En su primera novela, Daniela Acosta construye una entrañable amistad que se va muriendo con el paso del tiempo y la distancia que te otorga ser migrante en otro país.


Una amiga le escribe un mail a la otra, desde la distancia que te da estar vivir en otro país y el rememorar la mucho que el mundo aún no cambia, a pesar de estar en otro lugar geográfico. “Lo que me parece tan curioso es que las personas de las que nos hemos rodeado son muy educadas, o tienen muchos años de educación (que no es lo mismo); muchos ya están haciendo sus doctorados y aún así siguen pensando y hablando y comportándose de una forma tan condescendiente con las mujeres que los rodean. 

Te acuerdas de esa vez en que El Galán nos preguntó, muy de la nada, mientras vegetábamos en su casa luego de una fiesta, que qué nos parecía haber leído a hombres toda la vida. ¿Es que es no se había enterado de nada?

¡Gente!”

A pesar de que la realidad y la ficción sean dos cosas opuestas, esto no es impedimento para que los autores, sobre todo la nueva camada de escritores chilenos amantes de lo autobiográfico, le echen mano a experiencias que han vivido para crear. Esto mismo le pasó, no ficcionado, a Daniela Acosta, periodista y autora de El Otro Tiempo (Libros La Calabaza del Diablo, 2016). “A la protagonistas, y eso a mi me pasó, les preguntó un amigo “¿qué se siente haber leído hombres toda la vida?”. Yo no entendía como alguien formado en literatura, que yo consideraba como alguien que sabe mucho más que yo, no cachara que hay muchas escritoras muy bacanes, pero para él era como si existieran dos”, dijo.

Descrita como una “mini novela de formación” por la escritora, El Otro Tiempo es una serie de mails, a la antigua usanza de la novela epistolar, que una amiga, la protagonista, le manda a otra desde Buenos Aires y quien sirve de narradora de la historia. La protagonista, una mujer sin nombre y cercana a los 30 años, se va de Chile para alejarse de todo lo que alguna vez conoció, sobre todo las relaciones tóxicas con hombres y su madre, y añora desde lejos la relación que tiene con sus amigas.

“Es una novela en las que uno se encuentra, no solo la una con la otra, sino que a si misma y eso lo puedes hacer mucho más fácil estando sola, que con amigas o en pareja. Es peligroso no conocerse, porque sino las cosas te pasan y no tomas decisiones. La protagonista está súper disociada, de lo que siente, de lo que le pasa, en vez de tomar decisiones. Y si te conoces a ti puedes conocer más a otra gente, o sino te mueves como en la superficie”, explica Daniela.

“Hay una decisión política en que las protagonistas sean mujeres”

Previo a El Otro Tiempo, Daniela publicó un poemario, La otra velocidad (La Calle Passy 061 Ediciones, 2010), y fue parte de una antología de cuentos de autores chilenos titulado Voces -30: Nueva Narrativa Chilena (Ebooks Patagonia, 2011), compilado por Carla Morales Ebner. Para este libro se tomó un poco más de tres años, en los que tomó la experiencia de haber vivido en Buenos Aires como estudiante y la añoranza de extrañar al resto, pero enfocado en la relación entre mujeres. “Aunque no lo queramos, vivimos en un mundo de hombres, heteronormado, y entre esa realidad hay dinámicas que se establecen solo entre mujeres”, dijo Daniela.

Quise ser un hombre. Quise ser el arquetipo de un hombre. Quise lo que la cultura hace de un hombre.

 

Y no solo eso, pues la razón de que la protagonista y su interlocutora sean mujeres es una decisión consciente de la autora: “Hay personajes hombres entrañables, pero la satisfacción que tengo cuando encuentro una protagonista mujer es muy diferente. No es que me sienta más identificada, porque nos han enseñado a que nos podemos sentir identificadas con un hombre, pero se me llena el corazón de sororidad”.

Además, agrega que la oportunidad de que existan más protagonistas mujeres está directamente relacionada a la posibilidad que las próximas generaciones tengan de acceder a este tipo de libros. “Ojalá yo de niña hubiera tenido más referentes femeninos en la cultura, como por ejemplo, ¿que pasaría si Papelucho hubiera sido Papelucha? Ahí de verdad sientes que podrías hacer las cosas. En mi generación una las va buscando, pero no es lo que te pasan. En la universidad te pasan muchos autores hombres, mis amigos leen muchos hombres. Los hombres que escriben de hombres nadie los cuestiona, nadie los menosprecia. Hay una decisión política en que sean mujeres y que, también, los hombres no tengan nombres en la novela“.

Esa misma reticencia de algunos hombres, que no es solo exclusivo del género bajo ningún punto, ha sido expresada de la misma forma que la cita del inicio. “Un amigo me dijo ‘me cuesta sentirme interpretado porque es una mina’ y fue una persona que estudió Letras. Es súper importante que hayan protagonistas mujeres, no solo en la literatura, sino que en todos los productos culturales, que no sea la vida entorno a hombres. Eso da cuenta de un machismo súper arraigado”, expresó.

Una nace machista y después, con el tiempo, se construye feminista. Porque aunque una sea feminista te ves con rasgos machistas, la forma de relacionarnos es machista, vivimos en un mundo machista, pero hay ciertas cosas que quería meter en el libro. Hablo harto de la violencia hacia las mujeres; la violencia sicológica, social, de los medios. Es la violencia que vive una todos los días. Quería dar cuenta de eso, no es casualidad que sea una mujer y no un protagonista hombre“.

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