“Se adelantó a muchos temas”: escritoras comentan el legado de Gabriela Mistral

Le preguntamos a un grupo de escritoras por qué las nuevas generaciones deberían darse el tiempo de leer a Gabriela Mistral, a 72 años de su Nobel.

El 15 de noviembre 1945, Gabriela Mistral recibía el premio Nobel de Literatura. Con 56 años, fue la primera mujer latinoamericana en obtenerlo.

Nació el 7 de abril en Vicuña, al norte de Chile. Fue abandonada por su padre a los cuatro años, a los 20 se suicida el que sería su primer gran gran amor, el orígen de “Sonetos de la muerte”. Obra con la que en 1922 el Instituto de las Américas de Nueva York publica “Desolación”, su primer libro.

Trabajó a favor de la equidad de género y también escribió y habló a favor de los mestizos y los pueblos originarios.  Este año se cumple el 72° aniversario de su Nobel, así que hablamos con escritoras chilenas para que nos cuenten sobre el legado, los pro y los contra y sobre su estadía en el clóset.

Soledad Falabella (¿Qué será de Chile en el cielo? Poema de Chile de Gabriela Mistral)

Falabella es investigadora multidisciplinaria en género, sexualidad, poesía, performance y escritura y es especialista en obra de Gabriela Mistral, mujeres, teoría y derechos humanos, además es académica de la Universidad de Chile y la Universidad Diego Portals.

“Nos encontramos en un momento crucial en la lucha por el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres y las comunidades de lesbianas, gays, trans e intersex (LGTBI) en Chile. No solo se está intentando avanzar en materia de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres—despenalizando tres causales de interrupción voluntaria del embarazo—, sino que se plantea también el derecho a la adopción por parte de parejas homoparentales.

En este contexto, la vida y obra de Gabriela Mistral ofrece un rico legado para sofisticar y humanizar estos debates.

La vida y obra de Gabriela Mistral ponen en el tapete un punto clave: cómo ‘nombrar’ estilos de vida diferentes y, sobretodo, deseos diferentes. Con su poesía, ella construyó un lenguaje propio, capaz de constituirse en el tiempo en un rico microcosmos de formas de nombrar y de ser. Poemas como “Éxtasis”, “La Extranjera”, “La Otra”, “La Bailarina”, “La flor del aire”, y el libro Poema de Chile, nos permiten acceder a un ejercicio vivencial de exploración del cambio en el ser humano, especialmente mujeres, cambio en su deseo y en su conciencia, y advertir cómo estos cambios son percibidos y vividos por la sociedad.

Otro aporte crucial de Mistral a la literatura de hoy es su trabajo con la especificidad lingüística del territorio local. Trabaja el lenguaje como el tiempo trabaja un buen vino, se demora en pulir para que la lengua de sus versos y prosa nos compenetren desde dentro, y nos obligan a cuestionarnos sobre cuestiones estéticas y políticas que hoy aún nos tienen cautivas y cautivos como habitantes de este territorio llamado Chile: los derechos humanos, la educación pública, universal y gratuita, la justica social y el buen vivir planetario respetuoso de todos lo ecosistemas de vida, no importe lo pequeños que sean.

Mistral nos obliga a mirar las cosas de nuevo, de marchar más lento, a detenernos y observar, leer y releer, para encontrar nuevas formas de entender su obra. Y lo notable de Mistral que es un observar desde adentro, desde el cuerpo y hasta desde el hueso. En este sentido es un observar bastante rudo, aunque puede ser tierno y melodramático, pero siempre rudo. Poemas como La Extranjera, donde dice “Ese huerto nuestro que nos hizo extraño / ha puesto cactus y zarpadas hierbas.” nos remiten a ese trabajo fuerte e implacable con la materialidad misma del lenguaje. Así es el efecto que tiene su obra: transforadora del huerto, de nuestro cultivo, de nuestra lengua. Revive y renueva nuestra lengua desde su cuerpo, desde su ser cuerpo de mujer mestiza y pobre de un país clasista y racista, y que ama profundamente. País tierra madre, que ella nombra como “Patria y Madre” que me dieron. El feminismo chileno se ha nutrido de eso: de esta valentía y ese rigor para no darse por vencida, sino que serguir luchando.

Mistral nos envalentona: nos ha demostrado que sí se puede, aún siendo una mujer mestiza, de pueblo chico, sin “nompre de familia importante”, esto es, sin esa propiedad que te dan la clase social y la raza en Chile. Así y todo, salió de ese pequeño pueblito llamado La Unión -hoy Pisco Elqui- y terminó sus días con su amada en Nueva York, con su vida rica de amores, desamores y aventuras, más un Premio Nóbel, bajo el brazo.

Poetas y escritores como Violeta Parra, Raúl Zurita, Enrique Lihn, Diamela Eltit, Soledad Fariña, Carmen Berenguer, Alejandra del Río, Malú Urriola, Roxana Miranda Rupailaf, todas ellas y ellos la han leído profundamente y trabajado vivamente en su obra”.

Claudia Apablaza (Diario de quedar embarazada)

“Gabriela Mistral ha ido tomando cada vez más relevancia dentro del contexto literario chileno. Antes se la leía muy poco y hasta se le menospreciaba, pero poco a poco, con la labor de rescate de algunos editores, lectores e investigadores, se ha ido conociendo toda su obra y facetas de su vida. Creo que cada año se le descubre y lee un poco más, eso también a medida que avanzamos a ser una sociedad menos conservadora.

Todo lo que aporte en el debate feminista es muy importante. Hoy en día estamos viviendo un cruce muy importante donde las escrituras estás muy cruzadas con las ideologías, y eso es muy bueno. Sobre todo en las escrituras de mujeres se está evidenciando cada vez más un punto de vista radical en relación a la temática de género y creo que Mistral y toda su obra son primordiales en esas nuevas estéticas de trabajo.

Ella nos dio un ejemplo con su trabajo, era una mujer tremendamente feminista y humanista, preocupada no sólo de la estética de su escritura sino que también de temas que cruzan la humanidad como por ejemplo la educación, los derechos de las mujeres, de los niños, etc. Leer su libro Por una humanidad futura publicado por La pollera es muy gratificante y pareciera que se adelantó a muchos de los temas que hoy están circulando en las discusiones”.

Claudia Rodríguez (Dramas Pobres)

La literatura Chile es compleja. Hay que recordar la historia, la homosexualidad ha sido penalizada y perseguida desde antes del nacimiento de la Gabriela Mistral y la literatura chilena ha sido misógina y homofóbica, además de clasista.

La Gabriela ha sido un problema. Se tuvo que ir del país por mujer, pobre y por fea y su real biografía se ha descubierto o develado recién hace 5 años.

Por lo que su influencia es relativa en Chile, que yo sepa. Lo que si puedo decir es que fue desde la crítica literaria feminista que se comenzó a difundir una mirada distinta de su poesía, A diferencia del discurso oficial que relevaba la rima y la mamoneria materna y que se opuso siempre a que se hablará de su sexualidad.

Fue la crítica literatura feminista la que la puso en órbita para la gente joven LGBTI junto a otras escritoras y poetas como Bombal, y otras medias cuicas.

Naomi Orellana (Vida de hogar)

Gabriela Mistral es una figura que trasciende en su importancia al campo de la literatura. Creo que el medio especializado chileno, aún está muy al debe en el reconocimiento y difusión de su obra, que insisto, va más allá de la literatura. Gabriela Mistral no solo fue una poeta, escritora y educadora brillante, sino también diplomática, filósofa, una intelectual y una artista de talla monumental, que no hemos tenido la oportunidad de apreciar en todo su despliegue, pues se sigue recurriendo a las mismas obras para hablar de su trabajo, reduciendo y descomplejizando su legado. Hace poco la editorial Libros del Cardo, que dirige la poeta Gladys Gonzáles, publicó un libro de cuentos y autobiografía de Mistral, que aún no leo, pero me parece un gesto importante para contribuir a la expansión de lo que conocemos sobre ella.

La verdad es algo que no podría responder con propiedad. Para ser sincera no veo un legado directamente reconocible de la escritura de Mistral en las nuevas escrituras feministas, que a mi parecer están más inspiradas en la teoría, el activismo y el arte más explícitamente político y militante con las causas del feminismo contemporáneo. Gabriela Mistral fue más bien discreta con su lesbianismo y en este sentido yo no la percibo como una figura que pudiese haber influenciado -consciente y voluntariamente- discursos, estéticas o narrativas feministas, pero puede ser que mi percepción sea errónea, pues como dije anteriormente, lo que conocemos de ella es bastante unidemensional.

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