En el Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín el papel sanitario, toallas higiénicas y jabón son un lujo. Entre las paredes de una celda, las mujeres deben enfrentar su periodo sin agua para lavarse, sin tampones y a veces sin acceso a baños. A pesar de las advertencias de la ONU, en Chile no hay una obligación legal a proteger la salud menstrual de las mujeres privadas de libertad. En un documento solicitado a través Transparencia, Gendarmería niega tales vulneraciones y afirma un gasto de más $5 millones para insumos higiénicos destinados a todas las reclusas de Santiago, mientras ellas y organizaciones privadas que defienden sus derechos dicen lo contrario.
Cecilia está libre, pero pasó cuatro años en el Centro Penitenciario Femenino (CPF) de San Joaquín. Ahora vive en una casa de acogida que comparte con otras ex reclusas. Camina hacia el patio delantero de la Fundación Mujer Levántate y mientras enciende un cigarrillo, recuerda con dolor sus menstruaciones dentro de la cárcel. “Es lo peor (…) Era lo peor para las que estamos acostumbradas a lavarnos cada vez que vamos al baño. A veces pasaban meses donde no teníamos agua”. Se emociona. Hace una pausa antes de seguir. “Hay dormitorios que no tienen agua ni baños, eso formaba un colapso y es antihigiénico”.
En 2016, en el marco del tema Igualdad de género y los derechos humanos al agua y el saneamiento, el Relator Especial de la ONU presentó al Consejo de Derechos Humanos (DDHH) un informe en el que señalaba el concepto Derechos Menstruales. Aquí se explicaba lo que se entiende por disponibilidad, accesibilidad y asequibilidad de productos higiénicos y agua, al mismo tiempo de asegurar la calidad y seguridad de los espacios para que exista y se mantenga la privacidad y dignidad para todas las personas.
Posteriormente, para el Día Internacional de la Mujer, en el 2019, los expertos de DDHH de la ONU hicieron un llamado a las distintas naciones a tomar medidas concretas que garantizarán y protegieran la salud menstrual de las personas. Sin embargo, en países como el nuestro, la actual Constitución chilena y el Código Sanitario no han incluido los Derechos Menstruales, por lo tanto, no existen las bases reguladoras para distribución segura de estos productos a nivel nacional, a pesar de que son esenciales y de primera necesidad en las personas con capacidad de menstruar.
Reglas Invisibles
“¡Con la actual cuarentena la situación de hacinamiento ha empeorado, el papel y toallas están al borde de agotarse! Te invitamos a aportar y ayudarnos con la difusión”. Este es parte del texto que acompañaba la publicación en Instagram sobre la que sería la primera campaña de la organización Periodo Entre Rejas para conseguir recursos monetarios que les permitirían comprar toallas higiénicas y papel sanitario.
Estos productos corresponderían a una donación para el CPF de San Joaquín, ya que las mujeres privadas de libertad de aquel recinto estaban a punto de quedarse sin estos elementos sanitarios. De hecho el 12 de abril del 2021, doce días después de que comenzara la campaña, el papel se agotó en toda la cárcel.
La campaña inició el primero de ese mes y terminó el 15, pero días antes de la finalización de esta, las integrantes de la organización recibieron un mensaje de Nelly León, capellana de la cárcel, con quien se habían contactado tiempo antes para saber cómo ayudar a las mujeres de la cárcel, “se acabó el confort, necesito que traigan”, solicitaba León.
El 20 de abril hicieron llegar hasta el CPF de San Joaquín múltiples kits sanitarios. Estos contenían: toallas higiénicas, papel y desodorantes.
Javiera Taladriz, cofundadora de Periodo Entre Rejas, organización feminista sin fines de lucro creada en 2020 por estudiantes de un colegio del sector oriente, comenta que los artículos de higiene no son entregados por el Estado en ningún recinto penitenciario del país. Para que las mujeres privadas de libertad tengan estos elementos, son sus visitas quienes deben hacerlos llegar a través de encomiendas.
Esto ya era problemático porque no todas las mujeres reciben visitas, situación que con la pandemia se acrecentó: ”Con el tema de las cuarentenas no estuvieron llegando las encomiendas por mucho tiempo, hubo una disminución tremenda, las visitas se restringieron. En Chile tú estás presa y es como si te tragara la tierra, desapareces de la faz de ella. Las mujeres privadas de libertad son personas que están absolutamente olvidadas y que no cuentan con ninguna reinserción, nada”, afirma tajante Taladriz.
Según señala el Estudio de Gestión Menstrual 2021 del SERNAC, la pandemia provocó que el periodo de menstruación se volviera aún más difícil dentro de la cárcel, esto debido a “las condiciones de hacinamiento, bajo acceso a servicios sanitarios y también a los productos de contención menstrual, junto con no ser permitidas las visitas debido a la pandemia, ha dificultado aún más su acceso” (revisa el documento completo en SERNAC).
Josefa (nombre cambiado para mantener en resguardo su identidad), es una mujer de 29 años que lleva recluida siete años en el CPF de San Joaquín. Ella cuenta que vivir sus períodos menstruales durante este tiempo, que ha estado privada de libertad, ha sido incómodo. ”Mi experiencia es muy desagradable. Menstruar aquí no es fácil, ya que no existe una empatía de parte de compañeras y funcionarias al hecho de que una se sienta mal y triste”, cuenta.
¿Qué ocurre con los recursos destinados a mantener a las personas privadas de libertad? El 31 de mayo del 2022, a través del Portal de Transparencia, ingresamos una solicitud de los documentos que garanticen que los centros penitenciarios femeninos de Santiago, es decir, CPF San Joaquín y San Miguel, cuentan con agua potable las 24 horas del día y durante toda la semana, junto con papel sanitario, toallas higiénicas y jabón. De la misma forma se solicitó un anexo en formato Excel sobre los gastos de los recintos, en el que pedimos que se detallara el monto y fin de las compras, con el objetivo de saber dónde van dirigidos y focalizados los recursos.
Gendarmería de Chile respondió nuestra solicitud, en la que solo se limitaron a mencionar que en ambos recintos cuentan con los suministros mencionados y que, además, el gasto por estos, en ambos centros penitenciarios, corresponde a $5.173.576. No especificaron los gastos de cada centro en estos ámbitos ni la fecha que corresponde el monto dicho. Tampoco adjuntan documentos que acrediten lo anterior ni enviaron el anexo Excel solicitado.
Periodos de vulneración
Cecilia, al igual que Josefa, cuenta que si las visitas de cada reclusa no llevan los útiles de aseo, es muy difícil poder obtenerlos dentro, ya que depende de que otras compañeras quieran donar. Cuando ella estaba en el CPF tenía que mandar una lista de los útiles de aseo personal: “Pedía desodorante, confort, toallas higiénicas, jabón. Y para que las pudieran entrar, además me lo debían autorizar. Si me llevaban mis cosas sin haber hecho el escrito, no me las entraban, tampoco si el escrito no estaba autorizado. O sea, yo podía enviar la lista, pero si no me lo aceptaban mi familia se tenían que devolver con las cosas”, dice.
Josefa agrega “aquí hay toallas higiénicas siempre y cuando tengamos visitas o por ayuda de nuestras compañeras que son más visitadas, es decir, a veces dependemos de donaciones que hacen las mismas internas”.
Cecilia y Josefa corroboran el testimonio entregado por Periodo Entre Rejas, sobre que Nelly León es quien cubre las necesidades de todas las mujeres quienes no tienen acceso a los insumos: “Cuando tú necesitas, acudes a la capilla, que es donde está la madre Nelly León y ella accede a darte tus útiles de aseo, como toallas, champú, jabón, pasta de diente, todo”.
Nelly León también es la cofundadora de la Fundación Mujer Levántate, donde se encuentra ahora Cecilia. Hoy día ella misma ayuda a León a realizar los kits de higiene. “Aquí mismo preparamos entre 300 y 400 bolsas de siete hasta diez toallas higiénicas. Además, solemos echar un jabón e incluso pasta de dientes. La madre Nelly no hace excepción, los regala en todos los patios”, cuenta Cecilia.
El acceso a los medicamentos para ayudar a controlar los dolores menstruales son otra de las problemáticas que comparten ambas reclusas en su experiencia dentro del recinto. “Hay una enfermería que te dan los remedios, pero no sé a todas, porque todo se basa en la conducta de cada una” comenta Cecilia. Esto quiere decir, que si una reclusa no tiene una buena conducta, es difícil que accedan a medicamentos. Josefa por su parte concuerda con el testimonio de Cecilia y agrega que es difícil que se faciliten los medicamentos dentro del Centro Penitenciario y si es que pueden optar a estos: “Lo más común es que nos den solo paracetamol”, afirma Josefa.
Respecto al trato que reciben al solicitar medicamentos, Josefa manifiesta que: “Hace falta más ayuda en ese sentido ya que las personas que trabajan en enfermería son muy indiferentes con nosotras”.
El agua resulta ser otro de los insumos escasos del CPF de San Joaquín, a pesar de que el documento de Gendarmería afirma que el recinto “cuenta con servicio de agua potable durante las 24 horas del día y durante toda la semana”, las reclusas han denunciado no tener acceso al agua de forma continua durante el día y que cuando lo tienen no es agua caliente.
“En las duchas sale agua congelada. A veces sale agua caliente durante una hora y somos más o menos 30 comúnmente en este lugar, por lo que no alcanzamos todas a utilizarla. Hemos solicitado hervidores, pero aquí no nos aceptan porque según ellas [las gendarmes] es exceso de energía”, afirma Josefa.
“Cuando estuve en la Laboral, una parte de CPF que es donde trabajas y tienes que costear tú tus gastos, ahí yo vivía en el segundo piso y casi la mayor parte del año no llega el agua porque no tiene presión para subir. Entonces debes andar subiendo el agua con bidones o bañarte en el patio en pelota. Pero en la Laboral jamás ha habido agua caliente, pura agua helada. Y respecto a la menstruación, ahí tienes que andar con tu botella o con tu bidón, ir al baño, higienizarte, envolver eso [toalla higiénica] y botarlo”, dice Cecilia.
Accedimos al último estudio del INDH sobre las condiciones carcelarias en el CPF de San Joaquín, elaborado con antecedentes recolectados en el 2019. Gracias a esto logramos corroborar que dentro de la cárcel no se protegen ni se entregan las mínimas y básicas condiciones necesarias para que las mujeres privadas de libertad mantengan una salud menstrual digna. Entre los puntos más relevantes, se menciona que en el lugar no hay suficientes baños para todas, no cuentan con agua caliente y no se les entrega insumos básicos para mantener la higiene.
A continuación, el resumen del documento.
CPF San Joaquín:
- “Solamente algunos inodoros, urinarios y tazas turcas están funcionando y en buen estado, es decir, sin estar tapados, desbordados o rotos. Únicamente algunos lavamanos y duchas están funcionando en buen estado.
- No hay privacidad en el uso de ninguno de los inodoros, tazas turcas o duchas observadas por medio de cortina, puerta, muralla u otro elemento. Son las mismas internas quienes instalan sábanas a modo de cortinas divisorias para mantener su privacidad.
- El número de servicios higiénicos contemplados, como duchas y baños, no son suficientes para la cantidad de mujeres que los requiere. No hay agua caliente en los baños de manera que tengan acceso todas las internas.
- La calidad de la atención de salud que reciben en la enfermería es mala pues existe falta de medicamentos, información y hay dificultades de acceso para la atención. Asimismo, los medicamentos no son suficientes para sus dolencias, solo les entregan paracetamol. La población penal califica el trato que recibe desde el personal de la salud como malo.
- Gendarmería no proporciona papel higiénico y jabón a todas las internas”.
Contactamos a Sandra Oyarzo, presidenta nacional del Colegio de Matronas de Chile, para que nos hablara sobre los Derechos Menstruales de las mujeres privadas de libertad. La profesional de la salud menciona que, al no contar con los insumos necesarios para mantener la higiene menstrual, las mujeres pierden sus derechos y también su dignidad: “Toda mujer debería tener acceso a una higiene adecuada, un espacio donde pueda ir al baño, tener agua para ducharse y lavarse, y los elementos mínimos para poder mantener su higiene. Si esos derechos no son considerados, las mujeres son vulneradas. Lamentablemente, en nuestro país las cárceles no son lugares donde se considere a las mujeres. Ellas están en hacinamiento, por lo que, además de perder su libertad, pierden su dignidad ”, comenta Oyarzo.
En el Decreto 518 del Ministerio de Justicia, que hace referencia a las administraciones penitenciarias, se establece que estas deben respetar los DD.HH de las y los internos, además de prohibir la tortura, trato cruel y/o denigrantes. Para Josefina Pinochet de Período Entre Rejas, hay un incumplimiento claro de estas bases: “Según nuestra experiencia, sabemos que desde las cabecillas de las cárceles esto no se está cumpliendo y finalmente se está vulnerando la integridad de las mujeres privadas de libertad” -. (revisa el Decreto de Ley 518 en Biblioteca Nacional del Congreso de Chile).
Una de las promesas del Congreso actual es el proyecto de Ley que “promueve, resguarda y garantiza los derechos de las personas menstruantes”, y que ahora se encuentra en manos del Senado. Aún no es discutido por esta cámara y no explicita cómo solucionar el problema de acceso a productos higiénicos en las cárceles.
Javiera Taladriz de Periodo Entre Rejas no se ilusiona. Las mujeres en las cárceles ya están marginadas, dice y confiesa: “Con otras realidades no puedo decir nada, pero con este grupo concreto no me atrevo a celebrar”.