La actividad incluyó el testimonio de ex presidente de la Facultad de Derecho, el relato de un estudiante que sufrió una golpiza, críticas a profesores homofóbicos y algunas impactantes preguntas del público presente.

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La semana pasada la Universidad de los Andes comenzó un ciclo de charlas sobre la diversidad sexual cuyo fin es dar a conocer a la comunidad universitaria sobre la realidad que viven algunos estudiantes homosexuales en dicha casa estudios vinculada fuertemente al Opus Dei.

Si en la primera charla, que llevó por nombre “Salgamos del Clóset, hablemos de nosotros”, quien habló y contó toda su experiencia de haber salido de clóset en un ambiente ultra conservador fue Luis Larraín, ahora fue el turno de los propios estudiantes y se llamó “Salimos del Clóset: una verdad gay”

Fueron cuatros los estudiantes de distintas carreras quienes se abrieron a hablar. Si hace algunos años parecía imposible pensar que un alumno de una casa de estudios tan católica y conservadora pudiera decir soy gay de manera tranquila, ahora no solo fue posible, sino que también frente a más de ciento cincuenta asistentes y aplausos sostenidos cada vez que un discurso terminaba.

El clóset como el deber ser

El primero en hablar fue Cristóbal Morandé, egresado de derecho de esa universidad, ex presidente de su facultad y ex vicepresidente de la FeUandes en el año 2015. Tranquilo, de pie y frente a todas las miradas y oídos atentos fue quien dio el vamos a los testimonios. “Si bien tuve esos cargos, hoy les vengo a hablar de tú a tú, vengo hablar personalmente y vengo a contarles que soy gay”, partió diciendo Morandé quien fue interrumpido inmediatamente por aplausos espontáneos.

Morandé comentó que cuando estuvo en dichos cargos universitarios nunca tocó estos temas: “Yo pensaba que era un enfermo, y eso es un error”, aseguró también aprovechando la instancia para criticar al profesor de su universidad, Joaquín García-Huidobro quien acusó de lobby gay a este ciclo de charlas en una carta publicada en El Mercurio. “Simplemente por dar estos testimonios estamos tildados como lobbystas gay”, afirmó Morandé.

“Mi clóset era el deber ser”, dijo explicando este concepto como esa auto obligación de tener que vivir con el estándar que dice la familia, que dicen los amigos y su universidad. Sentir la presión del deber ser no es algo que solo él ha vivido, Morandé contó que es una realidad que deben vivir cientos de personas cuando se les dice que tienen que estudiar cierta carrera por sobre otra o tener que casarse a una edad determinada.

Morandé terminó su testimonio con aplausos absolutos en el aula mientras se sentaba en una de las cuatro sillas ubicadas frente a todos los presentes para dar paso al siguiente testimonio que sería relatado por el estudiante de ingeniería, Bruno Frazzoni.

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Con humor, Frazzoni contó su experiencia enfocándose principalmente en como reaccionan los padres cuando se les da a conocer que su hijo es gay.

Otro tema tocado en esta instancia fue como a veces se les baja el perfil a las agresiones, sean estas físicas o verbales, que reciben los jóvenes homosexuales. El tercero en hablar fue Matias Naser quien contó su experiencia cuando fue golpeado afuera de un Mcdonalds después de haber ido a bajonear. Si bien fue golpeado con puños y un fierro, Naser recuerda que una de las cosas que más le dolió fue como algunas personas comentaban que su agresión sufrida no tuvo necesariamente que ver con que sea gay. “En ese momento que le bajan el perfil, en ese momento en que tu verdad pasa a ser la de otro que ni siquiera estuvo en la situación, que más encima lo supo por ti, porque tú lo llamaste afligido por lo que había pasado, está contribuyendo a la agresión, porque es callar y apaciguar una realidad que le pasa y ha pasado a muchas personas”, aseguró.

La última en participar fue Valentina Carrasco quien se enfocó en el concepto de las etiquetas, afirmando que ella aparte de ser una mujer gay tiene otro sinfín de características y cualidades que deben ser tomadas en cuenta. También fue enfática en hacer el llamado a “no privarse de sentir lo que sienten”.

Las preguntas del público: ¿Pensar distinto me hace homofóbico? y una duda tributaria.

Al igual que en la charla anterior, al finalizar todas las intervenciones se dio espacio para que personas del público pudieran hacer preguntas o comentarios. De esa manera estudiantes los estudiantes pudieran a dar a conocer sus inquietudes como la de quien preguntó al panel qué cuando y qué es lo que los hizo darse cuenta que eran gays o el otro alumno que preguntó cómo se lidia con ser gay en una universidad donde hay profesores, como él dijo, “que rezan para que los gays se curen”.

u andesPero fue la última la que acaparó más atención. Un estudiante se refirió a como, de la misma manera que la comunidad LGBTI pide ser respetada, se debe también respetar a quienes piensan distinto y que “pensar distinto no lo hace a uno homofóbico”. A lo que hacía referencia el estudiante es la situación que pasan algunas personas que, según él, al manifestar su postura no acorde a las exigencia de derechos de la comunidad gay, son atacados por quienes son parte de la minorías sexuales o por quienes están de acuerdo a sus demandas.

“No tengo problemas con los gays, pero por ejemplo no estoy de acuerdo con el matrimonio igualitario”, aseguró agregando que su razón para estar en contra que dos persona del mismo sexo contraigan matrimonio no se debía por la orientación sexual sino que por “una razón tributaria”. Según él, que dos mujeres tengan un hijo las pone en una posición de privilegio por sobre a las parejas heterosexuales y a las parejas igualitarias compuestas por dos hombres porque, puso de ejemplo, ellas tendrían doble bono por hijo ya que serían dos madres mientras que en las parejas gay de hombres no recibirían bono alguno y en las heterosexuales solo tendrían un bono.

u andesFinalmente, a la salida del aula y a las afueras de la biblioteca de la universidad, particularmente en los escalones de la entrada se vio como muchos de los asistentes se acercaron a los expositores para seguir conversando con ellos, para felicitarnos y para celebrar que se haya podido realizar una instancia como esta. “Se me acercó mucha gente diciéndome que estaban contentos con lo que se estaba logrando, a muchos de los que se me acercaron nunca los había visto”, reconoce Cristóbal quien junto a Bruno, Valentina y Matías después de terminar de conversar con todos quienes quisieron, miraron hacia su universidad sintiendo que su objetivo había sido logrado: hablar del tema.