Seis años después de esa primera noche viendo Girls con mi grupo de amigas todo ha cambiado. Ya ni siquiera existe ese grupo de amigas. Es una de las lecciones: la amistad ni nada es perfecto y el s06e10 más que un final parece el comienzo del primer capítulo de una vida post TNE.

Por Marcial Parraguez

Salíamos de un día completo entre la universidad y la vida post-adolescente de la comida en restaurantes en el centro pagada con dinero de nuestros padres, tarjetas junaeb y préstamos colectivos del que alguna vez fue mi grupo de amigos durante los primeros años estudiando periodismo en la Universidad de Concepción.

Una de nuestras amigas desistió de la idea de seguir estudiando la misma carrera y cambió todo lo necesario para entrar como una nueva estudiante a Licenciatura en Historia. No nos veíamos tanto como queríamos así que constantemente organizábamos almuerzos, onces o pasantías con nosotros mismos para poder conversar y ponernos al día. Siempre cancelábamos el mismo día, unas horas antes, algunas veces nadie llegaba y terminábamos disculpándonos con nosotros mismos y recién nos dábamos cuenta lo que construimos como grupo de gente que ya no eran ni niños ni niñas, pero que tampoco eran hombres o mujeres.

Pese al desinteresado ímpetu por tratar de encontrarnos logramos armar una tarde en la que sólo llegué yo, una amiga de ese entonces, su hermana/roommate y ella. Estábamos preparadas para aceptar una recomendación de cine independiente. Nos sentamos, fumamos y dimos play a Tiny Furnitures, una obra de la blanca norteamericana Lena Dunham.

Terminamos de ver la película y me contaban que Lena también tenía una serie que se llamaba Girls, que era su creadora, directora, guionista y protagonista. Que después de esta película la llamaron de HBO para crearla, que estaba escribiendo un libro, que la serie ya tenía una segunda temporada y en meses lanzarían la tercera.

En ese living votamos por ver el primer capítulo. Mientras el típico ejercicio comenzaba a surgir, casi que por una suerte de tradición con todo lo que veíamos en el cable, cada una ya tenía su personaje, sabía que no era ninguna otra y queríamos saber qué seguiría haciendo esa persona que nos estaba representando en la bohemia capitalista neoyorkina.

Pese a que la mitad del grupo que comenzó en ese sillón desistió de las siguientes temporadas, la historia no me dejaba de parecer interesante y buscaba con ansias otro grupo para seguir hablando de todo lo que veía ahí. Una chica blanca junto a sus otras amigas recorrían sus propias vidas tratando de sentirse bien con ellas mismas aunque todo parecía estar mal desde todas las perspectivas posibles.

En este primer capítulo Hannah quedaba en la quiebra luego de que sus padres le cortaran la mesada luego de años manteniéndola después de salir de la universidad. En un último intento por mantener la única estabilidad económica que conocía después de tomar una taza de té de opio corre al hotel de sus padres. “Podría ser la voz de mí generación… o al menos ‘una’ voz de ‘una’ generación”, les dice rogándoles por el dinero que minutos más tarde le niegan.

Ser el paseador y no el perro

Uno de los puntos más importantes que despertó mi interés en continuar viendo Girls fue que aquella incomodidad que provocaba de manera permanente entre la población de espectadoras/es, para mí era una zona de confort y en la que me sentía más que un perro un paseador.

Vemos a Hannah con el calzón sucio que usaba como pijama abrazar a Marnie que trataba de no dormir con el asfixiante de su novio; esperar que Jessa llegara a la bienvenida que le tenían preparada, a la que llegó tarde, para terminar contándoles que estaba embarazada.

Capítulos más tarde Jessa llega tarde a su aborto y Hannah tiene virus del papiloma humano, pero se logra tranquilizar cuando Jessa le dice que todas las mujeres aventureras lo tienen. Entonces su preocupación se desvía cuando une los puntos y se entera de que Elijah su ex novio de universidad que la contagió con VPH es gay.

Otro de los logros de Girls es sin duda este retrato social de chicas de clase media, demócratas y con títulos universitarios que no logran lo que quieren, pero que parecen seguir intentando crecer en una crisis que encierra burbujas de diferentes aspectos que les atacan día a día.

Girls llegó el 2012, en un momento en el que el mundo estaba en crisis. Ya nadie quería ver más celebridades en televisión, y llega toda esta nueva camada de mujeres actrices y actores muy poco conocidos. Gorda, cómoda, con un cuerpo pocas veces antes visto en la televisión, es como resalta una protagonista que se esfuerza por decirnos que está todo bien y que está segura de que su silueta no hegemónica se puede adaptar en los aspectos formales y en los de sus noches de fiesta con arriesgados outfits que muestran todo lo que ella nos quiere mostrar mientras se emancipa de los vestidos que atrapan sus libertades.

Desde aquí la rebeldía de un cuerpo divergente se alza en un capitalismo pop. Proponiendo un quiebre en esta idea de los medios de comunicación y entretención como un espacio para hombres que producen contenido para hombres, con mujeres que son pertinentes según la hasta ahora narrativa heterosexual que predominaba en las series mainstream.

El cuidado al tratar el sexo, el amor, las relaciones sexuales y el erotismo alejados de sí, configuran nuevos imaginarios sobre el actual y tenso recurso de estos mismos puntos en televisión. El cuidado de la imagen, la música, el orden de los cuerpos y la elección arbitraria sobre los mismos, pierden connotación y parecieran ya no reconocerse desde la mirada binaria, sino que como parte del abanico de diferencias humanas: el sexo no tiene que ser erótico, el sexo no tiene porqué involucrar amor y las relaciones sexuales pueden ser o no duraderas, terminar en orgasmos o formar parte de relaciones afectivas.

Aborto, its/ets, sexo con y sin protección, gordas, altas, jóvenes, trabajadoras, irresponsables, drogadictas, mujeres blancas, asiáticas, negras, lesbianas, divorciadas; todo junto en un show de treinta minutos que supo retratar la búsqueda de identidades de millennials en su camino a lo que sigue sin saber muy bien dónde están: la crisis de una de las generaciones con más acceso a educación (convencional y no convencional) que cualquier otra hasta ahora, con Internet y desconfiada, con streaming en vivo y libros en estantes, paseos en museos y almuerzos pagados por los padres, con gatos o perros y sin ánimos de formar nada parecido a lo que se mostró por siglos como la base de la sociedad y a la que también se le llama familia.

Una generación que no entiende la familia como el lazo sanguíneo y que va más allá de un ciclo vital materialista. Esta búsqueda de identidad generacional se retrata desde la sutileza que entrega no tener idea de nada y no tener por qué estar claro al respecto.

Las identidades cambian, varían, carecen de consistencia en el tiempo por la cantidad de factores que influyen en cómo se desarrolla la personalidad. No se es estático y Girls lo sabe. La vida no es estática y por lo mismo parece espontánea.

Una generación líquida, de lazos difíciles de sustentar en algo más que el miedo a la soledad entre el ruido del metro y la música que suena en Spotify. Relaciones rápidas, con profundidad y anhelos diferentes a otras generaciones, relaciones cultas que se miran desde el autoritarismo queriendo cambiar los sentimientos ajenos.

“La casa en la playa” o “Goodbye Tour” son ejemplos claros en los que vemos a las cuatro protagonistas en un rascacielos sin fondo disfrutando del último vestigio de lo que queda de esa amistad. Narcisistas, egocéntricas, malas amigas, individualistas, egoístas, pero inteligentes, talentosas y buenas amigas al mismo tiempo. Cada una con sus subjetividades increpa las de la otra mientras Dunham defiende la serie de las críticas que la tachan de “molesta” diciendo que “Girls es molesta porque las chicas somos molestas” por arriba de incluso ellas mismas, sus amigas, empleadores/as, familias, novios/as.

El problema con la amistad de las protagonistas es que es, nuevamente, diferente. Como todo en la serie. No se trata de que no sean amigas sino que de cómo llevan esta amistad tratando de ser ellas mismas y dando lo mejor de sí aunque eso no sea suficiente. No es una amistad como en Friends o en Sex and the City, es esa amistad millenial o líquida que no se disculpa por no ser como la amistad de la generación anterior o por no mostrarse como un comercial de perfume. Está llena de imperfecciones.

En el penúltimo episodio las vemos compartir el baño por último vez, conversar todas juntas por última vez y aceptar que la distancia irrumpió y propició un quiebre para las cuatro. Los nuevos caminos, la maternidad, el matrimonio, estar con los ex de tus mejores amigas, vivir solas, tener enfermedades mentales, todo esto conjugó la decisión de no poder continuar madurando en conjunto y cada una lo debe entender a su manera.

Girls no puede ser mi serie favorita, prefiero Vikingos o Mr. Robot – me decía un amigo.

  • Es una serie muy lenta, me aburre – me contaba otra.

Hannah pasa mucho tiempo sin ropa – dicen varios otros amigos.

A mucha gente le pasa eso porque sigue viendo la serie como ‘una serie de chicas’. En Mr. Robot tenemos a un hombre heterosexual con problemas mentales como principal, lo mismo y más literal en Vikingos. Nos molesta una narrativa que no nos entrega respuestas rápidas de acuerdo a las demás series en transmisión. Molesta que el cuerpo de Hannah sea decisión suya y nadie la edite.

Girls logró ser fresca, feminista, inteligente, peligrosa, ambiciosa y todo esto con personajes femeninos. También logró salir de aquella burbuja en la que se encierran estas series con mujeres contando sus historias, alejarse de la idea de ver a un grupo de veinteañeras en televisión y asociarlas con una comedia de domingo por la noche y sólo reírse de la enfermedad mental de Hannah, de la ansiedad social de Shosh, del aborto de Jessa, de las ambiciones de Marnie o sobre cómo los hombres siempre tratan de opacar con una supuesta racionalidad el discurso de mujeres jóvenes que construyen su camino.

No creo que debamos establecer constantes paralelos entre la ficción y la realidad que nos entrega la serie, pero sí ver la complejidad que nos entregan estas piezas audiovisuales sin desmerecer su contenido por no tener un hombre dando su opinión al respecto.

El fin

Para algunos parecía una sátira de mujeres blancas, otros/as no entendían qué estaba pasando en la serie o a sus personajes o el título de la obra. Creo que es necesario entender la creación de Dunham como una pieza enmarcada en una perspectiva en particular. Es preciso alejarse de la idea de lo pop de las series que presentan un grupo de amigos basados en lo que la audiencia pide, también renunciar al ejercicio que terminamos jugando al ver una serie y tratar de buscarnos en ella como medida desesperada para vernos en la pantalla, sobre todo con Girls. No viene al caso.

Nos quedamos con Hannah y su maternidad completa de altibajos y con una Marnie a quien Dunham definió como la “reina de la lealtad”. Este final de la serie (s06e10) tenía más gusto a aquello que sigue del final, no era otro tipo de final, más bien algo así como el primer capítulo de una séptima temporada.

En Chile no podría existir este grupo de chicas, a menos no en la clase por la que nos movemos con mis amigas, pero sí en otro circuito, uno más blanco con apellidos muy difíciles de pronunciar para los c3 y con una rimbombancia emérita.

El grupo de amigas que comenzamos a ver Girls ya no existe, cada una encontró un lugar en el que seguir viendo la serie por su cuenta y ese departamento donde vimos el primer capítulo ya no existe, lo arrienda otro grupo de chicas que probablemente no tiene idea de que ahí celebramos cumpleaños y bailamos Erlend Øye.

La amistad no tiene por qué ser perfecta, tampoco debemos disculpar lo que sentimos que no debamos disculpar, más bien tratar de estar contentas con nosotras mismas cuando esta transición entre salir de la universidad, encontrar un trabajo y comenzar a vivir solas nos pase la cuenta y nuestros papás nos digan que ya no nos pueden seguir pagando el almuerzo o cuando la beca de alimentación se acabe definitivamente junto con el pase escolar.