Thomas Shelby, el protagonista de Peaky Blinders, destila tanta humanidad que más que estar viendo un personaje estamos en presencia de una persona, con toda la mierda que eso implica.

Peaky Blinders

Cillian Murphy lo plantea así: “Para una película que busca ser un éxito en taquilla, hoy en día necesitas este héroe intachable y el villano que le haga el contrapeso. En la televisión es como si hubiésemos vuelto a los setenta, donde existe un área más gris. Podemos hacer de un antihéroe, de alguien complejo, conflictuado, el protagonista. En varias series podemos ver a estos personajes que tienen graves problemas, que tienen mucha mierda con la que lidiar, porque hay tiempo de explorarlos y echar una luz sobre todos los pequeños y oscuros rincones de sus personalidades”.

Murphy se refiere a su rol protagónico en Peaky Blinders, donde interpreta a un hierático, hermoso y salvaje Thomas Shelby, líder de la pandilla/familia de gitanos ingleses que da nombre a la serie. Una que con igual de altas dosis de brutalidad y elegancia, cuenta como en los tiempos de la post-primera guerra mundial, una post-apocalípitica Europa es disputada con ferocidad por grupos de gitanos, judíos, italianos, rusos comunistas, rusos anti-comunistas e irlandeses.

Peaky Blinders

Peaky Blinders está actualmente ad portas de lanzar su quinta temporada.

Originalmente de la BBC, Netflix subió este año a su catálogo, las cuatro primeras. Puede ser que ni la foto de portada ni su descripción te hayan enganchado. Eso puede tener un montón que ver con otro tema, que ya comentamos en otra oportunidad, y que es: ¿Por qué las sinopsis de Netflix apestan tanto?

Pero no nos vayamos por la tangente.


Por qué es tan adictiva Peaky Blinders

Peaky Blinders ha sido comparada por su locación histórica con Broadwalk Empire pero si me preguntas a mi, te digo a ojos cerrados que se emparenta más, comparte ADN, con Sons of Anarchy, que también tiene como protagonista a un anti-héroe, un personaje lacerado por un pretérito traumático que debe avanzar por una embarrada vida en busca de la redención, guiado por una brújula moral propia que poco y nada tiene que ver con los estándares del héroe. Por eso anti-héroe. Por eso tan real.

Peaky Blinders

Al igual que con Jax Teller (de SOA),  Heisenberg (Breaking Bad) o Don Draper (Mad Men), en Thomas Shelby podemos admirar, empatizar y sufrir con un personaje que se maneja en esta área gris de la que nos hablaba Murphy en el primer párrafo.

Un área donde no existe ni se espera perfección de ningún tipo. Menos moral. Porque eso, más que ficción, es fantasía. Y para eso, veamos el Señor de los Anillos.

Acá hay humanidad. Hay vida. Cruda y puta vida. Thomas vuelve de la guerra entumecido emocionalmente, con cero fe en la especie humana, tiene el instinto de supervivencia de un animal herido y sus fisuras emocionales, sicológicas, son infinitamente más profundas que sus cicatrices de guerra en la piel.

Pero aún así, avanza. Por el lodo. No se detiene ante nada aunque se nota que sospecha, que intuye, que su viaje tiene un destino inexorable hacia la tragedia. Hará todo lo que esté en su poder por alcanzar la redención y/o la salvación de la familia que carga sobre sus hombros junto a Polly, la matriarca del clan.

La fortaleza- o quizá deberíamos decir resiliencia- de Thomas enamora, hipnotiza. Lo hace, finalmente, querible, admirable, y eso que es un implacable gangster capaz de cortarte los globos oculares con una cuchilla sin que le tiemblen ni las pupilas de sus adictivos ojos cobalto.

“La serie nos sitúa en un escenario, lo dijimos, de post-guerra, apocalíptico, de distopía retro, donde la moral, el bien y el mal, están diluidos, relativizados entre policías y políticos corruptos, bandas criminales que a ratos parecen tener más ética que los primeros y una sensación en el aire de que la raza humana atraviesa por una crisis terminal provocada por un sistema esclavizante y sus nefastas consecuencias sociales. ¿Te suena familiar?”.

Una sociedad envuelta en una crisis de pánico permanente donde solo se salvarán los más enajenados y decididos, un Darwinismo feroz, es lo que retrata Peaky Blinders, adornado por una dirección de arte y vestuario impactante y una banda sonora lúgubre, amarga y embriagante como un trago de Jager, a cargo de Nick Cave, Radiohead, PJ Harvey, Arctic Monkeys, Tom Petty, White Stripes, David Bowie y +.

Lo profundo y complejamente humano, lo evidente de sus fisuras y el sufrimiento que carga por infringirlo, contrastado con lo despiadado de su actuar, es lo que hace de Thomas Shelby prácticamente una persona más que un personaje (sospecho que eso es lo adictivo, porque uno se siente siguiendo los pasos de un alguien más que un algo) y de Peaky Blinders, una puta obra maestra.