A pesar de los riesgos, que pueden llevar a la muerte de quien se le practica uno, algunos miembros de la institución cada vez se muestran más abiertos a esta anticuada opción para “ahuyentar a los demonios”. Visto como una manera de atraer más feligreses, o como un acto político, también se percibe como un factor de división dentro de los mismos creyentes.
En la ficción, los personajes terminan con un final casi feliz. Regan, la protagonista de la película “El Exorcista” (1973) es liberada del demonio que la posee y continúa su vida, por ejemplo. Pero en la vida real, las cosas no son así. En septiembre del 2021, Arely Proctor de tres años, perdió la vida luego de ser sometida a un exorcismo. La policía de San José, California, determinó la asfixión como causa de muerte y este año, dos integrantes de la familia de Arely y el sacerdote que practicó el exorcismo fueron arrestados por abuso infantil con causa de muerte.
En este lugar del mundo, y en parte por la representación fílmica de la práctica, el exorcismo está profundamente asociado con la Iglesia Católica, sus sacerdotes y símbolos y objetos, como la cruz y el agua bendita. Si bien al principio de su masificación, con la película protagonizada por Linda Blair e interés público sobre el ocultismo, gran parte de la institución rechazaba asociarse con los exorcismos, sin embargo, hoy en día se muestra más cerca de aceptarla según consigna la BBC.
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Joseph Laycock, académico de estudios religiosos en la Universidad Estatal de Texas, asocia el cambio de postura de algunos católicos sobre el exorcismo a las divisiones que existen dentro de la misma iglesia. Mientras quienes rechazan la práctica son asociados con el área conservadora, los que la defienden son definidos como la parte “progresista” de la institución.
¿Y con quién cuenta el sector que se abre a aceptar el exorcismo como parte del catolicismo? Su representante más grande: El Papa Francisco. El 2017 llamó a los sacerdotes a vincular a seguidores de la iglesia con exorcistas de ser realmente necesario. Esta acción por parte del Papa se entendió como una apertura, pero también como un llamado para atraer a nuevos feligreses a una religión que día a día pierde miembros, debido a sus escándalos vinculados al abuso.