Su nombre puede ser desconocido para la Gen Z, pero hace justo 7 años, la entonces ministra de salud, Helia Molina, declaró en una entrevista que en las clínicas del barrio alto, las familias conservadoras pagaban para que sus hijas pudieran abortar. Estos dichos le costaron la renuncia, y el proyecto que presentaron en 2015 para la legalización del aborto en tres causales enfrentó todo tipo de críticas y resistencia. Aquí, la recién electa diputada, dice que, ahora que los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres se vuelven a cuestionar en varias sociedades, en Chile hubo un cambio cultural y no hay vuelta atrás, sino un camino pavimentado para adelante.
En diciembre del 2014, en una portada publicada por el diario La Segunda, Helia Molina, ministra de salud, sentenció que en “todas las clínicas cuicas de este país, muchas de las familias más conservadoras han hecho abortar a sus hijas. Las personas con más dinero no requieren de leyes, porque tienen los recursos”. Y tras sus declaraciones, horas después, renunció.
“Esa entrevista me la habían hecho un mes antes de que la publicaran”, cuenta, “pero la tiraron como portada del diario, porque al mismo tiempo, vivíamos un contexto acalorado: estaba destapándose el Caso Penta. Y yo creo que fue una movida mediática para marear el ambiente”, recuerda ella.
Una de las banderas de lucha del segundo gobierno de Michelle Bachelet era avanzar en los temas de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Cuando el 21 de mayo compartió ese mensaje con Chile en la cuenta anual, la iniciativa generó gran resistencia por parte de grupos conservadores y la Iglesia Católica. Pero eso no impidió, en su momento, que para finales del 2014 el oficialismo se preparara para despachar el proyecto en cuestión de semanas al Congreso. Alerta de spoiler: recién en 2017 el aborto en tres causales fue aprobado.
Semanas después de su renuncia, a Molina le consultaron otra vez por sus dichos y dijo que no se arrepentía de nada. Y aquí lo reafirma: “En Chile las familias conservadoras, con plata, van a las clínicas cuicas y se hacen un aborto seguro, o pueden ir a otro país también. Pero la gran mayoría de las chilenas lo hacen de manera clandestina, arriesgando su vida y su integridad”, comenta. Para ella la lucha no ha terminado, lo que sigue es la legalización total del aborto.
El día en que compartió sus pensamientos, cuenta Helia, nadie le pidió que renunciara, esto fue algo que ella decidió. “Llevábamos recién un año en el gobierno, había cierta luna de miel, la presidenta Bachelet seguía inmaculada; esto fue antes del Caso Caval. Pero cuando llegaron los recursos de amparo que pusieron clínicas de médicos, de la UDI, de la Iglesia, como a eso de las 7 de la tarde, sentí que le estaba haciendo un daño al gobierno y me fui de manera voluntaria”.
¿Habló con la presidenta en ese momento?
“No. Ella no estaba en Santiago. Después por supuesto que me llamó. Pero yo creo que ella también consideraba que era lo más sano”
Yo me imaginaba algo más dramático. Como una escena de The Crown.
“Para nada. Por el contrario, me fui contenta. E insisto en que no me arrepiento de nada de lo que dije: Esta era una realidad que la gente no quería mirar. Este era un tema que tenía que instalarse. Y estoy feliz de haber contribuido en eso. Adiós con el doble estándar. Yo no soy creyente, me encantaría serlo, mi vida sería mucho más fácil (suspira) pero el Estado debe ser garante de los derechos de las personas. Ni mis creencias, ni la religión de nadie, tiene que imponerse por sobre la libertad y en la implementación de políticas públicas inclusivas y de respeto”
Pero hoy se vuelve a poner en discusión el tema del aborto en Chile y en algunas partes del mundo, como si hubiéramos retrocedido al 2014. El caso de Estados Unidos es el más reciente.
“Pero no hay vuelta atrás. Lo que más hay que rescatar es el activismo de las mujeres, cómo nos estamos organizando, los temas que estamos discutiendo. La gente lo encuentra exagerado, pero me encanta cuando marchan con las pechugas al aire. Tienes el ejemplo de Las Tesis que han canalizado a través de su arte lo que las mujeres pedimos. Hay un movimiento revolucionario ideológico que nació de nosotras y que ha permeado en los hombres. Chile cambió. Y no creo que ningún derechista lo pueda hacer retroceder, porque estos cambios tienen que ver con la cultura. ¿Se pueden cambiar las leyes? Por supuesto ¿Se puede cambiar a una cultura? Complicado. No hay retorno.
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Hay una generación joven, con hambre de cambios, y también hay antiguas líderes que aportan con experiencia. Hay varias viejas que acompañamos este proceso. Yo fui la primera mujer en muchas cosas: fui presidenta de la Sociedad Chilena de Pediatría y en la USACH fui la primera decana de la Facultad de Ciencias Médicas.
Y aunque los discursos de odio han alentado a que la gente intolerante se atreva a serlo, porque sienten que hay un ambiente permisivo para eso, vamos por un buen camino. O eso quiero creer”.
Hablamos de que no es creyente, ¿En qué deposita la fe?
“En la gente. Y en que siempre volvemos al equilibrio”.
¿Conoce el dicho: “soa Bachelet haga algo”?
“Sí (se pone a buscar en su celular) Se lo mandé a ella ¿Pero viene mal escrito o no? Es bonito. ¡Haga algo! Esto existe porque la gente necesita agarrarse de una figura, y ella a pesar de todo lo que pasó en su segunda administración, ha sido el gobierno más transformador de los últimos tiempos. Yo te lo digo: Soy académica en la USACH y cuando tú ves que el 50% de los estudiantes tienen gratuidad, tú dices que todo valió la pena. Yo creo que ella encarna eso de alguna manera. Por otro lado, es muy carismática, está lejos, tiene un cargo alto y es considerada como una de las 100 líderes del mundo. Entonces también la gente empieza a idealizar, y por otro lado, a endiosar. Y por eso le piden que haga algo.
¿No le parece contradictorio que en este período sólo haya una candidata mujer?
“Penca. Es que, a pesar de todos los movimientos, igual la política sigue siendo misógina. Los partidos políticos siguen siendo misóginos”
¿Cómo ve, con estos antecedentes, el futuro de Chile?
“Me preocupa porque más allá de los candidatos, se vienen tiempos complejos. Por la pandemia todo el mundo está complicado. No es un tema chileno. Y aunque Gabriel Boric no era mi candidato inicial, yo estaba por Yasna, porque soy de un Nuevo Pacto Social, lo conozco. Le tengo mucho cariño. Sus debilidades están en la falta de experiencia, pero sus fortalezas son su inteligencia, que sabrá gobernar apoyado en otros, escuchando El mismo presidente Lagos se juntó con él, y hablaron como hora y media. Yo creo que Lagos le tuvo que haber dicho muchas cosas, yo creo que le dijo lo mismo que le habría dicho yo. El mundo no nació ayer.
Por otro lado, Boric conoce la clase media alta, porque viene de ahí y por eso creo que será mesurado y cuidadoso para que no pase ese miedo que tienen tantos, de que el capital se irá, por ejemplo.
Otra debilidad es estar tan cerca del Partido Comunista. Aunque creo que es estratégico, y los considera porque Jadue sacó una cantidad de votos importantes en las primarias. Pero considerar a Boric comunista es un error que quieren instalar. Los comunistas también estaban en el gobierno de Bachelet y nadie dijo nada”.
¿Y se cayó la bolsa?
“No. Claudia Pascual es una de las ministras mejor evaluadas de esa administración. Por eso salió senadora después. Pero lo que sí haría yo, si estuviera en el lugar de Gabriel Boric, en una eventual presidencia, sería congelar mis relaciones con Cuba y Venezuela, porque es momento de llamarlos a democracia”.