Por Sebastián Pizarro.

Una vez cuando yo tenía 12 años con unos amigos entramos al campus San Joaquín de la Católica  -pues vivimos cerca y acortábamos camino entrando por el lugar-, y vimos una cancha de fútbol vacía con la coincidencia que justo veníamos con una pelota, entonces ni tontos ni perezosos nos pusimos a jugar una “pichanga” en las alucinantes canchas de pasto.

No hicieron falta ni quince minutos para que se nos acercara un guardia a decir que tenía órdenes de sacarnos, pues no teníamos DERECHO a usar las canchas ya que no poseíamos lazo alguno con la universidad. En lo personal esa situación me molestó muchísimo, pues ahí me di cuenta que para los barrios aledaños, la católica no se había vuelto en un lugar que propiciaba el desarrollo del país, sino que un vecino indeseable que hacía aumentar la cantidad de botillerías, que en cada carrete que hacían dejaban sucias las calles de los lugares cercanos, y que en las mañanas hacían tacos por las calles de Benito rebolledo y Monseñor Casanueva con la entrada de tanto vehículo. Pero bueno me resigné a vivir en un barrio que tenía cerca un lugar que provocaba ciertas incomodidades sin recibir nada a cambio (guardándole un poco de cizaña a la institución claramente).

Las vueltas de la vida hicieron que me matriculara en la UC y tener clases en San Joaquín, y hasta el momento ha sido una experiencia grata, pero hace unos días vi como unos guardias echaban unos chiquillos de más o menos 12 años (que los ubico porque son mis vecinos) por estar jugando a la pelota en una cancha desocupada, y me hizo recordar que la universidad representa incomodidades para los barrios cercanos sin beneficio alguno. Ahora lo que me molesta no es que no me dejen jugar en sus canchas (porque ahora ya puedo), sino que la universidad se jacte de tener proyectos de desarrollo social, de aminorar brechas sociales y todas esas cosas lindis-buena onda, pero que no represente beneficio alguno para las comunidades vecinas. Teniendo una actitud muy propia de Quico (“¿TE gusta? pues compra”), pero que al momento de provocar sus incomodidades diarias no le pregunta a nadie. Ahora ¿qué tanto hablan de que participan en el desarrollo social?, si ni siquiera pueden propiciar espacios para las comunidades de las cuales son vecinos.

En lo personal creo que cosas así revelan la visión que tiene la Universidad frente al desarrollo social, la cual no tiene nada que ver con un compromiso real en su existencia, sino más bien como  otra actividad caritativa, de dar al más pobre tan solo para ganarme el cielo.