El posible tratado de paz significaría un acierto diplomático y una muy buena noticia en medio de tensiones internacionales que mantienen la paz mundial en boga


El culto a la personalidad de Kim Jong-un predomina en Corea del Norte

La importancia histórica de Corea es mucho más que los miles de millones de visitas que tiene Gangnam Style en YouTube. Los países que conforman esta pequeña península asiática han sido escenario de los más brutales conflictos armados y generaciones enteras han vivido bajo una tensión constante que parece no tener fin.

¿Se imaginan ser surcoreano y vivir a diario con el miedo de una guerra nuclear con tu país vecino? O en otro extremo, ¿vivir en Corea del Norte y tener restricciones tan grandes como no poder conectarte a internet por riesgo a cumplir una pena de cárcel con trabajos forzados incluidos?

Dos países que alguna vez compartieron el mismo espacio dejaron dos naciones completamente disímiles luego de la guerra civil que dio inicio a la Guerra Fría. El resultado perdura hasta el día de hoy con Corea del Sur -país moderno e industrializado que enfrenta problemas sociales como un alto índice de suicidios y cesantía juvenil- y Corea del Norte -donde sus ciudadanos viven herméticamente bajo la dictadura más rígida del mundo-.

Sin embargo, y cuando el contexto que azotó a la península durante la primera mitad del siglo XX se repite con Siria, se prevén aires de cambio luego de 67 años de conflicto.

Recordemos que Corea del Norte y su símil del Sur nunca firmaron la paz, tan solo se llegó a una firma del armisticio que dividió al país de forma definitiva bajo el paralelo 38, creándose a su vez la zona desmilitarizada donde ambos países observan cada movimiento uno del otro creándose alarmas internacionales ante el más mínimo indicio de confrontación.

Vista del Paralelo 38 que divide ambas naciones

Pero este año y luego de una serie de pequeños pero significativos acercamientos de Corea del Norte hacia Sur corea, abogados y técnicos de ambos países se encuentran en medio de negociaciones para firmar el instrumento de paz definitivo según informó la prensa del país asiático el día de hoy.

Esto pondría fin a 68 años de conflicto, pero no significa que se realice una eventual unificación de ambas naciones o que Kim Jong-un relaje las normas persistentes bajo la dicotomía juche, variante norcoreana del marxismo.

El tratado de paz sin embargo, tiene como misión llevar a cabo el desmantelamiento de la mencionada zona militarizada y posibles intercambios económicos que beneficiarían particularmente a Corea del Norte, que cuenta con China como único aliado internacional.

“Un tratado de paz debería firmarse en el encuentro entre las dos Coreas para que podamos construir la paz y asegurar una coexistencia pacífica” dijo el ministro de cultura surcoreano Do Jong-whan.

No es seguro que se concrete una reunión entre Kim Jong-un -mencionado como divinidad y líder supremo de Corea del Norte-, y Moon Jae-in presidente surcoreano electo el año pasado.

El intento de paz se toma como una noticia positiva obviamente, pero es muy pronto para sacar conclusiones adelantadas debido al carácter de Kim Jong-un y su forma poco convencional de actuar frente a reuniones internacionales.

De efectuarse tal acuerdo, se marcaría un hito al tratarse de la misma fecha en la que se estipula el mandatario del país más hermético del mundo, se reúna con Donald Trump para discutir la desnuclearización de Corea del Norte en medio de diversos ensayos que tienen como blanco directo ciudades de Estados Unidos.