Las criptomonedas son llamadas el futuro del dinero, pero sus ganancias millonarias hoy se generan a costa del medioambiente. Consumiendo grandes cantidades de energía, el impacto del bitcoin en el cambio climático ya alcanza las dimensiones de otras industrias más convencionales. Algunos se están haciendo ricos con estas divisas, ¿pero a qué costo?

Una de las industrias más contaminantes del planeta, es la de las criptomonedas. Junto a la contaminación producida por la ganadería o la industria textil está la producción de bitcoins, un proceso que depende netamente de computadores de alta potencia que consumen al año la misma cantidad de electricidad que un país con decenas de millones de habitantes.

La huella de carbono anual del bitcoin corresponde a casi 75 millones de toneladas de CO2, el equivalente a las emisiones de Colombia en todo un año. Para ponerlo en perspectiva, la cantidad de dióxido de carbono que genera la producción de sólo una de estas criptomonedas, supera en 100 veces a la minería de oro alrededor del mundo.

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Pero esto no es todo, ya que respecto al gasto energético de sus transacciones, el bitcoin consume más de 157 toneladas de watts al año, superando el consumo total de países como Suecia, Ucrania y Malasia. 

¿Por qué las criptomonedas necesitan de tanta energía? Esto es porque se generan a través de un proceso que es similar a la minería, pero con computadores que resuelven problemas matemáticos de alta complejidad. Para crear una mayor cantidad de bitcoins se necesitan ordenadores que sean más potentes y que por consecuencia, ocupan más electricidad para funcionar. Esta electricidad es generada mayormente por el uso de combustibles fósiles, y en los lugares que concentran la mayor producción de bitcoins (como China), la fuente de energía que mantiene a las computadoras funcionando 24/7 es la del carbón.

Las instalaciones dedicadas a la minería de bitcoins suelen ser bodegas repletas de computadores llamadas granjas, que consumen enormes cantidades de electricidad. Es por esta razón que es más beneficioso para la industria localizarse en países más fríos como Islandia o Suiza, ya que en esos lugares la energía eléctrica suele ser más barata y proviene de fuentes sustentables como las hidroeléctricas, o las plantas geotérmicas. Sin embargo, esta ventaja podría dejar de existir en el corto plazo debido a que Islandia (el país donde se encuentra la mina de bitcoins más grande y potente del mundo) ya está alcanzando su máximo potencial para producir electricidad.

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Sin embargo, también existen desventajas en el uso de energías verdes en la producción de bitcoins. Los computadores encargados de generar nuevas criptomonedas y procesar sus operaciones necesitan electricidad constantemente, y las fuentes renovables sólo son capaces de mantener este suministro de forma intermitente. 

Esto significa que los mineros dependen la mayoría del tiempo de otras fuentes más contaminantes y dañinas para el planeta. ¿Cómo disminuir entonces el impacto del mercado de las criptomonedas en el cambio climático? Los expertos señalan que la clave está en sus algoritmos. Si la industria genera un nuevo protocolo con algoritmos más eficientes, es decir, uno donde la creación de bitcoins no dependa de los mineros sino que de quienes son dueños de esas monedas, no existiría la necesidad de utilizar grandes máquinas hambrientas de energía. De hecho, se estima que este cambio podría ahorrar el 99.95% de la energía total que se requiere para mantener el sistema actual funcionando.