¡All the single ladies, all the single ladies!
Si estás solterx después de los 25, es porque se te pasó la micro. Por lo menos así lo postulan artículos de revistas, programas de televisión y familiares que nos miran condescendientes en la sobremesa diciendo la frase que nunca queremos escuchar: “ya va a llegar, tranquil@”.
Pero muchas veces estamos en una fase intermedia donde tenemos a alguien de confianza para hacernos compañía. Es alguien que ocupa un lugar especial y cumple funciones de un amig@ o polol@ sin ser ninguna de las opciones anteriores.
En idioma chilensis: hablamos de la comodidad de tener un casero.
Tener una sucursal o fuck buddy, como lo llaman los millennials, no es meterse a Tinder y elegir lo primero que nos parece acorde a nuestras preferencias superficiales. El hecho de tener una relación de amistad y sexo con alguien es mucho más profundo y excluye las partes de una relación que pueden parecer tediosas cuando otras cosas son más importantes, como el tiempo que dedicamos a nosotros mismos.
Tratando de dejar de lado la mitificación de las relaciones convencionales como única opción de felicidad perpetua y la injusta demonización de la soltería, te presentamos tres testimonios que explican por qué tener un amig@ con ventaja (perdonen lo noventero) es una buena opción a la hora de buscar compañía de tiempo definido:
Maximiliano (29)
“Tengo 29 años y no he pololeado nunca, para mi gusto el pololeo está sobrevalorado. La gente asume que si no pololeas a mi edad es porque eres un homosexual reprimido, o trancado por situaciones de la infancia. Pero sinceramente, para mí es la mejor opción. Llevo tanto tiempo solo que he aprendido a quererme por lo que soy y por lo mismo uno se pone más exigente y no estás con alguien por necesidad, que es lo recurrente en mucha gente que pololea infelizmente por su falta de autoestima.
Existen los pros y los contras de tener una casera:
Pros: haces lo que quieres, ves la películas que quieres ver, sales a carretear donde quieres con quien quieres, vuelves cuando quieres. Con las caseras uno cultiva una gran confianza en el ámbito sexual y hasta cariño existe. No existen comidas familiares, y tampoco los celos ni los compromisos incómodos. Solo una llamada tipo 3:45 am para convertir una noche normal, en una memorable.
Contras: Cuando uno piensa que las cosas van bien, uno de los dos se enamora. Otro punto es que durante el invierno pueden aflorar las ganas de pololear pero hay que mantenerse firme en la convicción porque desesperado nunca tomas buenas decisiones. Querer empezar una relación por sentirte solo no es justo para nadie.
A mí en lo personal me gusta estar soltero, lo cual no quiere decir que no me gustaría estar pololeando, el tema es que si no conozco la persona que me mueva el piso y en verdad quiera estar con ella, prefiero quedarme soltero y con una amiga con ventaja. El pololeo como lo veo está sobrevalorado y es más que nada un estatus social y si ya lo tienes, después viene el matrimonio…y ahí ni po cabrito.
Catalina (24)
Estoy soltera hace dos años y es netamente por que no he conocido la persona indicada para terminar con mi libertad. Esta libertad se trata de querer juntarme con mis amigas cuando yo quiera, la libertad de no tener que darle explicaciones a alguien de lo que quiero o no quiero hacer. Para conservar esta independencia, lo mejor es tener un casero.
La figura de un casero es mucho más que alguien utilizable con fines netamente sexuales. Para mí es una persona que aunque no se involucran sentimientos, existe un cariño que incluye todos los derechos sexuales habidos y por haber.
Para mí el tema es serio porque se estás entregando demasiado, estás mostrando tu cuerpo, tu intimidad y necesito la confianza necesaria con la persona indicada para repetir la ocasión. Yo no ando de “cacería”, desde mi experiencia puedo decir que donde pongo el ojo, pongo la bala y he logrado dar con la persona que está en mi misma sintonía. Tienen que existir temas de conversación y que el momento sea agradable. No puede existir el aburrimiento entre el casero y una.
Otro tema importante tiene que ver con la fijación de los límites. No pueden existir escenas de celos ni la suspensión de planes por estar con él. Si uno se está enganchando y el otro no, se tendrá que comer los sentimientos, porque el casero nunca puede pasar a ser algo más allá de lo informal.
Tomás (25)
Terminé una relación de seis o siete meses por el desgaste que causó la formalidad y tener que aceptar situaciones mediocres por el pretexto del “amor”. La gente considera que a los 25 debe existir un piso que te prepare para los 30, y eso implica: no estar en la universidad, vivir sin tus padres y tener una relación estable.
Tras el término recordé lo mucho que disfrutaba del tiempo conmigo mismo. Pensé en la ansiedad que le produce a mis amigos la soltería y decidí estar en el limbo de la formalidad y el carrete. Y para eso, lo mejor es un casero.
La palabra es fea, pero es mucho menos siútica que hablar de amigos con beneficios y se asocia mucho a la promiscuidad, pero es todo lo contrario. Es una relación de amistad donde se tiene sexo y cada uno vuelve a su cama en su respectiva casa con su respectiva vida.
Conocí a Nicolás por amigos en común y desde siempre tuvimos una onda extraña. De estar pero no estar juntos. No se puede hacer formal algo que comenzó con el fin de estar en el mismo contexto: el de no querer volver a pasarlo mal o involucrarse en situaciones que no valen la pena.
Desde ese punto hasta ahora, llevamos una dinámica de más de un año donde cada uno se ve acorde los horarios que se estipulan en minutos y sin planificación, no hay tabúes sexuales ni silencios incómodos. Simplemente está la libertad de ser joven y pasar los domingos comiendo comida china, teniendo sexo, y volver el lunes a una nueva semana con el ánimo impecable.