Entrevistamos a Fernando García por su emprendimiento de lubricante íntimo y su jefe lo encontró “vulgar y perjudicial” para la imagen de la fundación donde trabaja(ba).
A principios de año Pousta publicó un artículo sobre las cualidades de Boy Butter: lubricante pensado para cumplir con las expectativas del público homosexual que carece de opciones relacionadas con este tipo de productos en el mercado. En el artículo Fernando García –psicólogo responsable de traer el producto a nuestro país y que se desempeñó durante cinco años como Jefe de Desarrollo Organizacional en Hogar de Cristo– nos explicó las bondades del producto que estaba importando.
El artículo fue un éxito y Boy Butter continúa expandiéndose de forma progresiva entre un público que agradece su llegada luego de comprobar sus resultados. Todos contentos hasta que meses después, Fernando García se vio envuelto en una situación que según sus palabras fue un caso de discriminación laboral basada en razones que bordean lo ridículo y que nada tiene que ver con su desempeño laboral.
García comenzó a trabajar en Fundación San José, que actúa bajo cuatro líneas de acción: apoyar a mujeres que están en conflicto con su embarazo, otorgar en adopción a niños y niñas, resguardar a menores de ambientes conflictivos y regularizar situaciones ligadas a la paternidad.
A las pocas semanas de su ingreso fue advertido por una compañera de trabajo asegurando que un miembro del directorio, Tomás Fernández Goycoolea –dueño de la Inmobiliaria Nuevo Pacífico Sur y miembro del Directorio de Asodi– buscaba que se bajara la entrevista realizada en nuestro sitio por considerarla “vulgar y perjudicial para la imagen de la fundación”
“Mi orientación sexual resultaba evidente. La nota fue hecha en un tono juguetón, porque no se trataba de vender aceite de oliva, precisamente”, asegura García.
“Para algunos la vida sexual homosexual puede ser vulgar. O poco santa. Pero de ahí a que este juicio traspase esferas reguladas por la legislación laboral vigente, es otra cosa. Hay cuestiones que a mí me parecen vulgares, pero quedan en el espacio de la opinión personal sobre un tema en puntual” agrega.
Lógicamente, García se negó al petitorio de la directiva ante la vulneración de su derecho relacionado a la libertad de expresión y por esta razón, fue citado nuevamente tan solo tres días después del episodio por Fernández Goycoolea quien le dijo que no representaba el perfil de la organización y que la existencia del artículo condicionaba su permanencia en la fundación.
“Reflexioné todo ese fin de semana sobre esta situación injusta. La primera reacción fue, por supuesto, irme. Pero sentí que con eso estaba escapando. Escondiéndome. Permitiendo la agresión. Sin resistencia. Y también sentí que les fallaba a los niños que están en las residencias. A ellos probablemente también en algún momento los discriminarían; por negros, por adoptados, por no parecerse a sus padres, por ser huachos. Mal que mal, quien discrimina en una circunstancia dada, seguro lo hace en otras” asegura García, quien posterior a los hechos escribió una carta a la directiva exponiendo la situación.
En el correo, García solicitaba una reunión para poder aclarar el asunto pero no obtuvo respuesta hasta 16 días después. Durante los días de espera, el distribuidor de Boy Butter decidió recurrir hasta la Inspección del Trabajo por la vulneración de sus derechos fundamentales.
La denuncia fue tramitada y declarada admisible mientras García recibía el apoyo de sus compañeros de trabajo.
“En gestos generosos, justos, valientes y llenos de dignidad, fue renunciando casi toda la estructura administrativa: Primero, renunciaron la Directora de Investigación y Desarrollo y la Directora Comercial. Posteriormente, y porque la situación era ya muy compleja para ella, renunció la Directora Ejecutiva – que no concibió seguir en una institución que avala estas prácticas – y así siguieron: la Directora de Administración y Finanzas y todo el equipo Comercial. Muestras de cariño que me demostraron que no todo estaba perdido, y que fue un espaldarazo y me sostuvieron en la decisión de seguir con esto hasta el final” sostiene.
Finalmente, la resolución confirma que Tomás Fernández, instruyó a la Directora Ejecutiva para “que bajara la entrevista de internet (POUSTA) dado su contenido sexual, el cual podría ser considerado como ofensivo por parte de personas de la fundación o allegadas a ésta”.
En este informe, también se corrobora que “el mismo presidente del directorio le instruyó a la Directora Ejecutiva que frente a la negativa, tenía que irse porque no cumplía con el perfil para trabajar en la Fundación”.
Fernando García optó por salir de la fundación San José de forma voluntaria para no perjudicar a los menores que se quedarían sin financiamiento si la organización era amonestada.
“El verbo adoptar viene del latín adoptare y se compone de ad- (idea de aproximación o asociación) y el verbo optare (elegir, escoger, desear), de modo que expresa la idea de elegir o desear a alguien o algo para asociarlo o vincularlo a sí mismo” reflexiona García luego de los sucesos.
“A mí, a pesar de haberme elegido, no me asociaron, no me aproximaron, todo lo contrario, me rechazaron en una acción injusta, llena de prejuicios y maltrato que, a pesar de todo, decidí aprovechar como una oportunidad para educar, para no aceptar estas agresiones y seguir en mi idea de hacer de Chile un país mejor. TENEMOS que adoptar una nueva forma de hacer las cosas”, finaliza.