Dejar un legado, un registro de nuestro nombre en la historia, seguido de la adoración y respeto de nuestros pares es un objetivo en la cabeza de muchos, e incluso admito haberlo buscado en algún –ahora lejano– momento. El acto en sí mismo, tan mal no está; la vanidad es uno de nuestros defectos favoritos.

A tal punto llega nuestra persecución de premios y validaciones creativas, que detrás de ellas se desarrolla una maquinaria completa, que va desde esfuerzos de trabajo sobrehumanos hasta la construcción de un verdadero “House of Cards” de relaciones públicas.

(De acuerdo a CareeBuilder, Marketing y Relaciones públicas está dentro de los 10 trabajos que más hacen engordar a quienes trabajan en eso por cómo se degrada su calidad de vida).

Todo este ir y venir de gente, proyectos e intrigas, sería fantástico e interesante si nos llevasen a algo realmente valioso, pero resulta que las ideas que funcionan o mejor dicho ganan obedecen a proceso tan mecanizados [1. De hecho incluso detrás de un fondart no hay mayor ciencia, salvo “saber entregar” lo que se solicita], que los premios  se han vuelto inútiles.

https://www.youtube.com/watch?v=XXnSUbbhtYw

Effie Oro Categoría Promociones – “Movistar – Modo Mundial”

Obviando el hecho de que los procesos de inscripción cuestan más que el sueldo de un creativo junior, el primer problema que hay, es que los galardones se entregan desde dinosaurios para dinosaurios. Esto porque la gente que evalúa, son en un 90% de las ocasiones gente con criterios  demasiado pasados de moda. Algo así como los jurados de “mi nombre es” o “talento chileno”; gente muy 90, muy obsoleta.

Otro problema, es que las ideas más innovadoras muchas veces quedan fuera, porque no obedecen ni se adecuan a los estándares o procesos mecanizados que exige tal o cual premio, entonces ocurre que las agencias que están persiguiendo algún galardón, crean internamente equipos dedicados exclusivamente a la producción de truchos que si obedezca a esa estructura. Al final todo se trata de tomar la fórmula que siempre funciona, replicarla y ganarse el trofeo.

Ahora, imaginando el caso hipotético de que participes del trucho que armó tu agencia para ganar uno o varios premios, la situación que continúa es irreal.

Por un momento tienes tus cinco minutos de fama, participas de fiestas y conversaciones tú a tú con gente de alto nivel e influencia. Durante Cannes –por ejemplo– hay agencias y marcas que compiten por quien tiene la fiesta más genial, con mejores chicas, y a la que asistan los creativos más premiados. Tú podrías ser una de esas celebridades, pero lo cierto es que después del jolgorio, whisky en las rocas y abuso de MDMA, el cheque a fin de mes con mucha suerte será ligeramente superior al que  tenías antes de tu premio, a pesar de que la agencia haya subidos sus fees.

Debido al círculo vicioso que genera la búsqueda de premios, la publicidad irremediablemente terminó haciéndose insignificante para quienes no trabajan en la industria. Puedes acercarte a una persona común y corriente en la calle y preguntarle acerca de temas que le importen, y de seguro afirmará que le importa el deporte, política, moda o diseño, pero créeme que si preguntas por publicidad pondrá cara de pregunta.

Las premiaciones que en algún momento buscaron rescatar y destacar material inspirador, terminaron ensuciando el ecosistema completo, haciendo que salvo en ocasiones específicas, la misión que tiene la publicidad hoy en día nos parezca desactualizada, irrelevante pero por sobre todo superficial, incluso más que la industria de la moda.

A quién diablos le interesa un afiche en la calle, ¿Quién toma en cuenta los comerciales de TV? ¿Es realmente cool intervenir un sitio con un banner gigantesco hoy en día?. ¡Mierda! “Este tipo se ganó un premio por hacer el pre-roll más visto  en la historia de Youtube”…claro, haciendo que en realidad la vida de 12 millones de persona haya sido un poco más miserable por tener que esperar 12 segundos antes de apretar SKIP y ver el fabuloso video de ese gato tomando leche.

La publicidad nos molesta tanto, que incluso existen servicios cuyo modelo de negocios se basa en que paguemos para que salga de nuestras vidas.

Mientras nos sigamos obsesionando con galardones, el sobajeo de espalda, y luces temporales, ese vortex en el que entró en el último tiempo esta industria, la transformará en la profesión más decadente de los próximos 10 años, y en serio, eso es preocupante considerando cuanto falta por aportarle a un mundo en crisis, un mundo donde la publicidad aún no asume ningún rol significativo.

(El negocio detrás de, por ejemplo Cannes, es tan importante, que quería yo publicar unos videos de las campañas 2014, pero debo pagar para acceder a su archivo. Fuck them.)