Alejandro Araneda es un arquitecto de 48 años, conocido por su constante innovación en proyectos habitacionales, que acaba de recibir el premio Pritzker, el máximo reconocimiento en la Arquitectura.
Este chileno, también curador de la Bienal de Arquitectura de Venecia de este año, ha construido su nombre en la última década por sus proyectos que reinventan las viviendas de bajo costo y que involucran a los residentes en el diseño de sus propios hogares. Que lo escogieran es un nuevo aire para el Pritzker, ya que suelen seleccionan a arquitectos con trayectorias más extensas y que generalmente a crear monumentos culturales.
En palabras del hijo del fundador y presidente de jurado del premio, Tom Pritzker, Aravena “le entrega oportunidades a bajo costo a los menos privilegiados, ayuda a mitigar los efectos de los desastres naturales, reduce el consumo energético y crea espacios públicos acogedores. Nos demuestra que la arquitectura puede mejorar la vida de las personas”.
Aravena y su firma, Elemental, salieron a relucir internacionalmente por primera vez en 2004 con un proyecto que redefinía el modelo económico de las viviendas sociales. El desafío era construir un espacio para 100 familias que se habían tomado ilegalmente media hectárea de un terreno en Iquique, al norte de Chile. El gobierno entregó un subsidio para que cada familia construyera una nueva casa, pero era insuficiente para comprar los terrenos y edificar en un terreno tan costoso. Lo esperable hubiera sido que se fueran hacia espacios más baratos, pero con las consecuencias obvias, cambios de trabajo, pérdida de vínculos familiares.
Elemental desarrolló la base de las casas, con cocina completa, baño y techo. Esto le permitió a las familias continuar construyendo su propio hogar y darle la identidad que ellos quisieran. El resultado se aleja de las otras viviendas sociales hechas como bloques. El modelo, tanto en Chile como en México, se ha replicado por el gran valor que las propiedades adquieren.
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