“La opinión pública tiene una mala percepción de los evangélicos por culpa del Pastor Soto, los panderos y la gente tirada en el suelo cantando. La realidad es muy diferente”, dice Sara. Recogimos varios testimonios y nos dimos cuenta que no son tan cerrados de mente como los pintan.

Pertenecí a un colegio católico donde me tenían prohibido decir garabatos y en clases la directora aseguraba que las gemelas Campos eran pecadoras por ponerse tetas. Pero nada de eso ha marcado tanto mi vida como ver el mal manejo de los medios de comunicación ante la relación homosexualidad-religión.

La calidad intelectual en la televisión ha decaído tanto que se representa a los homosexuales como objeto de burlas y personas “raras” de las cuales hay que reírse gracias a Kike Morandé y a Claudio Fariña. Los evangélicos también reciben su parte al mostrar un comportamiento generalizado de fundamentalismo extremo con el Pastor Soto representando ese mundo que también miramos con desconocimiento.

Lo cierto es que hasta ahora, nadie se había tomado la molestia de indagar y preguntarle a los mismos evangélicos –todos aquellos que componen las iglesias protestantes- que opinan sobre la forma en que son representados y cuál es su relación con la comunidad LGTBIQ+.


Verónica (24) – Evangélica

“Estamos inmersos en una sociedad que tiende a juzgar ciertos mundos que desconoce y los medios de comunicación imitan esa conducta. Pienso que las comunicaciones en particular perjudican  la religión al mostrar que todos los cristianos funcionamos bajo la misma lógica de agresión e intolerancia.  

“Generalmente la iglesia tradicionalista es la que termina manifestando su fuerza en el exterior y por eso la gente tiene una imagen formada en su cabeza sobre cómo se comporta un cristiano, cómo se viste, cómo habla, como piensa, etcétera.  Por lo tanto, se hace más difícil demostrar que también existimos cristianos que no estamos dispuestos a juzgar al resto, ni menos a ser agresivos con el prójimo”.

“Dentro de este marco, apoyo a la comunidad LGBTIQ+ por que la conozco. Me di el trabajo de conocer esa realidad incluso más allá de la homosexualidad: también conozco personas transgénero y transexuales, sus historias de vida y sus virtudes. Sé lo que han sufrido, sé lo injusto de las políticas públicas y no se puede hacer la vista gorda en este sentido. Me genera conflicto que la gente tome lo negativo de la biblia e ignore la parte de amor y comprensión al prójimo que debería ser puesta en práctica”.


Sara (23) –  Anglicana

“La opinión pública tiene una mala percepción de los evangélicos por culpa deel Pastor Soto, los panderos y la gente tirada en el suelo cantando y la realidad es muy diferente”.

“Viví en Osorno y las iglesias en el sur son más conservadoras en relación al tema de la diversidad sexual. Aquí en Santiago son muchos más abiertos. Yo y mis papás vivimos el cristianismo a nuestra manera y tengo muchas amistades que son gays y transexuales. De cierto modo ha sido una lucha en mí por esta dualidad cristiana y ver que dos personas del mismo sexo sí se aman. Trato de convivir con la premisa de que Dios es amor independiente de a quien ame la otra persona o cómo se defina a si misma dentro del concepto de género”.

“He participado en las marchas porque creo que uno tiene los mismos derechos y Dios enseña en la biblia que no se puede juzgar a otra persona. Para mí no ha sido fácil ordenar mis ideas y hacer un equilibrio entre temas morales, pero los derechos civiles trascienden algo cultural y moral. Ciertas cosas no deben tener color político o religioso”. 


Werner  (26) – Iglesia Presbiteriana

“La gente ve al pastor Soto y a los evangélicos como un conjunto. Pero los evangélicos son todos aquellos que predican el evangelio, como el caso de mi iglesia. La religión nos entrega esta parte moral de intentar ser mejor cada día, o por lo menos yo lo veo de esa forma”.

“Nací presbiteriano. La diferencia con la religión católica es que somos cristianos que nos guiamos por la biblia, no hay santos, ni virgen, ni rezos. Al momento de salir del clóset pensé que iba a morir, que no tenía salvación, pero gracias a los preceptos morales imperantes en mi iglesia me di cuenta que podía compatibilizar ser homosexual con ser protestante”.

“Nunca he indagado el comportamiento de mi iglesia frente a la homosexualidad, pero reitero: sí me costó salir del closet por mi percepción frente al cristianismo. Sin embargo si uno lee la biblia, la entiende y aprecia, caemos en cuenta que existen muchos más pasajes que hablan sobre el respeto hacia el otro. Lamentablemente la gente no lee, no investiga, ni profundiza”.


Victoria (23) – Evangélica

No me siento identificada por el Pastor Soto porque no representa lo que significa ser un cristiano o a la iglesia evangélica, que busca el respeto por los demás y por las creencias. Cuando Jesús estuvo en la tierra se rodeó de pecadores y nunca humilló ni faltó el respeto como lo hace el Pastor Soto al pisar la bandera de los homosexuales. 

Más que amigos, en mi iglesia somos hermanos al ser Dios nuestro padre. Si nos sentimos decaídos siempre está alguien para ayudarnos. Como queremos ser ejemplo de Cristo siempre nos relacionamos entre nosotros para estar alejados de ciertas tentaciones. Yo intento compartir entre ambos mundos, no soy cerrada de mente y la universidad me ayudó con eso. Mi relación con la comunidad homosexual es cercana por tener parientes y amigos gays. Hay un respeto muy grande ya que Dios no discriminó a nadie cuando vino: ni al prostituto, ni al rey. Entonces pienso ¿Quiénes somos  nosotros para hacer lo que hizo el Pastor Soto, pisando el símbolo de la homosexualidad?


Francisca (26)  – Evangélica

“Respecto al Pastor Soto: el único ente que puede juzgar a alguien, es Dios. Decir que el hijo de DJ Méndez es una abominación, es un claro ejemplo de cómo contradice sus acciones con lo que predica la biblia.  Mi iglesia no excluye a la gente homosexual y los acepta. No son personas a las que hay que dejar de lado, la idea es que a través de un ejemplo cristiano se demuestre amor. Jesús nunca dejó de dar la mano a nadie. No me referiré a las demás, pero mi iglesia da por entendido que hay que tratar a todos como hermanos dándole amor y abrir las puertas a quien lo necesite.

Mi hermano se define como bisexual. Mis dos ex pololos también se dieron cuenta de su homosexualidad de forma tardía –creo que tengo mala suerte-, pero las circunstancias me han demostrado un acercamiento donde en todos los casos, hay que apañar”.