Tras una década de sequía, el paisaje ha ido variando en la capital de nuestro país. Cada vez son más predominantes los jardines sustentables y de bajo consumo, dejando para el olvido las grandes explanadas de pasto y árboles en los parques de la ciudad. Aunque -como muchas cosas en nuestro país- esto no afecta a todos por igual.
Caminar por Santiago ya no es lo mismo de antes. Después de una década de sequía, las diferentes municipalidades de la ciudad se han visto obligadas a tomar medidas para limitar el uso del agua, y cada vez son más predominantes los paisajes que integran plantas de bajo consumo hídrico.
El clima de la capital, donde residen más de 6 millones de personas, ha sufrido importantes cambios hacia una mayor inestabilidad menos estable y cada vez más seco.
Y aunque la gran mayoría de las comunas se ha hecho cargo de la crisis, en las comunas más ricas del sector oriente aún se pueden observar prados verdes y avenidas con árboles gigantes, lo que no se puede observar en los territorios menos adinerados.
“El paisajismo de Santiago es de hace años, diseñado para un clima mediterráneo. Ahora estamos en un clima semidesértico”, dice Valentina Vega, Jefa de Áreas Verdes de la Municipalidad de Providencia.
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Las autoridades regionales también han manifestado su preocupación al respecto, y es por eso que hace unos días dieron a conocer un plan de racionamiento de agua que se podría ejecutar en los próximos meses. Esta será la primera vez en más de 500 años de historia de la ciudad que se aplicarán restricciones por el estilo.
Rodrigo Fuster, experto en gestión del agua de la U. de Chile, argumenta que “en una ciudad como Santiago, con un clima semiárido que cada vez es peor, es inaceptable que tengamos pasto y usemos agua como si estuviéramos en Londres”.
En el Parque Metropolitano, también la sequía ha hecho efecto. Los canales que desde los ríos Maipo y Mapocho que lo abastecen del recurso hídrico, actualmente están en un 80% más bajo de lo normal. Por eso, los funcionarios del recinto han debido reparar fugas, actualizar sistemas de riego, y también han creado “núcleos de árboles nativos”, con especies que se adaptan mejor a climas más secos.
“La sequía nos golpea a todos”, señaló Eduardo Villalobos, subdirector del parque.
Más de cinco hectáreas de césped han sido reemplazadas en el Parque Metropolitano y otros que administra la entidad en el Gran Santiago, lo que ahorra unos 300 mil litro de agua en cada ciclo de riego.
Poco a poco, los habitantes de Santiago, deberán olvidar panoramas como picnics en las grandes plazas y parques con explanadas de pasto, ya que cada vez habrá menos espacios de ese estilo. Una de las grandes consecuencias del cambio climático.