Un poco de autoayuda para la motivación el día lunes no viene nada de mal.
Acabo de caminar por 5 minutos bajo la lluvia mientras estoy en un hostal en la jungla de Fiji. Pero a pesar de estar cómodo en mi habitación viendo una película, tenía que caminar 5 minutos bajo una lluvia torrencial, llegar al lobby del hostal y empezar a escribir este artículo sobre la motivación en contra de mi voluntad. ¿Por qué? Ya entenderán…
Después de haber trabajado por años en Canadá, U.S.A y Australia, manejando equipos de distintas nacionalidades, entendí que los problemas en las empresas pueden variar ligeramente de acuerdo a la cultura o idioma pero el por qué no cambia nunca.
Díganme si esto les suena familiar… es tarde, nos piden quedarnos trabajando horas extras (horas que no nos pagan) y de forma instantánea empezamos a pensar en todo lo que está malo con esta situación, qué es lo que falla en la empresa y antes de que nos demos cuenta estamos enumerando las 38 cosas que odiamos de la empresa ¡incluida la p*ta cocina que es muy pequeña!
Todos hemos odiado a un jefe, o pensado que podíamos hacerlo mejor o incluso simplemente criticado porque sentimos que debíamos hacerlo. Todos hemos sufrido de algo que me gusta llamar “Síndrome de Pavlov”.
Ahora atentos que estoy a punto de cambiarles la vida. El problema que deben resolver y que pasa en todos los países sin importar el idioma o industria es… la falta de motivación. Si guau, soy un genio, acabo de nombrar la razón más obvia de por qué un equipo no funciona. Pero verán, el problema no está en la falta de motivación en sí, porque a todos nos falta motivación en algún momento, el problema está en cómo creemos que hay que arreglar este problema.
Si son jefes, quizás en algún momento pensaron: ¿Por qué darles cerveza los viernes no arregló nada? ¿Será que la empresa es aburrida? ¿Soy un mal jefe? Y bueno la respuesta tiene que ver más con un cubo de carne que contigo. ¿Recuerdan el experimento del perro y la campana? Pavlov descubrió que si tocaba una campana y le daba un cubo de carne a su perro podía hacer que viniera siempre que tocaba la campana. Bueno, aparte de probar lo cruel que era Pavlov con su perro también probó que podemos condicionar animales a hacer algo si le damos un premio, y los humanos somos animales al fin y al cabo ¿o no? Imagínenlo así, el trabajo es la campana, la cerveza o cualquiera de estas cosas que las empresas le copian a Google es la comida y ustedes son… mmmm… el perro (calma ¡Es solo una metáfora!).
Eso es lo que pasa, hoy más que nunca vivimos en un mundo instantáneo, un mundo donde hacemos cosas para obtener una recompensa menor pronto y no porque queremos cumplir una meta grande a largo plazo.
Ahora, un perro no se cuestiona por qué camina y come el cubo de carne cada vez que tocan la campana, pero los seres humanos tenemos esta mágica facultad de reconocer nuestra existencia (consciencia) y así complicarlo todo preguntándonos hasta el más mínimo detalle de por qué actuamos como actuamos. Ahí está la razón de por qué a pesar de tener esas cervezas gratis seguimos sin la motivación para hacer el trabajo que tenemos que hacer.
Entonces ahora se preguntarán… ¿qué es lo que realmente motiva a un ser humano?
La respuesta no es fácil, varía de persona en persona (genial, un problema sin solución). Pero hay algo que podrá motivar a todos los seres humanos y no es tangible, es el sentimiento de achievement o accomplishment, y no, no lo pongo en inglés porque soy pretencioso, lo pongo en inglés porque no hay una buena traducción en español, pero es este sentimiento de logro que uno tiene cuando hace algo no por una recompensa instantánea, y que a pesar de la adversidad (como quedarse trabajando hasta tarde) nos hace sentir bien una vez que terminamos.
Si hay algo que debemos entender es que ser productivo no es resultado de estar motivado, más bien es la razón por la cual nos sentimos motivados.
El efecto gimnasio para la motivación
Digamos que hay 2 personas que se inscriben en un gimnasio, el primero quiere tener un six-pack porque viene el verano y el segundo quiere mejorar su estado físico en general para sentir más energía en el día a día.
El primero quiere motivarse antes de empezar así que ve 30 videos en Youtube, empieza una dieta alta en proteínas y se compra suplementos.
El segundo va al gimnasio pero va calmado porque sabe que le tomará un tiempo sentir esa energía que quiere sentir. Los dos van 3 días, pero al cuarto día el primer tipo ya no está motivado, se le acabó esa emoción de hacer algo nuevo y no hay video en Youtube que lo anime, después de 4 meses se acuerda que debe cancelar la suscripción y cuando piensa en que es verano y no tiene el six-pack se frustra.
El segundo tampoco quiere ir el cuarto día, pero va de todas formas, porque sabe que le tomará tiempo sentir esa energía y aunque lo haga un día sin estar motivado es mejor que no ir, cuando termina ese entrenamiento se siente bien, no porque siente que tiene un mejor estado físico, pero porque hizo algo que no quería hacer y se siente orgulloso de haberlo hecho. Sintió ese achievement o accomplishment que muy pretenciosamente mencioné en inglés unos párrafos más arriba. Esos momentos son los que marcan la diferencia, mientras el primero se rindió porque necesitaba motivación instantánea, el segundo se dio cuenta que si lo hace de todas formas, va a encontrar esa motivación y ahora sabe que todo lo que necesita para mantenerse motivado es ir y hacerlo, a pesar de los días en que prefiere ver La casa de papel que ir al gimnasio.
¿La diferencia? El primero piensa que la motivación lo mantendrá productivo, el segundo entendió que ser productivo lo mantendrá motivado.
Ahora quizás estén pensando “ya… bonita metáfora o lo que sea pero cómo mierda aplico eso en un ambiente laboral” bueno, les contaré la historia de como yo apliqué esto en el mundo laboral.
Llevaba probablemente un año siendo director cuando me topé con, emmm, llamémoslo Jorge. Él era un community manager que trabajaba para 3 marcas, si bien era por lejos la persona menos creativa de la empresa, su habilidad para generar informes a la velocidad de la luz era extraordinaria. Era capaz de terminar 5 informes en media jornada y los iba a hacer sin una sola falta de ortografía.
Después de unos meses trabajando los reportes empezaron a llegar con errores, los números no hacían sentido y había faltas de ortografías muy básicas. Pronto descubrí que esa emoción que tenía por trabajar en el mundo de la publicidad se había desvanecido y con eso su motivación, y por ende, su performance. Me senté a hablar con Jorge y me dijo que sabía que no era creativo, pero que yo jamás le había dado la oportunidad de aprender – no me importan las pizzas por la tarde o las cervezas los viernes, lo que quiero es ser creativo, me dijo.
Boom, balde de agua fría y uno de los primeros descubrimientos que cambiarían mi carrera. Jorge estaba ahí porque quería aprender a ser creativo, tenía claro lo que quería y para mi sorpresa no era ninguna de los incentivos que teníamos para nuestros empleados, era algo más simple, pero más poderoso. Lo que iba a darle ese sentimiento de accomplishment a Jorge era ser parte de una campaña publicitaria creativa.
La empresa seguía necesitando alguien que hiciera los informes, así que llegamos a un acuerdo, si me prometía hacer los informes y cumplir con las responsabilidades de community manager íbamos a pasar la primera hora de cada día pensando en ideas para campañas publicitarias. Desde ese momento y por los siguientes dos años Jorge nunca entregó un informe con problemas, pero más importante aún, trabajaba motivado. ¡Lo hizo por 2 años! eso es más de lo que cualquier cheque de restaurant, fiesta de empresa o bono de navidad pueden lograr.
Ahora, ¿aprendió Jorge a ser creativo y se convirtió en el mejor publicista de la empresa? No, era pésimo, ni se imaginan. Yo sufría tratando de explicarle cada concepto, pero así como para él era importante la creatividad, para mi era importante ayudar a Jorge, no porque quería los informes sin errores, era algo más simple y poderoso, quería demostrarme a mí mismo que podía ser un buen director y mantener a mi equipo motivado.
Por eso hace dos horas empecé a caminar 5 minutos bajo una lluvia torrencial, llegué al lobby del hostal y empecé a escribir en contra de mi voluntad. Simple, quería motivarme.