Desde que entró en vigencia la Ley Zamudio, 18 personas LGBTQ+ han sido asesinadas. Otras 245 personas han presentado demandas para hacer cumplir dicha norma, donde solo 13 han terminado con resultados favorables.

Un horrible y brutal ataque homofóbico estremeció a todo el mundo cuando en Chile, un joven llamado Daniel Zamudio, se despedía de este mundo tras recibir una indescriptible golpiza en el Parque San Borja en Santiago. Golpiza que terminó con su vida, luego de haber luchado por 25 días en estado de coma.

Era la primera vez que Chile se compadecía de un acto homofóbico, al nivel de rebautizar la Ley Antidiscriminación por “Ley Zamudio”, donde se dijo en ese momento que se iban a agilizar todos los procesos necesarios para que la Ley se aprobara y dejaran de suceder este tipo de actos que hacen cuestionarnos el tipo de sociedad que somos y cómo el odio eyacula en las hormonas heterosexuales para terminar con la vida de alguien.

La ley sigue ahí. En nada. Zamudio dejó este mundo por ser simplemente él. Por respirar como él quería respirar, por caminar como él quería caminar, por vestirse como él quería vestirse y por decir lo que él quería decir sin agredir a las personas que estaban a su lado. No tolerar las orientaciones sexuales de otras personas demuestra lo atrasado y cagado que estamos como país y sociedad. Que nuestros políticos no nos defiendan, ya dejó ser de frustrante y se convirtió en algo irritante y doloroso, como esas espinillas que te salen dentro de la nariz.

Por ejemplo, la Ley de Identidad de Género se está tramitando desde hace cuatro años y aún sigue en su primer trámite constitucional y lo que es peor, sigue aún en el mismo estado de tramitación debido a que se cita cada vez menos y no existe casi nunca un quórum. Lo más grave de todo, es que la Comisión de Derechos Humanos del Senado, es la tercera que menos sesionó en el año 2016 con sólo 25 sesiones. La Comisión de Constitución sesionó 90 veces, tragicómico diría yo. Un hermoso funcionamiento particular del Senado, hashtag Chile te amo.

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El impacto de Zamudio nos permitió avanzar en materia de discriminación, pero aún se siguen cometiendo actos horribles como los de Zamudio, donde nadie dice ni hace nada. Qué pasa con la muerte de Vicente Vera, quien falleció en las manos de su novio tras recibir una brutal golpiza, por personas que eran veinte años menor que ellos, simplemente por encontrarlos afeminados por arreglar su jardín. ¿De qué estamos hablando? ¿Por qué seguimos permitiendo que pasen este tipo de atrocidades?

Desde que entró en vigencia la Ley Zamudio, 18 personas LGBTQ+ han sido asesinadas simplemente por tener una orientación sexual distinta a la que determina un partido político, por ejemplo. Otras 245 personas han presentado demandas para hacer cumplir dicha norma, donde solo 13 han terminado con fallos favorables. Preocupante y angustiante. ¿Cuántos más nos tenemos que morir para poner urgencia en la Subsecretaría de Derechos Humanos?

El odio sigue instaurando miedo en Chile, la homofobia sigue masificándose en Chile y la transfobia sigue generando más muertes. Las sanciones en este país son tan débiles que llegan a dar vergüenza. Una persona que roba en un retail tiene más condena que una persona que mata a alguien, y esto, da pie a que umpalumpas con cerebros de peta zeta anden por la calle matando a personas que tengan una orientación sexual distinta. Compadre, un homosexual o transexual no hará dudar de tu sexualidad con esa mentalidad, no eres atractivo, tranquilo; déjanos caminar por donde mismo caminas tú porque pagamos los mismos impuestos que tú y hacemos caca con el mismo olor que tú.

Las falencias de nuestro gobiernos son aberrantes. Nadie nos respalda y nos avala, es por eso que nos matan. Lamentablemente Daniel Zamudio tuvo que morir parar hacer un remezón en la derecha (quien lamentablemente manda este país), pero Zamudio no nos dejó por completo, su nombre quedará por siempre en el subconsciente de todos los que vivimos esta tragedia para seguir presionando y que se cumpla a total cabalidad una Ley que lleva su nombre para recordarnos que el respeto y la tolerancia es lo mínimo que necesita tener un ser humano.