Una periodista se la jugó por cambiar los clásicos productos de higiene femenina por la copa menstrual de Mialuna. Spoiler: Hubo un par de momentos medios Carrie. Spoiler 2: hay varias razones por las cuales esta deberia ser una alternativa que al menos deberías considerar.

copa menstrual

Me llegó la regla por primera vez a los once años. Fui una de las primeras de mis compañeras y amigas, lo que hacía que me diera vergüenza que cualquiera supiera o me escuchara en el baño abriendo una de las toallas higiénicas. Han pasado trece años desde entonces y durante cada regla he usado toallitas diarias, tampax y toallitas nocturnas. Si llegaba el día y me pillaba sin uno de estos implementos, me significaba un caos, porque para cada horario y situación necesitaba alguno diferente.

AcciónFem hizo un análisis de las cifras de contaminación, que realmente impactan: “Si tenemos flujo normal usamos aproximadamente 13.000 toallas higiénicas a lo largo de nuestra vida. Si cada toalla después de usada pesa 5 gramos, producimos 65 kg de basura al año solo en toallas higiénicas. En cuarenta años son 2.600 kg de basura. O sea que, cada cien mujeres menstruantes en Chile producimos 6.500 kg de basura al año. En cuarenta años tiramos a la basura 260 toneladas de protección menstrual altamente contaminante y no degradable en nuestro medio ambiente.”

Una toalla higiénica demora 500 años en degradarse y si bien había escuchado hablar de la copa menstrual, lo único que conocía eran los productos con alas, sin alas, ultra delgadas, con florecitas, rosadas, etc. Una de mis mejores amigas se declara evangelizadora de la copa menstrual, y de un minuto para otro fui evangelizada sin darme cuenta, así que decidí aceptar el desafío de cambiar mi rutina de trece años de menstruación por una nueva. Me acerqué a las oficinas de Mialuna, una empresa chilena dedicada al cuidado de la mujer de manera 100% ecológica, convencida de que con la copita vería la menstruación desde otra perspectiva. (SPOILER ALERT: así fue!)

La copa menstrual Mialuna está fabricada con silicona médica hipoalergénica y a diferencia del tampón, esta solo recolecta lo que el cuerpo libera manteniendo la humedad que se necesita. No acumula bacterias, siendo así la opción más higiénica en cuidado femenino, porque al mantener el flujo dentro del cuerpo este no tiene contacto con el oxígeno, que es lo que produce malos olores. Además, esta contiene tres veces más líquido que los tampones súper plus, por lo que puedes usarla por doce horas e incluso dormir con ella toda la noche.

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Ahora a lo que nos convoca. Así fue mi experiencia:

DÍA 1:

Nunca había esperado mi regla con tantas ansias. Cuando por fin la biología hizo su trabajo, llegó la hora de probar la hermosa copita celeste que había retirado la semana pasada de Mialuna. Al igual que como me pasó con los tampones al comienzo, no resulta fácil introducirla (y mi amiga evangelizadora me lo había advertido), solamente se trata de práctica. Doblé la copa, la metí. Para asegurarse de que está bien puesta y que no filtre, hay que tocarla alrededor y sentir que no esté doblada. Me demoré y me dolió. Pensaba en rendirme pero tenía tantas ganas de usarla que continué intentándolo hasta que supuse que estaba bien puesta. Era de noche, así que mi primer uso sería mientras dormía, lo que podía terminar como Terror en Amityville o como Blancanieves. ¿Se han dado cuenta cuando duermen con la regla que, cuando te das vuelta sientes el chorro que sale y te semi despiertas y ruegas a Afrodita que por favor no se esté saliendo del pañal que tienes puesto porque o si no tienes que cambiar sábanas al día siguiente? Bueno, dormí profundamente y ni me di cuenta de la copa o de mi regla. Efectivamente la había puesto bien.

DÍA 2:

Cuando fui a ducharme tenía que sacarla. Como también hay que aprender a sacársela, sabía que la primera vez podía ser un desastre. Dicho y hecho. No pude ver bien la cantidad había sangrado durante la noche, porque apenas le entró un poco de aire la saqué y FUAAAAAAAAAAA!!! Me había convertido en Carrie. El W.C, mi mano y un poco del suelo habían quedado impregnados con mi ADN. Todo bien, por suerte estaba en mi baño, así que después de la ducha la introduje de nuevo.

Iba en camino a trabajar y en el metro empecé a sentir la filtración. Me dio una micro-pálida pensar en el baño de la oficina, donde tendría que estar veinte minutos metiéndome los dedos para acomodar la copa. En fin, era lo que tenía que hacer y fue lo que hice. En un baño “público” la situación se complica, porque generalmente son de espacio reducido y no tienen lavamanos adentro así que hay que hacerse la idea de salir públicamente como Hannibal Lecter.

La segunda vez que me la puse pensé que lo había hecho bien, mas no. Nuevamente las filtraciones en público, así que buceé en mi cartera y por suerte traía un tampax. Me lo puse. Había fallado, pero no podía arriesgarme a mancharme porque tendría que volver a mi casa y ya me dolía suficiente la vagina de tanto forzar la copa. Cuando llegué a mi casa no tuve problema, la puse y dormí como Blancanieves nuevamente.

DÍA 3:

Determinada a no volver a tropezar con las piedras del pasado me enfrenté al tercer día de copa menstrual. Ya con más práctica y menos miedo logré estar el día completo fuera de mi casa y sin problemas de colocación, filtración o comodidad, por lo que el resto de mis días fueron sin novedad.

copa menstrual

Como en cualquier cosa, hay que acostumbrarse para que no sea complicado. A pesar de las dificultades a partir del primer minuto pude disfrutar de los beneficios de la copa y durante mi última menstruación solamente utilicé un tampón. Mialuna es la única marca de menstruación consciente en Chile que cuenta con diferentes tallas de copas menstruales para lograr satisfacer a cada mujer según su necesidad. Esta empresa además es “Empresa B” un sello que avala que es una marca que opera bajo altos estándares sociales, ambientales y de transparencia, buscando dar soluciones concretas al cuidado del planeta.

Por donde se le mire la copa menstrual es la mejor opción. Al usar los productos de higiene femenina que nos venden desde que somos niñas, aceptamos que mes a mes nuestros cuerpos sean agredidos con los tóxicos que tienen los productos higiénicos, además de contribuir con el daño medioambiental. No ignoremos la toxicidad de los productos y de nuestras acciones, además de las consecuencias para nuestra salud y futuro. Recomiendo 100% el cambio, no volveré a lo que usaba antes y al igual que mi amiga me he convertido en una evangelizadora de la copa menstrual.