El nuevo teatro San Ginés acogió por tres días a Juana Molina, primero fue para un conservatorio privado y los dos siguientes, clases magistrales de música en vivo.
Juana Molina se caracteriza por ser una artista con “toc” (trastorno obsesivo compulsivo). Lo dejó en claro en el sofá de las Red Bull Music Academy Sessions donde explicaba -en un privado conversatorio- cómo lidiar con la vanidad y la perfección que nunca se puede encontrar, porque siempre hay problemas independiente en la situación en la que estés. A ella le tocó vivir esto en el show del día sábado, donde problemas técnicos impidieron que Juana estuviera tocando tranquila. Su profesionalismo la ayudó a terminar el expectante concierto con mucha seguridad para confirmar así que el show del día domingo no tuviera los mismos errores técnicos que el anterior.
Y así fue. Un teatro completamente lleno recibió por ambos días a Juana Molina -las entradas se agotaron en días- como si fuera se segunda casa para presentar Halo, su último trabajo discográfico, donde Juana te invita a viajar con sus melodías etéreas que conectan tus sentimientos, emociones, frustraciones y depresiones. Juana es una artista completa y sabe lo que hace. Con Halo deja en claro que ella es la madre de los artistas latinoamericanos, que no tienen nada que envidiarle al resto del mundo. Hacer bailar y viajar a un público dentro de un teatro con butacas, es trabajo que sólo algunos pueden lograr. Juana es una de ellas.
Valentina Montalvo, más conocida como Valesuchi, lideró el conversatorio del día viernes para hablar de la carrera de Juana, sus etapas, inspiraciones, procesos creativos y lo más importante de todo: como tiene que vivir un ser humano con sus propios pensamientos. Juana Molina contó que detesta la tecnología, se rió de los youtubers y de los problemas de los Millennials, de cómo el egoísmo digital llegó a la vida de ellos y los sumergió en una burbuja que tiene como finalidad alcanzar una fama que termina cuando se acaba la batería de tu celular.
El día sábado, durante la primera fecha, se presentó como telonera del show la colombiana Ela Minus. Abrió la jornada con un público receptivo y contemplativo ante sus beats experimentales a base de sintetizadores y teclados que junto a su interesante voz, marcaban los ritmos de un desconocido e inquietante viaje que hipnotizo a varios espectadores. Ese mismo día, Valesuchi fue la encargada de cerrar esa fecha con una fiesta post show en el mismo teatro.
Veinte años de carrera dejan en claro por qué Juana Molina tiene que estar en alguno de tus reproductores de musica. En vivo sus canciones vibran mucho más que en audífonos y la simpleza de su show es lo que hace que Pitchfork o Rolling Stone destaquen a Halo como uno de los 50 mejores discos del 2017. Verla en vivo fue sentir lo mismo que siente un niño cuando va a un Mall y se saca una foto con el Viejito Pascuero. Admiración y respeto eterno para una artista que vino a este mundo a dejar en claro que no todos pensamos igual y que está totalmente permitido jugar con los sonidos que están durmiendo en tu subconsciente. Gracias Red Bull por traer a Juana nuevamente a Chile y hacer de este país, por un fin de semana, uno mucho más interesante.