El lenguaje crea realidad y si bien trata de evolucionar al mismo ritmo que la sociedad, a veces se queda atrapado en épocas pasadas. En un mundo donde aún nos cuesta trabajo normalizar palabras como abogadas, médicas, arquitectas o ingenieras, nos preguntamos por qué en el año 2022 sigue siendo incorrecto, lingüísticamente hablando, denominar a una mujer brillante como una genia.

“Acabo de descubrir la indignante y triste realidad de que ni la RAE, ni Word, reconocen la palabra “genias”. De hecho, te sugieren “genios”. Los genios existen, las genias, no”, decía la publicación de la periodista chilena Kalu Downey (34) quien hace un par de semanas se dio cuenta de que, efectivamente, la palabra “genias” no es aceptada por la Real Academia Española y que la forma correcta de denominar a una mujer brillante en pleno 2022 sigue teniendo una acepción masculina.

Mientras Kalu estaba armando la estructura de un libro nuevo que trata, justamente, de los “hechizos” que genera el lenguaje para condicionarnos a ciertas cosa, haciendo hincapié específicamente en dichos que afectan directamente a las mujeres; el autocorrector subrayó en rojo la palabra genias. “Juro que lo escribí bien”, pensó, no podía estar tan equivocada de que la palabra se escribiera con “j” y no con “g”, cuando revisó las opciones que daba el autocorrector aparecían: “genio”, “genios”, “genas”, “genisa”, “ceniza”, “tenías”, la palabra “genias” no estaba por ningún lado. Decidió ir a la RAE a confirmar lo que a ella le parecía algo impresentable.

“Aviso: La palabra genias no está en el Diccionario. Las entradas que se muestran a continuación podrían estar relacionadas: genio (genios)”, dice un mensaje al intentar buscar la palabra en la Real Academia Española de la Lengua.

Aún conmovida por el resultado de su búsqueda, Kalu le contó a su equipo de trabajo, y tras conversar el tema, una de sus colegas agregó: “Hasta hace muy poco transgénero no existía”, y efectivamente, en diciembre recién pasado la RAE anunció la integración de las palabras transgénero, cisgénero, pansexualidad y poliamor al diccionario oficial de la lengua española. Lo que implica un paso importante en materia de derechos humanos y visibilización de la diversidad sexual y las disidencias, sin embargo, todavía persisten algunas violencias lingüísticas y micromachismos.

“Yo entiendo que el lenguaje se va adaptando a su época y responde a la forma de comunicarse de personas que viven en determinados momentos, pero se debe ir actualizando y que al 2022 me digan que los genios existan y las genias no, me parece inaceptable desde el lenguaje. Hay un avance que se ha ido quedando atrás. O sea, honestamente, ¿qué es Marie Curie, si no es una genia?”, dice la editora.

Para Kalu, esto no se trata de ser extremista sino que es de poder notar dónde están estas sutilezas, porque, como dicen “el lenguaje crea realidad” y que históricamente a las mujeres se les haya dicho que los genios existen y las genias no, condiciona a la población. “Las mujeres nos tenemos que acoplar a una genialidad que tiene características masculinas. Nos van truncando la capacidad de soñar, de elegir, de optar, de crear, de imaginar posibilidades de distintas cosas”.

Uso por sobre la RAE

En 2019 la RAE respondió vía Twitter a esta misma interrogante, y la respuesta fue tajante: 

“Como ‘persona dotada de genialidad’, «genio» se usa en el español general culto solo como nombre masculino: «Ana es un genio». La forma «genia» solo se documenta ocasionalmente en el registro coloquial”.

Sin embargo, esto no significa que sea Ley.

La lingüista, académica de la Universidad de Chile y miembro de la Academia Chilena de la Lengua, Soledad Chávez, afirma que si bien las entidades normativas guían y establecen indicaciones con respecto al uso del lenguaje, la gran mayoría de las veces gana el peso del uso. “Nosotros hablábamos de presidente hasta que llegó Michelle Bachellet a la presidencia, por más que hubo debate y opinión de la RAE y la Academia Chilena de la Lengua(…) ¿A qué voy con esto? Que a la larga, gana el uso. Esto ha pasado siempre y los cambios son así, masivos y los hace el hablante”.

Según la académica los diccionarios, por lo general, van muchísimo más atrás que los cambios que se van dando en la lengua día a día. Son aproximadamente siete años de uso los que tiene que tener una palabra para que aparezca en el diccionario, con excepciones muy específicas como, por ejemplo, los términos nuevos que nacieron en época de pandemia. “El diccionario y en general la tradición lexicográfica de la RAE, espera que una voz o una palabra se asiente en el habla y en la comunidad lingüística, para que ésta entre en el diccionario. El diccionario es un espejo de la sociedad pero con un poquito de demora”.

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En cuanto al caso específico de la palabra “genias”, Soledad piensa que probablemente su uso no está tan masificado y esa podría ser una de las razones por la cuál aún no se incluye como tal en el diccionario. “Quizás la mayoría de los hablantes, en este caso, siga pensando a una mujer como un genio, pero poco a poco vamos a ir hablando de genias. Quizás esté en ese ámbito más de proximidad y afectividad que un realización generalizada. Y claro, se ve como un micromachismo”.

Paz González (33), la arquitecta tras Proyecto Diccionario (@proyectodiccionario en instagram), explica que la utilización del masculino como extensivo se justifica porque en un inicio no existía una diferenciación de género en el lenguaje, y una vez incorporado el femenino, lo masculino se asoció a lo neutral. “Especulo que esto también se relaciona con un momento histórico, donde el hombre tuvo mucho más protagonismo, respondiendo nuestra forma de hablar a una visión de mundo”, dice.

Proyecto Diccionario es una recolección personal de palabras que Paz ha ido juntando en los últimos años, en base a la sabiduría o incluso a la poesía que contienen sus definiciones. La cautivó la belleza del lenguaje, la importancia de las palabras y sus significados, por eso es que los estudia y los hace parte de su día a día.

Coincide con la académica en que el lenguaje no es algo estático, sino que está vivo y en constante transformación. “Si bien hoy día ciertas instituciones pueden rechazar el uso del lenguaje inclusivo, por ejemplo, no son ellas quienes dictan las reglas, sino que más bien son las que recogen lo que sucede en la realidad y es por ello que hay cierto desfase”.

En cuanto a los micromachismos presentes en el lenguaje, el que ella considera el más importante son los adjetivos, los cuales vienen en formato masculino y que pese a que se plantea como neutro, cree que en el contexto actual es algo que es necesario cuestionar y que se debe comenzar el cambio por casa. “Publiqué recientemente mi libro Pequeña Belleza Ilustrada, ahí me tomé la libertad de poner todo en femenino, dado que es un proyecto creativo y no una fuente oficial, pensé que era un buen espacio para explorar esa posibilidad y así lo hice”.

Paz cree totalmente que el lenguaje nos condiciona. “Somos eso que nos decimos, la realidad que vivimos cada día es esa que nos contamos con palabras”. Y por eso cree que comenzar a incluir explícitamente lo femenino en nuestra manera de comunicarnos día a día está generando un cambio, no solo en esta, sino que por sobre todo en las generaciones más jóvenes. “Hay que partir en primer lugar por hablarnos a nosotras mismas en femenino o incluir a las mujeres cuando hablamos con nuestro círculo cercano, por ejemplo. Comunicar etimológicamente significa “acción de poner en común” y por ende mientras mayor sea la coherencia entre lo que tenemos dentro y cómo lo verbalizamos, seleccionando cuidadosamente las palabras que decimos, creo que más efectiva es la comunicación”. 

Una de las batallas que ya se ha instalado en la sociedad es el uso del lenguaje inclusivo. Su llegada ha sido, para Paz, de por sí un acto revolucionario, más allá de su uso y los cambios que pueda generar a nivel gramatical. Viene a traer un gran cuestionamiento sobre cómo nos hemos expresado hasta ahora, abriendo una discusión sobre múltiples temas, incluida la discriminación que han sufrido ciertos grupos y cómo esto se refleja en nuestra forma de expresarnos. Para la autora de Pequeña Belleza Ilustrada “los cambios que se produzcan desde aquí serán una actualización de lo que somos hoy como sociedad”.

“La discusión que se ha abierto en torno al lenguaje inclusivo es fructífera, nos pone en conflicto, nos hace cuestionarnos y esto siempre es saludable. Espero encarecidamente que esta discusión gramatical abra también otras discusiones asociadas a la valorización de lo femenino en nuestra sociedad, más allá de un tema de género”, concluye.