Por favor, déjame bailar tranquila. ¿Cuántas veces tengo que pedírtelo?

Cortémosla con el acoso en la pista de baile. Aprendan a aceptar un no por respuesta.

El fin de semana en la fiesta Modelle (una fiesta electrónica y gay-friendly) se me acercó un tipo y me preguntó si me podía tomar una foto. Le pregunté por qué y me dijo que era para mandársela a un amigo que aún no se decidía a ir la fiesta porque no sabía qué “tipos” de minas habían en el lugar, así que básicamente le había pedido un catálogo de mujeres para ver si su presencia valía la pena.

Obviamente le dije que se fuera a la chucha, sintiéndome muy ofendida.

La verdad es que es una anécdota “divertida”. Pero esto se suma a las miles de veces que algún hueón me interrumpe bailando, ya sea para ofrecerme de su asqueroso vaso de copete, o para decirme alguna hueá que no me interesa.

También a las muchas veces que me han tratado de “maraca” o “soberbia” por no pescar sus joteos, que para mí son acosos.

A las veces que me han seguido por toda la fiesta, sin importar cuantas veces me cambie de lugar para no estar cerca de ellos, sin poder sentirme cómoda (o segura) en ninguna parte.

A las veces que no he podido cerrar los ojos y ponerme a bailar tranquilamente, porque sé que apenas los abra me voy a encontrar con más de un hueón mirándome fijamente, piscola en mano, como si le estuviese haciendo un show privado.

Y también a las veces que me han tocado la cintura o derechamente el poto, aprovechándose de la oscuridad.

A veces siento que no hay lugar seguro para ir a bailar y me da mucha pena porque es algo sagrado para mí, y he visto noches completas arruinadas por culpa de hueones que no aceptan un no como respuesta, que no entienden que una quiera estar sola, pasarlo bien. Porque pareciera ser que si no estás con un hombre al lado automáticamente le perteneces a todos los demás hombres que están ahí, como si fueras un bien público, y que por lo tanto es normal -y tienes que aguantar- que te hablen, te molesten, te toquen, te persigan y te acosen.

Pero como soy creativa se me ocurrió una solución a tan común problema: propongo poner una cuota máxima de hombres heterosexuales por fiesta. Podrían ser 10 por cada 100 personas, previa selección.

Pero sé que no todos son iguales. Probablemente más de alguno me dirá eso en los comentarios, así que voy a aprovechar de darle las gracias a todos los cabros que, heteros y todo, no son unos acosadores ni unos idiotas. Porque aunque a varios les cueste admitirlo y reclamen que una está generalizando, les prometo que muchos efectivamente lo son. Les prometo que hay muchos hombres dispuestos a arruinar noches enteras con tal de “tenerte”, y muchos son capaces de arruinar vidas con tal de satisfacer su ego cazador. No por nada 9 de cada 10 chilenas admite haber sido víctima de acoso sexual.

Les prometo que no estoy exagerando, pero sé que no me van a creer.

 

Lee también “Fui a una “rave zorrona” y ni el techno ni el M me salvaron de la peor experiencia de mi vida”

Total
0
Shares
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *