram @sugar_daddys_chilee, página que hace matches entre personas que buscan una relación con beneficios. Fabián, su administrador, se hizo cargo de la cuenta hace un año, luego de que una de sus mejores amigas le pidiera responder los mensajes que le mandaba a sus posibles daddies a través de este perfil. Una vez que ella logró su cometido, Fabián siguió administrando la cuenta porque ya tenía experiencia negociando en este mundo y si había podido conseguirle un sugar confiable a su amiga, podía hacerlo con cualquiera.
“120 lukas por ir bellas! Paga Uber ida y vuelta! Aprovechen!” anuncia Fabián en las stories del perfil en el que cumple el rol de “intermediario” –según sus propias palabras– entre daddies y babies. A ellos les cobra, a ellas no. Sus tarifas por match hecho (es decir, por cita/relación concretada) parte en los 100 mil pesos. A los clientes con mejor situación económica, los que llama exclusivos, les cobra 150 mil.
Desde que se hizo cargo de esta cuenta, ha emparejado a decenas de personas: en su mejor momento, cuando no habían cuarentenas y restricciones sanitarias, explica que podía hacer mínimo 5 matches semanales, llegando incluso a facturar 2 millones de pesos. No obstante, últimamente el negocio no ha andado muy bien. El mes pasado sólo ganó 50 mil pesos por un match fallido, ya que le tuvo que devolver la mitad del dinero a un daddy cuya baby no cumplió su acuerdo.
A Nicole, la estudiante de 20 años, tampoco le ha ido muy bien estos últimos meses. Su comuna estuvo en cuarentena hasta principios de mayo, por lo que era difícil agendar citas presenciales en restaurantes o moteles, y la universidad también la ha mantenido ocupada. En el peor momento de la pandemia sólo consiguió 100 mil pesos a fin de mes, cifra que dista mucho del promedio de 300 a 500 mil pesos que suele ganar normalmente.
Pese a que durante la pandemia personas como Fabián y Nicole han disminuido sus ingresos provenientes del sugar dating, los números de individuos que han decidido entrar a este mundo se han disparado en toda Latinoamérica, incluyendo a Chile. De acuerdo con un estudio realizado por la propia app MySugarDaddy desde que se decretaron cuarentenas obligatorias en el continente, se han llegado incluso a duplicar los usuarios activos en su plataforma. Al inicio de 2021, ya se registraban más de 500 mil cuentas chilenas en la app. A fines de marzo de 2020, al mismo tiempo que los chilenos empezaron a encerrarse, sólo habían 250 mil.
Contratos íntimos
El vínculo baby-daddy va mucho más allá del sexo. El rango de lo que incluyen es más amplio de lo que se cree: no en todas la intimidad es obligación. A veces ni siquiera es necesario conocerse en persona, porque se puede mantener una relación virtual que se basa sólo en el intercambio de contenido erótico. Los términos de este contrato se acuerdan al inicio de la relación, donde ambas partes dejan en claro sus condiciones y lo que están o no dispuestos a hacer.
Entre los pisos mínimos, además de determinar lo que se cobra/paga por cita, pack o encuentro sexual; están el respeto y la discreción. También depende del caso si es que hay exclusividad, ya que una sugar baby puede tener varios daddies a la vez, y viceversa.
Según explica Nicole, existen distintos tipos de beneficios en ser una baby. Están las invitaciones a comer, que ella no cobra, los viajes, los regalos; en su clóset guarda dos carteras Louis Vuitton que dice “son sus tesoros”, y obviamente el dinero en efectivo. El mínimo que ella pide por cita son 150 mil pesos, si es en su ciudad. Pero si debe trasladarse a otra comuna el monto sube dependiendo “de cuánto salga el Uber”, cuenta. En esta cifra no se contemplan los encuentros sexuales, que son más caros. Eso sí, Nicole dice que no necesita pedir una tarifa mínima porque sus pretendientes siempre le transfieren más del pago acordado.
Los daddies también tienen sus pisos mínimos. Carlos, por ejemplo, le paga a su actual pretendiente 100 mil pesos por cita. Si hay sexo de por medio, la cifra sube a 130 mil. Como recién está conociendo a la persona con la que mantiene este acuerdo, aún no es de enviarle regalos porque dice, “ella es mañosa”. Eso sí, admite que el máximo monto que le ha transferido de una sola vez supera los 230 mil pesos, porque su trabajo como contador se lo permite.
¿Por qué lo hace? Desde que se separó, ha buscado una compañera con la que volver a darle una oportunidad al amor, pero sus intentos han sido infructuosos. Mediante este método para relacionarse, puede conseguir algo duradero, y que desde un principio “tenga las cosas claras sobre en qué situación nos encontramos”. O al menos eso espera, especialmente ahora que está con su primera baby: “Aunque la conozco poco me gusta mucho estar con ella y poder compartir cosas más allá de solo sexo”, relata.
Como Carlos hay muchos hombres que pagan por compañía, porque esta es una forma de sentirse menos solos y saber desde primer momento a lo que van sin ningún tipo de rodeos. Y Nicole lo confirma: “Lo que estos hombres tienen en común es la falta de cariño y atención y de preocupación, ya sea por sus actuales parejas o esposas. También por la confianza que nunca llegaron a tener con una polola”.
Nicole prefiere las relaciones cara a cara, pero igual acepta mantener contacto sólo de manera virtual. Carlos por otro lado, sólo está dispuesto a relacionarse de manera presencial. En los perfiles online está la opción de especificar qué es lo que buscas: relación, amistad con ventaja o algo de una sola noche. Si eres una baby, puedes seleccionar también cómo quieres que paguen tus beneficios: después de cada cita, como una mesada, con regalos o si estás dispuesta a una opción más flexible.
Fabián, el encargado de hacer los matches, negocia con hombres que ganan de 5 a 10 millones de pesos mensuales, hombres con poder, gerentes, dueños de empresas. De hecho, por esa razón es que decidió aumentar su comisión de 20 mil a 150 mil pesos. Uno de los hombres con los que hacía negocios frecuentemente le dijo que su trabajo era muy profesional y valioso, y le sugirió que exigiera un monto mayor por trato hecho. “No es una pega fácil”, admite.
Emparejar a un daddy con una baby implica todo un proceso de selección: ellos lo contactan pidiendo a alguien que cumpla con ciertas condiciones; estas pueden ir desde características físicas, hasta lo que esperan que una futura compañera esté dispuesta a hacer, y con esa información Fabián empieza a buscar entre las chicas que le han mandado mensajes.
Cuando ellas lo contactan, inmediatamente les explica lo qué implica ser una sugar baby realmente: “Lo primero que les pregunto es si quieren tener sexo con estos hombres, aunque no sea al tiro porque en algún momento puede que pase. Y si ellas dicen ‘pucha, no’, les digo que no hay problema, que nadie las obliga a nada pero tienen que saber qué es lo que puede pasar antes de”.
El siguiente paso -si es que ellas acceden a seguir con el proceso-, es pedirles una lista de datos básicos como el nombre, edad, altura, intereses personales y qué es lo que busca en un sugar. Además de un par de fotos (no es necesario que muestren su cara). Con toda esa información, Fabián arma una especie de catálogo que le envía a los daddies con el fin que ellos elijan a quienes más les llamen la atención. Una vez que ya están decididos, él realiza las gestiones con la candidata escogida y si el trato se cierra los pone en contacto. Ahí recién es cuando le pagan.
De todos sus casos de éxito, hay uno del que está particularmente orgulloso: una chica de 21 años que llegó a su cuenta buscando un sugar, y que hoy lleva más de un año en una relación, viviendo en México gracias al match que hizo Fabián. En la actualidad, dice que tiene a “niñas ganando sobre los 700 mil pesos al mes”, y que ha visto incluso a hombres que le depositan jugosas sumas de dinero a chicas sin ni siquiera haberlas conocido en persona: “Tuve una niña que estuvo con un sugar como por 3 meses, y este loco le pasaba mucha plata, 400 lucas una semana y a la otra 300. Jamás se juntaron, de hecho me dijo ‘es que no he podido reunirme con ella pero le mando plata igual’. Eso fue muy raro, hasta le regaló un Iphone 11. Yo sigo conversando con él y siempre me pide niñas. Es como primerizo yo creo, porque le mandaba mucha plata a cambio de nada. Igual ella en modo de agradecimiento le enviaba fotos hot, pero más que eso no”, relata.
Matches peligrosos
Encontrar a alguien confiable en el mundo de los sugars no es fácil. En las aplicaciones y sitios abundan los perfiles sin fotos ni descripciones, y como en toda red social, se puede falsear la información. Los riesgos asociados a adentrarse en este mundo son muchos, las estafas suelen ser comunes y el encontrarse con alguien potencialmente peligroso, sobre todo para las mujeres, puede terminar incluso con la muerte.
De hecho, Nicole tuvo una experiencia que la hizo cambiar sus términos y ser más cautelosa al momento de elegir con quién entablar una relación. Uno de sus primeros daddies era el dueño de un hotel regional que la invitó a quedarse con él por una semana, todo pagado. Los primeros días todo iba bien: él era cariñoso, atento, respetuoso. “Yo pensaba ‘me caso. Aquí me quedo.’”, relata Nicole sobre su relación con él antes de vivir una situación de violencia en la que afirma “escapó de la muerte”.
Durante su estadía en el hotel del que su pareja era dueño, varios hombres se le acercaron para coquetearle y conversar. Celoso y luego de beber en exceso, el que era su daddy “se volvió loco” dice Nicole. Completamente enajenado, él descargó su rabia golpeando todo lo que se cruzaba en su camino y afortunadamente, ella pudo escapar a tiempo de la habitación en la que discutían. Si no fuera por otros huéspedes del hotel que la protegieron, el final habría sido otro: “Tuve que pedirle a esas personas que me sacaran, porque yo no conocía a este hombre de esa manera. Más que enamorarse, él se obsesionó conmigo. Luego de eso me devolví a mi casa. Me dio mucho miedo porque era muy violento”, añade.
Sin embargo, a este sugar daddy el mal rato le salió caro. Luego de escapar, ella le exigió que por esa semana en la que estuvieron juntos él le pagara extra. Después de transferirle un millón de pesos a Nicole, nunca más volvió a contactarla.
Tras esta experiencia traumática Nicole toma sus precauciones: primero, les exige a sus potenciales daddies que todas sus citas sean o en su ciudad, o en comunas aledañas. Una vez ya acordado el encuentro, se asegura de que le den la patente y el modelo del auto que la viene a buscar. Esa información, cuenta Nicole, le sirve para chequear los antecedentes de sus pretendientes: “Tengo contactos uniformados a los que yo les envío patentes y hago que me averiguen todo. Puede pasar que me tope con un psicópata, así que siempre me aseguro de que sean la persona que dicen ser”.
Pero sus precauciones no terminan ahí. Como consejo para quienes quieran ser una sugar baby, ella advierte siempre tener un contacto de confianza al que darle los detalles de sus salidas. Esta fue exactamente la razón por la que tuvo que contarle a su primo lo que estaba haciendo, aún cuando mantiene este estilo de vida en secreto para sus papás -con los que vive- para evitarse preguntas y problemas ya que en sus palabras, son “muy conservadores”.
Al salir a una cita, siempre le manda a su primo su ubicación en tiempo real y los detalles de con quién va a reunirse y dónde. Nunca sale más de 4 horas, y cuando le pagan por cita o encuentro sexual, exige que la transferencia se realice de inmediato “para evitar estafas”. A pesar de que todas las semanas la van a buscar autos distintos y ahora puede pagar el arancel de su carrera al contado, nadie en su círculo sospecha de lo que hace. Y espera que siga así.
Carlos también es precavido, pero en otros aspectos: se asegura de usar preservativo cada vez que mantiene relaciones sexuales con su actual sugar baby, y nunca le transfiere por adelantado, lo hace una vez que él vuelve a su casa luego de sus citas. Y cuando decidieron conocerse en la vida real, fue a visitarla a su departamento. En esta cita vieron si “había feeling” entre los dos, y ambos pusieron sus condiciones. Hoy ya llevan un mes juntos.
Fabián ha visto muchas estafas desde que administra @sugar_daddys_chilee. Hay hombres que mienten sobre sus ingresos, otros que son tacaños, y muchos que luego de conseguir lo que quieren no pagan. No obstante, también admite que existen muchas mujeres que igual intentan sacar provecho de los más confiados. “Hay minas que piden plata por nada y los dejan sin un peso”, añade.
Para evitar problemas, es que como requisito a los hombres les pide fotos de sus carnet de identidad por ambos lados, y una liquidación de sueldo que acredite que ganen al menos 2 millones de pesos, si es menos que eso prefiere rechazarlos, porque según Fabián “si ponemos a alguien que gana 800 mil pesos, imagínate si tiene una familia, esposa e hijos, no le va a alcanzar para nada y no podrá aportarle a las niñas”. Si es que alguna de las chicas tiene problemas con alguien, las fotos del carnet sirven como respaldo y confirmación de la identidad del aludido en caso de una funa o denuncia. Hasta ahora, Fabián ha tenido que usar ese recurso una vez.
En agosto de 2020 decidió tomar la justicia por sus propias manos luego de que uno de los hombres con los que hacía negocios resultara ser peligroso. Tras haber llegado a un acuerdo para conseguirle una baby, la chica con la que se reunió le advirtió a Fabián que a cambio de dinero, él le había pedido que simularan una violación. Durante un tiempo esta persona también le preguntaba si podía conseguirle menores de edad, e incluso le mandaba perfiles de chicas a las que quería contactar. En una de esas ocasiones, Fabián descubrió que uno de esos perfiles correspondía al de una prima de este hombre, a la que le advirtió sobre sus intenciones. En esa oportunidad, ella no titubeó: “cagátelo no más”, le dijo. Y así lo hizo.
La última vez que este hombre le pidió a Fabián una chica adolescente y virgen, lo engañó diciéndole que tenía el contacto de una pero que el match le saldría más caro. Él aceptó, y sólo demoró unos minutos en transferirle 450 mil pesos. Ya hecho el depósito, decidió encararlo por sus actitudes pederastas, lo bloqueó, y publicó sus datos en la página para advertir a otras mujeres. Nunca más volvió a contactarlo. “Me transfirió y de ahí le dije ‘erís un hueón asqueroso’. Como me había mandado fotos de su carnet, lo publiqué para funarlo. De alguna forma el loco se asustó y no creo que vuelva a hacer lo mismo. No sé si debí haberlo denunciado, pero eso es lo que se me ocurrió en el momento”, relata el administrador de @sugar_daddys_chilee. Tras esa experiencia, es que luego de cada encuentro le pide a las babies que le den comentarios sobre el hombre con el que se reunieron. Si no tienen buenos comentarios, deja de considerarlos.
Fabián confiesa que su bandeja de entrada está repleta de mensajes de adolescentes pidiendo un sugar daddy. Muchas de ellas tienen de 15 a 17 años y según él, son niñas que afirman que sus padres no pueden darles “la vida que quieren tener”. A veces las ignora, y en otras ocasiones les dice por qué no puede trabajar con ellas: “Amiga, no. Háblame cuando tengas 18, porque los sugar pueden tener problemas, así que yo no te voy a poder ayudar”, cuenta.
Para comprobar que las cuentas creadas son verdaderas, cada página tiene distintos métodos: en MySugarDaddy una vez que ingresas tu foto y mensaje de bienvenida -la descripción de tu perfil-, un equipo de verificación debe aprobarlas para “asegurarse que nuestro sitio esté libre de cuentas falsas, estafadores y trabajadores sexuales” según consigna su página web. Mediante una foto de tu documento de identificación, la página comprueba oficialmente tu perfil. En SugarYa.cl, sólo puedes verificarlo de manera oficial si es que pagas la suscripción premium.
¿Trabajo, nueva forma de ligar o hobbie?
La relación de Carlos con su sugar baby no es exclusiva. Ella lo determinó así desde un principio, y él aceptó esa condición. Por lo mismo es que sigue buscando a otra mujer joven que quiera su compañía -y obvio, también necesite el dinero-, aunque su idea sea llegar a sentar cabeza con sólo una algún día: “Lo ideal es llegar a tener una relación exclusiva y duradera, pero eso se verá con el tiempo”, dice esperanzado.
Sobre el futuro de su página, Fabián afirma que ha pensado mucho en abrir otra cuenta dedicada a quienes andan buscando una sugar mommy. De hecho, no son pocas las que suelen preguntarle si hay mujeres mayores buscando compañía. Aunque no le ha llegado ninguna propuesta concreta, tiene los ojos puestos en ese nicho porque sabe que “ganaría mucho más dinero”.
Nicole no sabe hasta cuándo seguirá viviendo como sugar baby. Hoy puede pagar con holgura la mensualidad de su carrera y darse los gustos que siempre quiso gracias a lo que gana con sus siete daddies. Frente a la pregunta de si considera que este es un trabajo, reafirma que no, que este es un pasatiempo, -y uno que disfruta mucho-. Incluso, actualmente puede darse el gusto de rechazar pretendientes si es que no le atraen. “Si tengo una cita en un motel tiene que ser con alguien que me atrae, no me gusta hacer algo fingido por plata”, puntualiza. ¿Por cuánto tiempo más hará esto? No lo sabe. Por eso admite que disfruta al máximo este hobbie: “No tengo idea si lo seguiré haciendo toda la vida”. Si algún día deja de necesitarlo y/o de pasarlo bien, admite, no dudará en dejarlo. Pero ese momento no ha llegado aún.