¿De qué manera los y las estudiantes pueden llegar a estudiar este nuevo año académico sin problemas por querer ser quienes son? Así funciona la diversidad sexual escolar en Chile.
Cada día que pasa el constante cambio nos hace quedar parados frente a interrogantes en las que, al avanzar tan rápido, quedamos como ignorantes. Mientras todo el mundo se pone de acuerdo en cómo deberíamos soltarnos para abrazar lo rápido que está pasando todo, aquí hay una guía para no seguir arruinandole la vida a las nuevas generaciones en sus escuelas.
Según un estudio del J. Walter Thompson Innovation Group, sólo un 48% de la generación Z se identifica como heterosexual. El resto ha encontrado en sus contextos las posibilidades que en un pequeño fragmento tuvo la generación anterior, los millenials, quienes en un 65% se acomodan a esta orientación.
“Cero es heterosexual y 6 homosexual, ¿con qué número te sientes cómodo?”, fue la pregunta con que este grupo de innovación se enfrentó a un alto porcentaje de jóvenes que respondieron un número entremedio, un 3 incluso un 4, y así.
Un 56% afirmó conocer a alguien que se identificaba como género neutro o género no binario y preferían el artículo “them” en inglés, algo así como el cambio de la “o” y la “a” por la “e” y sus variaciones (le, elle) en español.
Un tercio de esta generación respondió que el género ya no define a nadie como solía hacerlo. También rechazan el género mientras compran, ya que sólo un 44% compra ropa está diseñada para su género, además el 70% quiere que existan baños de neutros de acceso público.
¿Cómo se enfrentan las instituciones académicas a las nuevas generaciones? ¿Están preparados los profesores para entender las ficciones sexuales de sus estudiantes? ¿Qué pasa con los estudiantes asexuales? ¿En qué lado quedan las nuevas maneras de vivir la sexualidad adolescente?
Pese a todos los esfuerzos durante el último gobierno de Michelle Bachelet, aún existen fuertes cambios necesarios para entender el pensamiento y las corrientes por las que se rigen estas subjetividades.
El pensamiento, la teoría, la reflexión ha estado siempre situada en un espacio al que se accede sólo a través de la educación. Si las personas no pueden educarse, ya sea a través del sistema tradicional o de uno alternativo en el que se eduquen entre ellas como un proyecto colectivo, es imposible generar una reflexión y, por lo tanto, llegar a entender los cambios a los que como sociedad nos vamos enfrentando a diario.
Al mismo tiempo, si estos espacios de educación tradicional no están preparados para abrazar la reconceptualización de ideas sobre el género, la sexualidad, el cuerpo, la identidad, o la expresión de género, será muy fácil seguir perpetuando las prácticas que limiten la personalidad de estos jóvenes, generando problemas de ansiedad, depresión, intentos de suicidio, entre otros factores a los que las generaciones pasadas se han visto enfrentadas.
Diversidad Sexual Escolar
Según Constanza Valdés, licenciada en Derecho y activista de la diversidad sexual y de género, se debería reconocer la identidad no-binaria (no encasillarse a uno mismo como hombre o como mujer y tampoco tener prácticas heterosexuales, sino que escapar de ellas), legalmente como tales.
También, continúa Valdés, en los establecimientos educativos debería respetarse la identidad de género de estudiantes no binarios y usar pronombres correctos. “Esto también debe ampliarse a la protección en contra del bullying y establecer una educación no sexista e inclusiva. Asimismo, debe avanzarse en erradicar los uniformes de acuerdo con el género y sus estereotipos”.
Para la psicóloga Camila Pérez los colegios tienen un deber ético sobre el desarrollo saludable de los jóvenes.
“Un colegio debe ser una institución informada, destinar recursos a formar a su equipo sobre el tema, derribar mitos y prejuicios para ser una comunidad respetuosa. Además, es necesario que cuenten con protocolos para acoger a niños y niñas que deseen conversar acerca de su orientación sexual o identidad de género. Incluso, deben estar preparados para mediar con los padres, porque, cuando un niño es rechazado en casa, es probable que busque refugio en su colegio”.
Actualmente, la ley 20.609, conocida como ley Zamudio, sanciona la discriminación arbitraria en contra de las personas por su orientación sexual e identidad de género.
En la misma línea, la ley de inclusión también prohíbe la discriminación arbitraria en los colegios, tanto en los procesos de admisión como en el ámbito de la vida escolar.
La Superintendencia de Educación aquí ha jugado un rol en cuanto a la fiscalización en caso que se vean infringidos derechos de estudiantes por situaciones discriminatorias.
Así, tanto a un nivel judicial como administrativo, nos encontramos con herramientas para sancionar la discriminación. Esto debe ir aparejado también de una educación que promueva el respeto a la diversidad, como explica Valdés.
Andrés Soffia trabaja en el gabinete del Ministerio de Educación en Chile, es coordinador de la unidad de inclusión y participación ciudadana, y durante los cuatro años en la cartera de educación se evidenciaron dos columnas importantes que generan dificultades para promover y facilitar que los establecimientos primen el respeto de la dignidad del ser humano por sobre cualquier contexto que define a una persona.
Una de ellas es la brecha del conocimiento, la información y la práctica de los docentes, directivos y sostenedores frente a lo que demandan las nuevas generaciones en cuanto al género y ficciones sexuales.
“Si nos concentramos en las personas LGBTI, se han hecho políticas educativas y se han hecho marcos normativos que hoy buscan promover y resguardar el derecho a la educación de estos estudiantes en el sistema educativo, no es sólo el acceso, sino que la trayectoria y la no vulneración de todos los derechos que derivan del derecho a la educación mientras uno está en un establecimiento de educación básica, media o superior”.
La segunda problemática que genera problemas a la hora de que el Estado se haga cargo de proteger las identidades de jóvenes es que hoy el Mineduc y las instituciones del Estado carecen de una orgánica de trabajo transversal interconectada donde se pueda promover de manera efectiva y coherente en el tránsito educativo de un estudiante la protección de sus derechos.
“Nosotros nos encontramos con que en el caso del Mineduc la fragmentación de las divisiones por nivel educativo impiden que tengamos políticas que sean coherentes en toda la trayectoria de vida de los estudiantes”.
Por ejemplo, se pueden promover políticas de inclusión de estudiantes LGBTI en la educación superior no dialogan con las políticas de la enseñanza media. Durante este periodo desde el Ministerio se han conectado el tránsito desde la educación parvularia hasta la educación media.
La profesora Bernardita Glausser, recomienda a las escuelas estar preparadas con información, lecturas y capacitaciones para los procesos de integración de todo tipo de personas dentro de las múltiples diversidades que existen, no sólo las de géneros no binarios o personas trans, sino que compartir y profundizar otro tipo de implicancias en la estructura educativa que no aíslen, sino que engranen nuevas maneras de compartir a través de la cultura.
Entonces, la falta de conocimiento y de capacitación, de experiencia y práctica de los docentes; y la falta de coherencia entre los niveles educacionales, se pueden ir subvirtiendo de acuerdo a las siguientes políticas de Estado que responden al estándar internacional de los Derechos Humanos. Es el Estado, quien de manera progresiva (y nunca regresiva) debe ir asegurando el resguardo de sus derechos, desde el foco principal que es la dignidad humana.
Estos son algunos de los documentos en los que los estudiantes se pueden amparar a la hora de hacer valer sus derechos.
- Circular de protección de Derechos Trans: de la mano de la superintendencia de educación, lo que hace es orientar a las escuelas a cómo proteger a cuando un niño-niña-niñ@ se identifica en un tránsito de género. Es trabajo conjunto de padres y la comunidad educativa, aquí entra el derecho a la utilización de uniforme, cambio a nombre social en el libro de clases y documentos públicos, baños unisex, entre otros. Establecimientos públicos o privados deben sumarse a esto y si no lo hacen hay multas administrativas o económicas por parte de la Superintendecia de Educación. Esta circular se desarrolló con organizaciones de la sociedad civil, niños trans y establecimientos, además de UNESCO.
- Orientaciones Para la Inclusión de las personas LGBTI en el Sistema Educacional Chileno: son de corte técnico pedagógico, entregando marcos normativos, definición de conceptos, principios, herramientas pedagógicas, bibliografía, material audiovisual, para que los docentes promuevan prácticas inclusivas.
- Narrativas, práticas y experiencias de estudiantes LGBT: es un diagnóstico de información cualitativa que entrega por primera vez el estado de Chile, no se había nunca antes sobre las realidades LGBTI en los establecimientos educacionales del país. Se desarrolló en conjunto con la Unesco y la Universidad Alberto Hurtado se adjudicó la propuesta. Se trata de información única, sobre cómo los docentes y directores están comprendiendo las realidades de los estudiantes LGBT y qué sienten estos estudiantes a la hora de recibir educación sobre diversidad sexual.
Diego Ríos, representante del Movilh, puntualiza que “Las/os docentes a la hora de trabajar sobre diversidad sexual, familiar o identidad de género en sus clases, deben ser conscientes de los prejuicios y estereotipos que moldean su propia conducta, cuando más se conozcan, más podrán conocer y ayudar a sus estudiantes”.
Ante esto, Franco Fuica, vicepresidente de la Asociación OTD (Organizando Trans Diversidades), plantea estas tres vertientes para que los establecimientos traten a sus estudiantes.
- Que tengan la voluntad de respetar el nombre social de estudiantes trans.
- Que tengan a la vista protocolos existentes de otras casas de estudio como el de la Chile, protocolo Mara Rita y hagan los propios, haciéndose cargo de la situación.
- Que se le informe al cuerpo docente de la carrera para evitar posibles discriminaciones y establecer sumarios internos si esto ocurre.
“Es difícil que un niño cuente con estrategias para vivir libremente su identidad y su orientación sexual si primero el medio (el colegio, la familia) no le ha dado las herramientas”, cuestiona Pérez.
En primer lugar, los niños necesitan de un entorno que les ayude a reafirmar su identidad, que brinde una red de apoyo, que les diga que ser homosexual o transexual es una forma de vida tan respetable y natural como todas, y que son dignos de respeto. Si un niño o adolescente ya es consciente de eso y se enfrenta a un entorno, a un profesor o a un compañero en particular que ejerce discriminación, debe informar a las autoridades y buscar apoyo en una persona de confianza.
“Los niños deben saber que ser objeto de bromas, de agresiones o de exclusión a causa de su orientación o identidad sexual es una situación inaceptable que deben denunciar”, continúa la psicóloga.
La OTD también entrega consejos para que los y las estudiantes hagan valer sus derechos.
- Participar de comunidades trans para empoderarte, creerse el cuento. Mientras tú lo creas con confianza, lo demás fluirá.
- Ser firme y concreto respecto del respeto al nombre y pronombres sociales. Hay que establecer esa resistencia.
- Establecer redes de apoyo sanas que permitan contenerte cuando has tenido un mal día.
La tarea de educar a los y las estudiantes y resguardar sus derechos es un trabajo holístico que se promueve siempre en relación a la educación.