Podría decirles la fecha exacta, pero no me atrevo aún a mirar los papeles de clínica. Podría decir también la hora, pero borré el registro de llamados a mi madre mientras me tiritaba la boca, manos y cuerpo entero sin control, al igual que el mensaje de voz a mis amigas avisándoles que algo andaba muy mal. Aún estoy asustada, tanto así no que quería contárselo a nadie más.

No recuerdo cómo llegué al auto, sólo sé que lo hice. De un momento a otro veía mi cuerpo derritiéndose, no por culpa de fuego, o un accidente doméstico, no por nada imaginable de buenas a primeras. Dentro mío, un veneno recorría mis venas mientras mi piel iba tomando forma de cera. Si, cera naranjo rojizo, como una vela. Mi piel se había transformado en miles de pequeñas gotas de cera humana, desde la punta de mi cabeza hasta la punta de los pies; hirviendo, picando, tomándome la vida sin yo saberlo.

¿Cuántas veces en la vida nos hemos preguntando si las experiencias tendrán algún valor más allá del romántico “todo pasa por algo”?. Viví fuera de Chile gracias al rock, donde rock no se entiende como en Chile donde abundan “malulos, alternativos, shuper rudos o snobs elitistas”. El rock de verdad brilla, encandila y le abre las pupilas a los que viven de él, para bien o para mal, como un hoyo negro que concentra todo a tal punto que desapareces. Si hay algo que uno ve en este tipo de vida, son personas vomitar: por intoxicación, por estética, por gusto, da lo mismo, el rockero no mide, pero si devuelve. No dudé en meterme los dedos a la boca y vomitar lo que fuera que tuviera dentro, una corazonada me decía que eso me daría tiempo.

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CC Unsplash

¿Qué quería decir mi pensamiento al traerme el tiempo a la cabeza? No lo sabía, sólo sentía. No han pasado aún más de cinco minutos y ya estoy arriba del auto, tengo que correr, un carajo me importa la señalización o el weón de al lado. ME ESTOY DERRITIENDO CONCHA DE TU MADRE, DIOS MIO! DIOS!! DIOS!!! Tengo que avanzar, disculpen los de enfrente voy a pasar por su pista, disculpen todos si llevo la bocina pegada y voy gritando, no estoy pensando, tengo que llegar, tengo que llegar, DIOS!. Me bajo, el guardia de urgencias corre hacia mi, me mira, le nuestros mis brazos tratando de buscar ayuda, no me salió una sola palabra. Sigo respirando, eso tiene que ser bueno, me toma entre sus brazos a la velocidad del rayo, mi voz sale de mi cantando mi numero de identidad.

Corte.

Cinco personas están sobre mi, sacándome la ropa, inyectándome y pegándome cosas por todo el cuerpo, me hablan (no sé de qué), contesto (cosas medianamente coherentes), no pienso, sólo observo. Atrás estaba el médico cabrón, ese que ya se esforzó suficiente, él es el maestro de orquesta, los demás tocan y bailan a su ritmo. “Que imbécil, que mierda me hice, seguro no es nada, que vergüenza, y para más remate debo tener una crisis de pánico”, me excusaba sonriendo mientras convulsionaba. Ellos me decían, “claro, claro” con una tranquilidad que me dio confianza, tengo que ayudarles y comportarme como una mujer grande relatando calmadamente todo lo que iba viendo y sintiendo que me pasaba. Desde que llegué ya no sentía dolor, pero mi cuerpo hacia cosas por si mismo sin control. No puedo parar de tiritar, no puedo controlar una sola cosa, me da frío, quiero vomitar de nuevo, cagar también, pero no, pase lo que pase no te vas a cagar, eres una señorita, primero muerta que indigna. Echo la cabeza hacia atrás, y de pronto siento que siento que los dedos de mis pies, de mis manos, mis rodillas, mi brazos se están rigidizando. Mi cuerpo está tieso y se no responde. “Oh oh…chicos, no se asusten, pero parece que me voy a desmayar”.

Cuando el corazón deja de latir, tu cerebro con más fe que tu mismo, concentra el oxigeno en tus órganos vitales, y por supuesto lo más que pueda en el mismo. Pero tus extremidades no son prioridad, eso produce su recogimiento (esto lo supe después).

Me concentro como nunca antes en mi vida, tengo que volver a mover mis dedos, creo que lo dije, no sé, ya entre hablar y pensar no hay diferencia, los veo a todos esperando, no se que mierda está pasando. ¡Bah! No importa, me importan mis dedos, MUÉVANSE, MUÉVAANSE….AHI, AHÍ.. va el primero de…..a…..pooooooooo……..cooooooooo aaaaaaaaaah, ahí vaaa el otro!! ESO MIERDA, VAMOS!!

Paso el mal rato, riámonos ahora, que idiota yo y mis anécdotas. Todos sonríen conmigo.

Llega mi madre, la miro sonriendo y con culpa, ya estoy bien, que me perdone lo exagerada, debe ser como siempre me han dicho que es porque ✌️soy artista✌️. Ella sale a hablar con los médicos un segundo y vuelve pálida y mirándome con cara de cómo si yo fuera un fantasma. No logré sacarle mucha sonrisa que digamos, pero el medico que me coqueteaba amablemente me ayudó a normalizar el ambiente- Terminamos hablando de música (algo muy típico mio). “La tenemos que llevar a la unididad de cuidados intermedios” (¡Ah! intermedio, genial, sabía que no era nada grave, la U.C.I ..mmmm esperen, eso no es tan light. ¿Qué paso?) Cuando llego a la habitación los médicos de la UCI con los de urgencia se pasan la información.

Estuve muerta, casi se rinden, por un segundo no me ponen esa maquina que uno ve en Grace Anatomy y Doctor House todo el tiempo. Me dicen muy serios evitando mi humor, que fueron cinco minutos más lo que me hubiese tomado llegar a la clínica y no estaba más, esto no es un juego ni divertido.

De esto no ha pasado mucho tiempo. Todavía dejo la luz del pasillo prendida para dormir (con pastillas), las preguntas son muchas y las reacciones posteriores de cliché no tienen nada. Es todo raro y las emociones navegan en mi. Podría escribirles para siempre cada día de todo lo que me dejó, y me sigue dejando esto, pero hay que cerrar. Decían mis profesores en la Universidad que nunca hay que quedarse con la primera idea, con esa primera reacción; esta vez nunca pensé y actué mejor cuando dejé de hacerlo y seguí mi instinto, mi primitividad, esa que siempre quiere vivir y que me permite al menos escribirles esto.

Paloma Murúa

Paloma sufrió un shock anafiláctico producto de la repentina reacción alérgica a un antibiótico que ha tomado durante toda su vida.