Los dos países involucrados en el conflicto bélico son fundamentales en el mercado mundial de los alimentos porque representan casi el 30% de las exportaciones de trigo. Y las consecuencias afectarán a diversas partes del mundo. Por ejemplo, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU ha disminuido las raciones a millones de personas. “Les quitaremos comida a los hambrientos para dársela a los famélicos”, dicen.

El pan, las pastas, la pizza y la cerveza podrían subir de manera exorbitante sus precios en todo el mundo, debido a la invasión rusa en Ucrania. “¿Cómo podría afectar tanto a escala mundial?”, se preguntarán, y la respuesta es que ambas naciones son extremadamente relevantes en el mercado mundial de los alimentos. 

Durante los últimos cinco años, Rusia y Ucrania han representado un tercio de las exportaciones de trigo en el mundo; 17% del maíz; 32% de la cebada; y el 75% del aceite de semilla de girasol, un aceite que se usa para cocinar en diversas partes del mundo. 

Las sanciones económicas y la desconexión financiera con el mundo de los soviéticos, y el bloqueo del mar Negro que sufre Ucrania le impide hacer exportaciones, ya que no tienen suficientes vagones de tres para trasportar alimentos por tierra. 

Además, preocupa la cosecha. 

Según consigna The New York Times, el ministro de Agricultura ucraniano, Roman Leshchenko, pidió el 11 de marzo a sus países aliados 1900 vagones de combustible, porque el Ejército había ocupado todo y los agricultores no podrían cosechar. Naciones Unidas ya ha señalado que cerca de un 30% del territorio de Ucrania podría convertirse en un espacio de guerra, y con el escape de los ciudadanos del conflicto bélico, va quedando menos mano de obra para el proceso de producción. 

“¿Qué provoca en realidad que la gente salga a las calles a protestar? Todo empieza con la escasez de alimentos y la inflación en los precios de los alimentos”, reflexiona Ben Isaacson, analista del sector agrícola en Scotiabank. 

En el último año, el precio del trigo ha subido un 69 por ciento. 

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Antes del conflicto bélico, los precios ya estaban aumentando y se estaba reduciendo el suministro en general. Los precios del trigo aumentaron un 21% desde que comenzó la invasión rusa, pero la pandemia, las restricciones al transporte, el encarecimiento de la energía y desastres naturales ya venían generando su impacto. Para el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David M. Beasley, “el conflicto en Ucrania tan solo ha mezclado una catástrofe con otra”, y asegura que no hay precedentes de una crisis así desde la Segunda Guerra Mundial. 

La agencia que lidera Beasley es la encargada de alimentar a 125 millones de personas por día y ya han sentido el efecto del incremento en los precios. Su presupuesto mensual aumentó en US$71 millones, por lo que redujeron las raciones de 3,8 millones de personas. “Les quitaremos comida a los hambrientos para dársela a los famélicos”, dijo al respecto. 

La producción de trigo de Estados Unidos y Canadá ya está ajustada. Argentina limitó sus exportaciones y Australia ya ha copado su capacidad de envíos, por lo que reemplazar la producción de los países en guerra es complejo. También la baja en la elaboración de fertilizantes, ha provocado que agricultores de Brasil hasta Texas recorten su consumo, afectando el volumen de las próximas cosechas.  

Y conseguir los recursos se pone cada vez más difícil para algunos países. 

Armenia, Eritrea, Kazajistán y Mongolia importan la mayoría de su trigo de Rusia y Ucrania, por lo que deben encontrar otras fuentes. Eso frente a gigantes como Bangladesh, Egipto, Irán y Turquía que se han quedado con más del 60% del trigo de los dos países en guerra. 

Las crisis alimentarias en Sudán del Sur, Yemen, Etiopía y Siria eventualmente empeorarán. En Afganistán, más de 23 millones de personas ya están sin suficiente alimento para comer, lo que corresponde a más de la mitad de la población. 

“Estados Unidos cree que solo ha sancionado a Rusia y a sus bancos (…) pero ha sancionado a todo el mundo”, dijo Nooruddin Zaker Ahmadi, director de una empresa de importaciones afgana.

China, por su parte, sufrió una serie de inundaciones el año pasado y eso ha provocado su peor cosecha de trigo en décadas. Por lo tanto, ya se plantea que comprarán una fracción mucho mayor del recurso alimenticio. 

El ministro de Agricultura chino, Tang Renjian, señaló que “la situación de las plántulas de este año puede decirse que es la peor de la historia”. Cabe señalar que China es el mayor productor y consumidor de trigo del mundo. 

Tiempos difíciles se avecinan en diversas partes del mundo, sobre todo por las proyecciones de un conflicto bélico que se esperaba fuera breve, pero que, sin embargo, continúa sin tregua y con pocas opciones de solucionarse pronto.