En el cine y en la televisión aparecen con regularidad ciertos estereotipos hacia las personas con sobrepeso, como que son graciosas, tontas y que no paran de comer. En vista de eso, un experto dilucidó las microgordofobias que también aparecen en la vida real y por qué el mismo sistema las perpetúa.

Es más que seguro que, en algún momento de tu vida, has visto alguna serie o película donde se representa a las personas con sobrepeso con estereotipos cuestionables.

En vista de eso, la youtuber española Andrea Compton quiso abordar el tema y mostrar distintos casos de la representación de personas con sobrepeso en el cine, la televisión o el streaming, durante los últimos años.

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“No hay nada más poderoso que una chica gorda a la que no le importa lo que digan”, dice uno de los capítulos de la serie Euphoria mientras muestra a una “empoderada” Kat, una de las protagonistas de la serie. 

Según cuenta Compton, a lo largo de la serie se intenta comunicar que para una chica gorda el tener sexo y ser atractiva es sinónimo de poder. Sin embargo, esa no es su única y exclusiva misión en la sociedad, relata la youtuber.

Los casos de producciones de ficción como esa suman y siguen. Chicas Pesadas, El diario de Bridget Jones, Sex & the city, Amor ciego y Chica XXL, son solo algunos de los ejemplos que muestran a las personas con sobrepeso como divertidas, tontas y que no paran de comer.

Foto: HBO.

Ante la exposición reiterada a esos estereotipos en la ficción, es evidente que probablemente algunos de ellos podrían integrarse en nuestro pensamiento. Sin embargo, hay cosas que se dicen en relación a las personas con sobrepeso que son tan sutiles —en la vida cotidiana o en la ficción— que podrían pasar desapercibidas, las que se denominan microgordofobias.

Ferran Giménez, sociólogo y académico de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC), es uno de los estudiosos del tema. En conversación con El País, el experto dijo que “a pesar de no suponer una manifestación física de violencia, las microgordofobias tienen una gran capacidad para crear estrés, angustia, ansiedad e indefensión en las personas hacia las que van dirigidas”.

Según Giménez, este fenómeno se produce por el contexto sociopolítico en que vivimos. “En nuestro mundo, existe un ‘sistema de poder’ que genera unas identidades dominantes y unas identidades dominadas. Las dominantes son aquellas que son más funcionales para la propia perpetuación del sistema”, sostiene.

“Es el mismo análisis que se hace históricamente en cuestiones de género. Las identidades de género dominantes para hombres y mujeres han sido las CIS y de orientación heterosexual porque son la base de la familia nuclear, que a su vez es la base de la sociedad de consumo. ¿Qué pasa cuando esta mirada la trasladamos a la imagen personal, a los cuerpos? Pues que también existe un tipo de imagen corporal formal, normativa, y otras que no lo son”, agrega el especialista.

Giménez reflexiona que, debido a la sociedad de consumo que está presente en todo el mundo, también el mismo cuerpo es un objeto mercantilizado en el mercado. Y por ello, las figuras que sirven para el sistema porque están dentro de los estándares de belleza, conllevan que la sociedad les atribuya características consideradas positivas” a esas personas.

“A las personas con más peso no se les atribuyen valores de competencia profesional o deseo sexual como sí que se hace con las personas esbeltas normativas”, dice el especialista. 

Foto: Netflix.

Al final es todo un esquema social que perpetúa estas microgordofobias cotidianas, cuenta Giménez. Las empresas, la publicidad, las redes sociales, promueve la exagerada exaltación del yo: “Tenemos que sacar el máximo partido de nuestra vida social, de nuestras capacidades y también de nuestra propia imagen. Tenemos que ser ‘la mejor versión de nosotros mismos’”.

“A las personas consideradas gordas, por tanto, lo que se les está trasladando por parte de la sociedad es que son gordos o gordas porque no se esfuerzan lo suficiente, porque no cumplen con los requisitos que se les exigen (hacer dieta, machacarse en el gimnasio). No encajan en el modelo dominante, están fuera, no forman parte de él”, finaliza el experto.