No es una moda, ni una patología, pero en numerosas ocasiones, los medios y la cultura pop lo representan como tal.  En medio de una escenario social en donde el emparejamiento y el romance predominan, las personas que presentan ausencia o falta de atracción romántica se ven enfrentadas a una serie de adversidades que, incluso, podrían desencadenar trastornos depresivos. Aquí, un grupo que se identifica en el espectro arromántico relata sus experiencias y explica el rol de su activismo como un motor de contracorriente política.  

Cuando Len Aucañir (23) se encontraba en plena adolescencia, veía cómo su grupo de amigos vivían sus primeras relaciones románticas, en las cuales caminar de la mano o  besarse en público era algo cotidiano. Pero a pesar de que socialmente aquello le parecía común a las personas de su círculo, sentía una cosa rara. “Me sentía como en otra, muy en otra”, relata en entrevista con POUSTA, “eso me resultaba un poco ajeno y hasta desagradable”.

Si bien, todas las experiencias humanas son distintas entre sí, tanto él, como Gaby Soto (25) y Camile Mansilla Antilef (35), comparten un elemento en particular: todes se identifican en el espectro arromántico o el gris-romántico, los cuales aún son desconocidos para gran parte de la sociedad.

El primero, hace referencia a quienes presentan una ausencia de atracción romántica, mientras que el segundo, se refiere a quienes la sienten esporádicamente, en periodos y grados de intensidad que varían según cada caso. Aquello no significa que las personas que se autoperciben en el espectro padezcan una patología, sean parte de una moda o tengan un problema, sino que se trata de la manera en que se relacionan socialmente, tanto con el resto como con sí mismas.

Si bien, tanto el espectro arromántico como el asexual, el cual se define como una orientación en donde se presenta la falta de atracción sexual, son parte de la comunidad LGBTIQ+, estos términos no son sinónimos, pero tampoco son excluyentes entre sí, por lo que alguien podría identificarse como, por ejemplo, asexual y arromántique.

En ambos casos, se utiliza el concepto de “espectro”, debido a que no existe una única forma de identificarse con uno o con el otro, ya que las experiencias, percepciones, relaciones, fantasías, opiniones y comportamientos, entre muchos otros otros aspectos, varían según cada individuo

Pero a pesar de que la asexualidad se ha posicionado progresivamente en la media, el arromanticismo todavía es invisibilizado, en un contexto sociocultural en donde la mayoría del contenido mainstream en industrias como la cinematográfica y la musical, tiende a destacar el romance como algo esencial para el desarrollo e, incluso, la “felicidad” de las personas.

En este sentido, la filósofa y académica de la Universidad Rice de Houston, Elizabeth Brake, define el concepto de amatonormatividad como “la suposición generalizada de que todo el mundo está mejor en una relación de pareja exclusiva, romántica y a largo plazo”, un escenario en donde todas las personas “buscan una relación en sí”.

“Mucha gente crece sin darse cuenta de que hay muchas alternativas en vez de una trayectoria de vida centrada en encontrar una pareja romántica o sexual ideal”, agrega el académico especializado en estudios asexuales y arrománticos que ejerce como instructor en la Universidad Estatal de Illinois, Ulysses Constance Bougie, en entrevista con POUSTA, para luego añadir que “no se dan cuenta de que han perdido algo y si notan que hay caminos e identidades diferentes, a menudo descubren que no son tan fáciles”.

Incluso, recalca que esto también se refleja en las leyes, en donde se “clasifica según el estado civil (soltero, casado, viudo, divorciado), al igual que en algunas religiones”.

En Chile, una voz con experiencia académica y personal en el asunto es Inka Mera, psicologue que se identifica dentro de la asexualidad y el gris-romanticismo. Según dice a POUSTA, usualmente se ven dos estereotipos predominantes en torno a estos espectros en los medios y la cultura pop.

“Uno es de alguien bien infantil, porque claro, remite a esta idea de cuando las personas tienen diez años y dicen, ‘hay que asco’, mientras que el otro es mucho más sombrío, se les muestra como gente que no tuviese sentimientos, como una especie de robot por no tener intereses románticos, cuando en realidad no es la única forma de amor o sentimiento posible”, relata. 

En su opinión, “no hay verdadera representación arromántica” en el contenido mainstream que ha visto actualmente. “Asexual puede haber, supongo, creo que la de Bojack Horseman es bastante buena, igual que la de Sex Education, pero en el arromántico, siempre hay algo como medio chistoso en eso, infantil o hasta ridículo”, dice.

Aún así, destaca los libros de Sherlock Holmes, sobre los cuales asegura que si bien el personaje fue creado por Arthur Conan Doyle en 1887, este sí agrupa ambos espectros y dice explícitamente que no tiene interés en relaciones físicas ni románticas con nadie.

“Es un ase-arro (abreviación de asexual arromántico) al pie de la letra”, comenta, para luego profundizar en que a pesar de que el personaje fue presentado así originalmente, las películas y seris actuales “le ponen un interés sexual” y no uno romántico, “precisamente porque lo pintan como psicópata, le dan esa onda de que es un detective duro, frío, calculador, que solo piensa lógicamente y que es hasta medio inhumano, por lo que no puede tener sentimientos románticos, sexuales sí, porque sino entramos en ese aspecto burlón de que ‘es casto”.

Incluso en la actualidad, encontrar información académica en español acerca del espectro arromántico aún se reduce a un número muy limitado de publicaciones y a pesar de que en diversos grupos de internet se pueden encontrar relatos de personas de la comunidad, un factor con el que no contaban generaciones anteriores, Inka asegura que todavía tiene “colegas jóvenes que sí tú les hablas de estos temas, dicen que ‘no puede ser’”.

Precisamente, esta es una realidad que muchas de las personas arrománticas y asexuales que residen Chile enfrentan cuando asisten a terapeutas que desconocen los tópicos relacionados a la diversidad y las disidencias.

Inka Mera es psicólogue y tiene una extensa experiencia trabajando con pacientes de la diversidad sexual. Según comenta, una terapia inadecuada podría desencadenar graves consecuencias.



“Eso es súper violento. Alguien puede escuchar algo así y mandarse a cambiar,  pero si pensamos en alguien muy joven o que no lo tiene tan claro y se queda, puede tener las mismas consecuencias que una terapia de conversión homosexual”, analiza Inka, “te quita uno de los pilares de tu identidad y enseña a desconfiar de lo que sientes, porque te dicen que tus sentimientos y sensaciones corporales no son lo que importa, pero que sí lo es lo que el resto quiere de ti”.

Según comenta, aquello podría traducirse clínicamente en “bencina para un trastorno depresivo, en el que puede costar un montón llegar a qué es lo que pasa ahí” o en un “trastorno ansioso gigante”. “Esto es casi inevitable, alguien tendría que ser muy, ni siquiera resiliente, tendría que ser muy porfiade para no desarrollar algo así”, añade.

En entrevista con POUSTA, tres personas que se autoperciben en el espectro arromántico relatan sus experiencias, visiones y opiniones, en medio de un escenario en donde el romance y el emparejamiento aún se perciben socialmente como una norma para las vivencias humanas y en donde su comunidad también se desenvuelve como un motor de contracorriente política.

Gaby Soto (25) es psicóloga, se identifica como asexual y gris-romántica, y se desempeña como activista de la organización AseArro Chile, la cual agrupa a personas que se sienten dentro de los espectros asexual y/o arromántico. En su tiempo libre, disfruta viendo series y películas de distintos tipos, entre los cuales el anime es uno de sus favoritos.

Según relata a POUSTA, conoció esos términos, además de otros relacionados a las disidencias sexuales y de género, a través de la plataforma Tumblr cuando tenía cerca de 15 años. “Me hicieron sentido desde el comienzo, pero no me empecé a identificar activamente como tal hasta varios años después”, comenta, luego de percibir en la universidad que varias de sus amistades estaban interesadas en formar vínculos de estos tipos y que a ella no le pasaba lo mismo.

“Como a los 22 me lo cuestioné más activamente, recuerdo una situación que me marcó viéndolo en retrospectiva. Estaba hablando con un grupo cercano sobre sus orientaciones y en un momento me preguntaron a mí acerca de lo qué me gustaba en ese sentido. Yo respondí uno de los más genuinos ‘no tengo idea’ que he dicho en mi vida”

Gaby es parte de AseArro Chile y analiza cómo se aborda a personajes asexuales y arrománticos en series y películas de la cultura pop.

Gaby primero se identificó como asexual y “me involucré más en la comunidad, sobre todo a nivel hispano, aunque también ahora me muevo mucho en redes anglo. Leía las conversaciones y me hacía mucho sentido. Después, con unos meses de diferencia, me cuestioné mi orientación romántica. Para mí entender ese concepto es difícil y muy confuso, comprendo la teoría, pero llevarlo a la práctica en concreto, me cuesta mil. Finalmente me quedé con la etiqueta de gris-romántica, porque en mí aplica en ‘si es que lo siento, lo siento poco”.

¿Actualmente estás en una relación?

“Sí, ha sido todo un proceso que requiere harta conversación y entendimiento. Mi pareja es sexual, entonces igual le cuesta un poco entender cómo me siento, por lo que trato de explicarle bien en qué se traduce. Hay tópicos que sé que no va a entender, porque se alejan mucho de su experiencia y viceversa, hay cosas que yo no comprendo de la suya. Pero es mi primera relación de pareja. Primero entramos en una dinámica, fue muy gradual antes de que yo me diera cuenta de que había algo. De partida, pasábamos mucho tiempo juntes, ya que trabajamos en el mismo lugar y al lado hay un centro comercial, así que empezamos a hacer otras actividades, como comer papas fritas o ir a ver qué hay”.

¿Cómo fue en términos físicos?

“Si miro para atrás, también teníamos muchas aproximaciones de ese tipo, como caminar enganchados del brazo, después ir de la mano y cosas así. Soy muy de piel, me gustan los abrazos con quienes tengo confianza, cuando estoy cómoda con alguien tiendo a eso y por eso mismo me costó darme cuenta de que ahí había algo, porque también podría haber sido transversal a mis relaciones en general. Después me di cuenta de que para él no era igual, ya que es más así particularmente con sus vínculos románticos, entonces, estaba en esta dinámica mucho antes de darme cuenta”.

¿Cómo manejan el tema de la intimidad?

“Ha sido un tema de harta conversación. Soy muy asexual, no me genera nada en ese sentido ni me atrae sexualmente, aunque él si me ha dicho que yo sí a él. Sí, hay situaciones en las que estoy cómoda, entonces ha sido un proceso de llegar a encuentros respecto a las acciones, como ciertos grados de desnudez. Es llegar a un punto en el que no me sienta pasada a llevar, pero también entiendo que desde la otra parte hay necesidades afectivas por cómo se entienden en ese sentido. Estoy clara de que sin sexo nadie se muere, pero si consideramos que vivimos en una sociedad que es alonormada, que prioriza este tipo de vínculos y que les da una carga emocional súper importante, veo dónde pueden haber cruces y dónde no”.

Muchas veces se entiende el sexo como un símbolo de entrega afectiva de una persona hacia otra.

“Eso es terriblemente tóxico y da cuenta de la alonorma que perdura en la sociedad, la cual pocas veces se cuestiona. Es preocupante, porque es una conversación que va más allá del tema de la asexualidad o el arromanticismo, tiene que ver con el consentimiento. La idea de que une tiene que renunciar a sus propios límites personales es sumamente nociva en todos los ámbitos de la vida. Entiendo el contexto que tiene una carga sociocultural, pero eso no puede ser a costa de la comodidad de otre. Si te vas a vincular, la cuestión está en ver si esos límites y necesidades son compatibles y si no, chao. Es un diálogo constante, porque incluso los límites pueden cambiar, pero eso es personal, no debe ser partir de ‘hay que hacerlo para mantener una relación’”.

Si bien, el último Censo Asexual presentó que un 38.9% de su comunidad también se identifica con el arromanticismo, se tiende a hablar menos de este último-

“Es un tema que falta caleta visibilizar. El activismo asexual está empezando a ganar cierta fama, pero el arromántico va mucho mas atrás, incluso en espacios queer. Socialmente, se considera al arromanticismo casi como un subtipo de sexualidad, cuando no es así, son dos términos que pueden encontrarse, pero son independientes entre sí”.

Generalmente, tampoco se aborda en profundidad en los medios y la cultura pop. 

“La representación que se ha tenido es poca y pobre, pero si hablamos de los casos más mainstream, tienes series como Bojack Horseman, en donde en algún momento se menciona que el arromanticismo existe, pero queda ahí, el resto es todo alorromántico. Florence de Sex Education tiene una escena preciosa, pero no vuelve a salir y después nuevamente todo es alorromántico. De hecho, ahí ni siquiera se usa el concepto de arromanticismo, cuando le dicen que hay gente que no siente atracción romántica, ella dice, ‘sí, pero todavía me quiero enamorar’. 

Incluso, a veces se altera a los personajes de obras en distintos formatos.

“Como en el caso de Jughead. En los cómics de Archie, es asexual y muy arromántico. Ahí usan el concepto de asexual, pero me da la impresión que sin diferenciar entre los espectros, por lo que creo que se refieren a que es asexual y arromántico. Pero en la serie Riverdale no lo muestran así. A pesar de que el actor, Cole Sprouse, dijo que le interesaba que la narrativa fuese para allá, al final claramente la decisión fue que no. Creo que uno de los productores dijo en una entrevista que querían ‘mostrar la exploración de los personajes’, entonces, básicamente te dice entre líneas que una narrativa asexual o arromántica no es interesante o relevante. Esta última ha sido muy excluida de la discusión, es súper triste”.

El fenómeno de la media naranja

A Len Aucañir (23) le gusta la poesía, leer mangas y ver películas y series, generalmente de terror y de suspenso. Se identifica en el término género fluído y desde los 15 años se considera gris-sexual y arromántico, un proceso que asegura en conversación con POUSTA que fue más bien introspectivo, en donde tuvo varios cuestionamientos antes de asumir esos términos como parte de su identidad, aspecto que progresivamente fue diciendo de manera más abierta.

“Fue para largo, porque si bien ambos espectros son válidos, hay uno más visibilizado que el otro. Se habla mucho de la sexualidad en el sentido de atracción sexual, pero no tanto de lo que es la atracción romántica, me tomó tiempo, porque fue un proceso de entender conceptos nuevos”, relata, “como a los 20 sentí que fue mi momento para hablarlo hacia afuera, por lo mismo que mencionaba antes”.

En ese contexto, ¿cómo crees que en la adolescencia las otras personas interpretan el ser arromántico?

“Se asocia con un rasgo de inmadurez, de que tú no has llegado a cierto punto, pero a medida que crecía igual tuve relaciones sexoafectivas con amistades y todo, sentía que esa configuración estaba bien, después de todo, yo sí quería compañerismo en una relación o vínculo, pero no quería que fuese exclusivamente romántico. Sí, podía incluir romance, sobre todo si la otra persona sentía atracción romántica hacia mí, pero no que fuese esencialmente de esa manera. Toda esa noción de la media naranja, que si no estás con otra persona, estás incomplete, o que te vas a enamorar de la ‘la persona indicada’ y que vas a estar con ella por el resto de tu vida. Son concepciones muy arcaicas que socialmente pesan mucho”.

¿Has sufrido discriminación?

“En mi experiencia, no me ha pasado algo así que roce lo violento, pero sí me han llegado comentarios que suenan como mala onda o que te empiezan a hacer preguntas incómodas y muy normativas, como, ¿algún día vas a estar con alguien? ¿Planeas tener hijes? ¿Cómo lo vas a hacer? Es similar a un bombardeo de una tras otra. De alguna forma, esa normatividad romántica te lleva a imágenes como el matrimonio, procrear, conformar una familia tradicional o convivir, son muchos constructos que se meten en el amor romántico, entonces cuando tú dices ‘soy arromántico’ surgen muchas dudas”.

Actualmente, ¿estás en una relación?

Sí, también he tenido parejas antes.

¿Cómo has vivido estas experiencias?

Me pasó en mi primera relación que yo aún no estaba fuera del closet como arromántico, aunque sí como asexual, entonces sucedió que, más hacia el fin, partió desde la base de ser una relación romántica. Entonces, ahí pude identificar que sí era arromántico, que siento cosas muy fuertes, profundas y hermosas, pero que perfectamente podríamos no ser pareja y yo sentiría lo mismo”.

Len cuenta que en su adolescencia se sentía ajeno a las manifestaciones románticas, pero con el tiempo encontró un espacio en el espectro arromántico.

Resignificar los términos

Camile Mansilla Antilef (35) es profesional en artes gráficas, se identifica como arromántique y asexual, y participa activamente en la coordinación de AseArro Chile. Si bien reside en México, actualmente se encuentra de vacaciones en Colombia junto a su pareja, quien posee la nacionalidad de dicho territorio.

Según relata en conversación con POUSTA, desde su niñez sintió “una constante sensación de no pertenencia”, la cual en sus palabras, más tarde lo obligó a mantener vínculos sexuales y románticos cuando entró en la adolescencia.

¿Qué estímulos te incitaron a hacerlo?

“Me marcó que crecí viendo anime y leyendo manga, además de muchos libros. Ahí descubrí que esta atracción sexual y romántica era como parte de la vida. Me hacían sentir que esto tenía que ser así, que esa era la realidad y lo que yo también tenía que vivir, porque era parte del camino. Así que, como yo no lo sentía o no lo necesitaba, tenía que manejar un poco todos los elementos de la vida para forzarlo”.

Generalmente, tanto la música, como el arte cinematográfico y las novelas tienden a representar esa idea.

Creo que cuando eres más joven, no te das cuenta de lo fuerte y violento que puede llegar a ser el hecho de asumir que el mundo es de una forma en particular y que los estímulos que recibes son la normalización de aquello, por lo tanto, te toca jugar un papel. Me encanta ver películas y cuando veo cintas nuevas, el tema del amor romántico todavía  está ahí tan marcado, salvo pequeñas excepciones que van cuestionando y cambiando un poco”.

En ese sentido, ¿cuáles son significativas para ti?

“El K-pop ha sido un pilar muy positivo para mí. Justo ayer vi un video de una persona que explicaba, a través de las teorías de Carl Jung, como el disco Map of the Soul: 7 (2019) de BTS, rompía el molde de hacer canciones de amor para otres, para así hacerlas para une misme. Yo lo percibía así, alguien podría dedicarlas a otra persona, pero también sentía que podía escucharlas y notar algo más profundo. Si une ve a un grupo vestides de rosado, con el pelo de colores y con una estética percibida socialmente como muy ‘femenina’ cantando canciones de amor personal, me parece que eso es lo que necesitamos y queremos.

Desde tu perspectiva, ¿dónde se posicionan las personas arrománticas y asexuales en la sociedad?

Excluidas, relegadas a un plano que todavía no entendemos bien. Cuando nos juntamos como comunidad tenemos siempre este sentimiento. Con el equipo organizador lo vemos en la gente con la que trabajamos, generalmente más adolescentes y niñes, quienes muchas veces no logran identificarse fácilmente con las disidencias sexogenéricas, porque de alguna forma, a esta diversidad se le entregan socialmente ciertas características físicas de comportamiento, como una cualidad de hipersexualización, porque justamente, también es una comunidad que ha sido relegada a la oscuridad con sus deseos y sus formas, a estar escondides y no poder expresar sus sentimientos y sexualidad libremente, por lo tanto, ese destape trajo consigo una hipersexualización del cuerpo. Hay un sentimiento de no pertenencia, pero un deseo de querer pertenecer”.

¿Qué opinas de que generalmente se asocie tener una pareja como un símbolo de compromiso y estabilidad emocional?

“Estos vínculos afectivos que socialmente son llamados románticos, como el hacer planes para comprar una casa o viajar, pueden darse entre cualquier grupo humano. Con mis amistades queremos comprar una casa en algún momento, nos encantaría, pero aún se necesita hacer las paces con muchas cosas que la sociedad nos ha impuesto y que nos han conflictuado durante mucho tiempo. Creo que el diálogo es súper importante y con mi pareja actual podemos dialogar y consensuar. Cuando hablamos de planes y tópicos más vinculados hacia el lado romántico, hay mucho de disfrute por placer más que por compromiso. En el ámbito sexual, a veces pueden pasar meses en donde yo no sienta ese deseo, pero sí siento el cariño y una atracción que es mucho más profunda que la sexual. Hay que empezar a resignificar las experiencias de compromiso y de demostraciones afectivas”.


Todavía existen varios casos en donde terapeutas patologizan estos espectros como un problema que debe ser tratado. 

“Ese es uno de los puntos que más aqueja a la comunidad asexual y arromántica en general. Ir a un especialista y decir que no tienes esa atracción, hasta el día de hoy muchas veces los ligan con la depresión. A mí me medicaron para eso, tenemos compañeres a quienes les aplicaron terapia de conversión y, obviamente, se necesita activismo para eliminar estas conductas. Nuestra decisiones y actuares van en contra de lo que está normado. Es importante y sano reconocer los espectros, entender que una persona no es más ni menos por transitar en ellos de una u otra forma, todas las experiencias son únicas, distintas y válidas”.