En una conversación por zoom entre dos autoproclamadas fangirls -ambas usando poleras de sus respectivas bandas de pop adolescente favoritas-, desmenuzamos junto a Maria Sherman, periodista musical estadounidense y autora del libro Larger Than Life: A History of Boy Bands from NKOTB to BTS, el papel fundamental de las verdaderas expertas de la música: las fanáticas.

Groupies, calcetineras, histéricas, locas de remate: estos son los adjetivos que han acompañado por décadas a las fanáticas de la música (sobre todo aquellas que gustan del pop). Desde la explosión de la Beatlemanía, un término acuñado por la prensa en los 60’s para describir el entusiasmo de las mujeres jóvenes, bajo la premisa sexista  de la histeria femenina, el rol de las fangirls  ha cambiado radicalmente: de ser sólo espectadoras, hoy son las que mueven millones en la industria de la música. Y para Maria Sherman, llegó la hora de reconocerlo.

Hay algo realmente liberador y feminista en ser fangirl”, cuenta la también crítica cultural  y hasta hoy, fan de One Direction. Detrás de las chicas gritonas, las cuentas de Twitter  promocionando fancams de sus artistas favoritos y las horas invertidas en llevar a sus ídolos a romper récords, existe una comunidad de mujeres jóvenes que ya dijo basta, y que no va a parar hasta hacer la revolución, un stream a la vez.

Empecemos con cómo las fangirls han sido retratadas históricamente en los medios (comenzando por la Beatlemanía, por ejemplo). Aún tanto en la sociedad como en la crítica especializada se habla de que sus gustos son “frívolos”, “de mal gusto” o incluso “basura”, ¿De dónde piensas que vienen esos estereotipos?

“La respuesta más fácil y obvia, es que proviene del sexismo. Hay algo inherentemente misógino en decirle a las mujeres jóvenes ‘lo que te gusta está mal´ o peor, ´no lo estás pensando lo suficiente, la industria te está tratando de vender algo a toda costa´. Pero para mí esa manera de verlo es demasiado simplista, porque creo que toda persona a la que le importe la música y el arte debería ser celebrada. 

Es interesante ya que tanto las fangirls como las boy bands y el teen pop han cambiado desde la Beatlemanía en los 60’s, pero la manera en que se habla del tema es la misma: la imagen de la niña histérica que no puede pensar por sí misma porque está demasiado abrumada emocionalmente, incluso loca. El lenguaje que se usa para describirlas es casi como un diagnóstico de salud mental, y en su mayoría quienes hablan así de ellas son hombres.

La gente tiende a asumir que el gusto musical de las fangirls depende sólo de que consumen lo que sea que las industria les da, pero como hemos visto desde One Direction a BTS, ese no es el caso. Ellas toman un rol activo y participativo en lo que les gusta, y para mí eso las hace las fans de la música más serias, porque no aceptarán cualquier cosa que les den. El problema de fondo es que no las vemos como expertas en música siendo que eso es lo que son”.

¿Qué crees que significa ser una fangirl hoy, a diferencia de lo que era hace 60 años? ¿Ha cambiado el estereotipo?

“Creo que ha cambiado en un cierto círculo. Ahora tú y yo estamos teniendo esta conversación, y eso es algo que hace 20 años no habría pasado. Creo que estamos en medio de un proceso donde eventualmente se tomarán en serio a las fangirls y los intereses de las mujeres jóvenes. (Las fangirls) Estamos aquí para desmantelar el patriarcado, y he notado que ese cambio proviene de mujeres que fueron fans en su adolescencia, y que ahora en la adultez decidieron dejar de sentir vergüenza por su amor a la música. Encuentro que eso es increíble.

Se siente casi como si ser fangirl fuera una forma de protesta. Llega un momento en el que dices ´me han dicho toda la vida que lo que me gusta es malo y no tiene ningún valor, pero yo decidí que sí lo tiene, y que significa mucho para mí´, y ahí está el gran cambio de paradigma. Las fangirls dejaron de aceptar el estigma que se les dio por tanto tiempo, y eso tiene que ver también con que la gente empezó a abrazar la palabra fangirl con otro significado. En mi cabeza es como usar riot girl, algo muy punk rock, donde básicamente dices ´ok, ¿así que crees que ser fan es algo malo? Pues entonces lo convertiré en algo positivo transformando el significado de la palabra´”

¿Crees que la industria y los medios de comunicación tienden a juzgar a ciertos artistas en base a si sus fans son mujeres? 

“Absolutamente. Existe un juicio inherente a ciertos géneros musicales. Las palabras que más se usan son ´fabricado´ o ´falso´, lo que me parece ridículo porque hablan así de la música que apela a las fangirls, cuando realmente están hablando de la definición de la música pop (que no sólo le gusta a las mujeres). Por ejemplo, Beyoncé no escribe muchas de sus canciones y aún así la celebramos. Otro caso es el de Justin Timberlake, al que los críticos empezaron a tomar en serio recién post-NSYNC. El problema con la crítica radica en que muchas veces no saben cómo escribir sobre las fangirls, y la forma de solucionarlo es que las escuchen, que hablen de la música que les gusta en los medios tal como lo hacen con el resto de los estilos. 

Recuerdo que cuando salió The 1975, los medios especializados dedicaban varios párrafos a hablar sólo de las adolescentes a las que les gustaba la banda, antes de enfocarse derechamente en la música. Realmente tomó tiempo que los expertos empezaran a decir ´oye, deberíamos hablar de ellos como lo hacemos con cualquier otro artista banda´. Desafortunadamente, esa es la batalla que hay que dar ahora, pero creo que mientras más fangirls se conviertan en periodistas y/o académicas y escriban de este fenómeno, más cambiarán las cosas. Pero sí, ese estigma está ahí aún”

¿Cómo afecta este estigma a la manera en que los artistas se perciben a sí mismos? Por ejemplo, muchas boy bands llegan a un punto en el que luchan contra el prejuicio y dicen cosas como “ahora queremos hacer música de verdad”. Si lo que hacían antes no era “música de verdad”, ¿entonces qué era?

“Ese es 100% por ciento el caso. Cuando ya llevan 4 o 5 años de carrera y empiezan a verse y sentirse más adultos, existe la idea de que para continuar siendo exitosos, las boy bands tienen que ser más creíbles y la única forma de serlo es teniendo un público serio. ¿Y qué es lo que se considera serio?: tener una audiencia masculina. Ellos (los críticos) pueden decir que el público al que deben apuntar es a uno “más adulto”, sin embargo lo que realmente quieren decir es que en ese público tienen que haber hombres. 

Es bastante desafortunado que esto todavía pase, pero aún así he visto un cambio incluso desde las mismas boy bands al respecto: hace unos años la banda australiana 5 Seconds of Summer le dijo a Rolling Stone en una entrevista que querían ´fans más serios´, y después de pasar por una fase más rock & roll, perdieron una gran cantidad de fans -aunque siguen siendo populares-. Por otro lado tienes a Harry Styles, ex One Direction, diciendo en la misma revista que las fangirls saben lo que hacen y lo que es bueno, y que si las tienes a tu lado nunca dejarán de apoyarte. Y él es uno de los mayores referentes del pop en el planeta hoy en día. 

Ese cambio de mentalidad de los artistas los ha hecho decir ´no deberíamos despreciar a la gente que creyó en nuestras carreras todo este tiempo`, pero todavía hay mucho de ´quizás deberíamos distanciarnos de las fangirls o no seremos tomados en serio´. Todos deberían seguir el ejemplo de Harry Styles, validar a las fangirls, y admitir que se puede ser exitoso y un músico respetable con ellas en tu audiencia. Sinceramente me rompe el corazón ver a cualquier artista teen pop menospreciar a sus fans, porque para mí ellas son las fanáticas más creíbles de la industria”.

Y aún cuando la opinión y el gusto de las fans es despreciado, de alguna forma igual son ellas las que determinan quiénes serán exitosos y quiénes no, independiente de lo que digan los críticos. ¿Son las fangirls el motor que mantiene a la industria musical funcionando? ¿Llegó la hora de darles ese reconocimiento?

“Definitivamente. El ejemplo más obvio de ese fenómeno hoy en día es BTS, quienes le inyectan billones de dólares a la economía surcoreana con su éxito alrededor del mundo. La razón por la que están produciendo esa cantidad de dinero para su país de origen, son sus fans, las ARMY.  

Me gusta llamar a las fangirls como creadoras de tendencias, porque yo sé que ellas también saben que son parte fundamental de la columna vertebral de la industria. Y si no lo asumen aún, deberían. Lo que hará a tu banda conocida no será una buena reseña en Rolling Stone, quienes te llevarán a la cima serán esas fans que comprarán tus discos, irán a tus conciertos y te darán reproducciones en el streaming. Ellas son las que le dan a los artistas esos millones y millones de dólares. En lo que a mí respecta, ellas SON la industria musical.

Si alguien habla mal o desalienta que ellas tengan ese rol, es porque las ven sólo como participantes del consumismo, cuando lo que hay ahí es un intercambio entre ellas y la industria. Siempre tengo que enfrentarme a gente que le molesta que las fans consuman de la forma en que lo hacen, porque debo recordarles que lo que consumen es arte, y que al pagar por él, están apoyando a sus creadores. Esa es la razón por la que la industria puede continuar funcionando, porque detrás de ese dinero también hay mucho poder que las fangirls pueden ejercer al decidir qué apoyar y que no”.

Siguiendo esa misma línea, entrar al mundo del fanatismo le ofrece una oportunidad a muchas mujeres -sobre todo adolescentes- de iniciar su despertar sexual, conociendo qué les gusta y que no. ¿Qué opinas de este fenómeno? ¿Cuánta influencia crees que tienen por ejemplo las boy bands, el fanfiction y otros tipos de productos culturales en este momento crucial en sus vidas?

“Esto es algo en lo que he pensado bastante, porque se suele pensar que las mujeres jóvenes e incluso los hombres queer que son la audiencia principal de las boy bands y el teen pop, sólo les gusta una banda porque encuentran que sus integrantes son atractivos, cuando en realidad no es así. Mientras escribía mi libro aprendí a reconocer que cuando las fangirls son muy jóvenes y recién se están metiendo en este mundo, no existe un espacio realmente seguro y sin prejuicios donde puedan expresar su sexualidad. Esa es la belleza del fanfiction, que puedes escribir lo que sea que se te pase por la mente de manera anónima, y ese se transforma en un refugio donde puedes conocer lo que sientes, incluso si aún no entiendes bien cómo funciona el sexo. Esta es una manera más segura de trabajar en tus sentimientos sin las presiones de otros contextos, como el de ver una película y no saber qué está pasando.

Recuerdo que a fines de los 90 ‘s e inicios de los 00’ s era muy común ver en las películas esa escena donde un hombre adolescente encontraba de casualidad la colección de revistas Playboy de su papá, y con esa imagen me di cuenta de que no hay un equivalente cultural para esa experiencia en las mujeres. Nosotras pasamos de ser unas flores virginales a tener sexo en algún momento y sería. No existe ese proceso de descubrir nuestros cuerpos y la masturbación, por ejemplo, y el fanfiction nos permite conocer esas experiencias. Esto se vuelve mucho más importante para las identidades queer, quienes recorren un camino incluso más difícil, y gracias a estos espacios pueden navegar entre todo lo que piensan y sienten”.

Para terminar, ¿tienes algún mensaje para esas mujeres que eligieron ser fangirls en un mundo sexista como el que vivimos hoy?


“Primero: reconozcamos que fangirl no es una mala palabra, y no está mal serlo. Tampoco está limitado a sólo niñas y adolescentes, es un término que incluye a todas quienes aman algo. Ábranse a sentir este entusiasmo, es algo muy poderoso y valiente de hacer. Como cantó Taylor Swift, Haters gonna hate, y el gusto de otras personas no tiene por qué influenciar el suyo. Sigan escuchando música