Siempre que estoy escribiendo o preparando algún texto, me gusta escuchar música. Siento que me ayuda a aislarme del ambiente y concentrarme en las tareas, pero a medida que lo pienso, no solo busco estar con algún estímulo sonoro en esos momentos. Hay una explicación para eso.

A continuación les presento algunas reflexiones de George Hofmann. Él es un profesor de meditación estadounidense que le enseña a personas a lidiar con el estrés. Además le diagnosticaron transtorno bipolar.


Cultivar un estado de conciencia mental requiere ciertos periodos de concentración. Muchas de las personas que la persiguen, sugieren que la mejor manera de lograrlo es a través de una meditación silenciosa. Entonces, antes de considerar cómo concentrar nuestra atención, debemos primero evaluar nuestra relación con el silencio.

Ya sea que estemos en el corazón de una ciudad o en lo profundo de un bosque, la cacofonía de sonidos a nuestro alrededor, nos hace pensar que el silencio absoluto es imposible. El compositor John Cage escribía música que incluye largos períodos de silencio. Cuando los músicos dejan de tocar, los espectadores repletan la sala de conciertos con sus propios ruidos.

Entonces, ¿qué es el silencio?

El silencio es la ausencia intencional de sonidos. Los sonidos intencionales son aquellos que podemos aumentar, como los de la tele o del iPod; palabras que decimos o escuchamos; la música; el ruido de las herramientas, teclados u otros objetos. Los sonidos son inevitables. Entonces el silencio es la falta intencional de sonidos. Algunos creen que esto es imposible.

Un estudio de 580 estudiantes universitarios, llevado a cabo durante 6 años por Bruce Fell en The Conversation, muestra que la constante accesibilidad y la exposición a medios distractores han hecho que la gente le tenga miedo al silencio.

Este estudio, junto con la investigación del Dr. Michael Bittman de la Universidad de Nueva Inglaterra y Mark Sipthorp del Instituto Australiano de Estudios Familiares, indica que la necesidad de ruido y el miedo a lidiar con el silencio es un comportamiento adquirido.

No podemos culpar al relativo aumento de las redes sociales y a su disponibilidad 24/7. Para muchos de estos estudiantes, la tele siempre estaba encendida aunque no la vieran. Lo mismo pasaba con sus padres cuando eran más jóvenes. El ruido ambiental siempre ha estado con nosotros, no es extraño que nos sintamos incómodos cuando no está.

Para que no se crea que me hago pasar por un maestro de la meditación, también tengo dificultades con el silencio.

Mi esposa y yo, vivíamos en una casa lejos de la ciudad. Era rústica, sin TV, ni radio, ni internet. Cuando íbamos a la cama estaba tan oscuro y silencioso que llegaba a ser inquietante. ¡No podíamos dormir! Cuando necesito unos días de meditación, como lo fue durante el ajetreo de los recientes feriados, me urge relajarme y volver a mi practica nuevamente. Cuando paso por un episodio difícil, lleno de dudas, nerviosismo o ansiedad, lo último que quiero es separarme de los medios de comunicación que me distraen de las inseguridades. Pero al poco tiempo me doy cuenta de que la distracción puede exacerbar mis pensamientos. Vuelvo a tener períodos fijos de silencio, vuelvo a la disciplina de mis prácticas y me sano.

Si el miedo al silencio es un comportamiento adquirido, podemos dejarlo. Debemos abordarlo a través de un periodo de concentración.

Para desarrollar esta habilidad, debemos partir enfrentando la experiencia del silencio. Apagar todo, ir al lugar más silencioso posible y sentarse ahí por unos minutos. Sentir el ambiente. Pensar solo en el momento presente y permitir que lo demás desaparezca por sí solo.

Si no es posible, es recomendable partir con periodos cortos de calma. Apagar la tele cuando se lavan los platos, viajar sin música, pasear al perro y dejar el iPod en la cada. Los beneficios no tardarán en llegar y, lentamente, comenzarás a apreciar la comodidad que el silencio nos ofrece.


Bueno, ya saben. Hagamósle caso a Hofmann y a Depeche Mode y disfrutemos el silencio.